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Reflexiones sobre el oficio de escribir

Como prólogo al Día Nacional del Escritor/a que se celebra mañana 13 de junio, desde Babilonia destacamos algunas frases de reconocidos autoras y autores y lo debatimos a través de la mirada de las coordinadoras de esta plataforma. 
Mitos, verdades… ¿Qué hace, en definitiva, al oficio de escribir?

Desde hace cinco años, en Babilonia Literaria entrevistamos a muchos escritores, compartimos comentarios y hablamos del universo literario. Incluso nosotras, las coordinadoras de esta plataforma -Fernanda Pérez y Florencia Vercellone- escribimos libros. 

Es por eso que hoy, anticipando el Día del Escritor/a que se celebrará mañana en el país -recordando el nacimiento del cordobés Leopoldo Lugones (1874)-, decidimos poner en tensión algunas frases  de autores y autoras a partir de un juego de contrapuntos en el que aparece el debate, el análisis y la reflexión. 

Frase 1: “La literatura no se aprende en la universidad, sino leyendo y leyendo a los otros escritores” (Gabriel García Márquez)

Fernanda Pérez: “Me cuesta decir a dónde se aprende la literatura, porque entiendo que cada uno hace su propio trayecto. Las universidades quizá abren puertas,  proponen nombres a los que tal vez no habríamos llegado de otra manera. Pero sí considero que el ejercicio de la lectura es la base esencial. Igualmente tiendo a descreer de aquellos o aquellas que están todo el tiempo haciendo gala de lo mucho que han leído”.

Florencia Vercellone: Hablar de «la literatura que se aprende en la universidad» es hablar del canon. De ese paradigma literario que establece categorías y subgrupos, ordena, reordena y clasifica aquello que se produce en las letras universales y, por defecto, lo juzga. Por supuesto que leer lo que el canon considera como bueno, consagratorio o relevante, está bien; ahora, mantenerse fiel sólo a sus criterios lo considero un grave error. Sobre todo, porque como ocurre con las vanguardias o con aquello «novedoso, alternativo o insurgente», siempre hay un largo periodo entre su aparición y el aval que luego se le pueda otorgar desde los ámbitos institucionales. Considero que hay una literatura necesaria, fundamental para todo lector, porque marca las raíces originales de determinadas estructuras narrativas multiplicadas después por muchos otros. Hablo de un Cervantes, un Shakespeare, un Lorca, un Dostoievsky y tantos más. Pero también es cierto que mucho antes de leer estos nombres nos topamos con otros autores y autoras que quizás inician lo que Laura Devetach llama «el camino lector» que no es más que ese necesario, particular y personal recorrido que uno va construyendo. Relatos mínimos, pequeñas lecturas o -incluso- fragmento, que vamos encontrando de pura intuición como lectores sin que nadie nos lo recomiende, y que irán conformando nuestro propio criterio.   

 

Frase 2: “Cuando me preguntan mi profesión no me siento del todo cómoda. Por un lado, no sé cuál elegir porque para mantenerme debo, como tantos escritores de este lado del mundo, dedicarme simultáneamente a enseñar, investigar, hacer periodismo y escribir, pero sobre todo porque uno de mis oficios, el que me arrastró a todos los otros, suena ante la sociedad rimbombante y pretencioso. “¿Y usted a qué se dedica?”. “Soy escritora”, quisiera contestar, pero en cambio digo “soy docente” y tampoco miento. Me gusta ser docente” (Elsa Drucaroff)

Fernanda Pérez: Hace algunas semanas atrás, se instaló en redes un debate bajo el hashtag #EscribirEsTrabajo. Algunos a favor, otros en contra… En mi caso, creo que la escritura es un trabajo. Hay tiempo invertido, hay vocación, hay deseo, hay esfuerzo y hay estudio, detrás de la escritura… Desde ese lugar no veo grandes diferencias con otras profesiones. Es cierto que escribimos porque nos gusta hacerlo, pero seguramente un médico, una docente, un abogado o una ingeniera, pueden afirmar también que ese trabajo es su pasión. Sin embargo, hay que reconocer que quienes escriben tienen dificultades para vivir de ese trabajo. En mi caso vivo hace 25 años de escribir (no así de los libros). Y soy de las que creo, fervientemente, que un escritor debe tener garantías contractuales, debe cobrar por cada ejemplar vendido, debe proteger y pelear por una remuneración justa. Siempre la cultura ha estado atravesada por esa idea de la “gratuidad” (que no es lo mismo que la democratización de la cultura algo con lo que estoy muy de acuerdo). Es importante que los libros circulen, que haya programas de apoyo, subsidios, espacios…. Pero también es importante que un escritor pueda vivir de ese trabajo. Al igual que dice Drucaroff, cuándo me preguntan a qué me dedico, suelo responder: Escritora, docente y periodista (y admito también que amo las tres profesiones por igual)”.

Florencia Vercellone: He leído en las últimas semanas muchas notas a partir de la discusión pública de #EscribirEsTrabajo. Escritores, editores, docentes y periodistas planteando la problemática que vino de la mano de la circulación gratuita a determinadas producciones literarias. Leí y celebré todas y cada una de las posturas -a pesar de que no coincidí con todas- porque creo que el debate habla de la ausencia que existe en el mudo en general y en este país en particular, en cuanto a la protección y encuadre laboral de los escritores y del vínculo entre la reproducción de las obras y las nuevas tecnologías. Y aquí podemos entrar, por lo tanto, en la contradicción que se le plantea a Drucaroff. ¿Escribir es un arte o un oficio? Si es un arte, ¿debe entonces ofrecerse gratuitamente como manera de democratizar el acceso a la cultura? ¿O seguir los lineamientos que éste mantuvo desde hace siglos basado muchas veces en el sistema de mecenazgo en cualquiera de sus formas? O, si es oficio, ¿debe ser por lo tanto mirado desde la órbita del capitalismo y la industria? Las respuestas son muchas como diversas las situaciones en que se encuentre cada autor o editorial. Habrá escritores pueden seguir produciendo tranquilamente mientras se editan (y reproducen gratuitamente) miles y miles de ejemplares y sus consecuentes traducciones, y quienes cuentan uno por uno sus ejemplares vendidos e -incluso- autopublicados. Pero todxs ellxs sueñan –supongo- con que aquello en lo que pudieron incontables horas de trabajo, tenga una devolución más allá de lo puramente simbólico. Del lado de esos escritores que se consideran como obreros me gusta indagar y acercarme. De esos que se embarcan en universos ficticios pero que no dejan de tener los pies en la tierra y reconocen que son parte de una sociedad que necesita establecer nuevas y mejores reglas.

 

Frase 3: “La verdad que escribir constituye el placer más profundo, que te lean es sólo un placer superficial” (Virginia Woolf).

Fernanda Pérez: “Esta frase se podría relacionar con la anterior de Elsa Drucaroff. ¿Somos escritores por el simple hecho de escribir? ¿Somos escritores porque publicamos? ¿Somos escritores porque logramos cierto nivel de llegada al público lector?… Es difícil saberlo. Por eso también es que nos resulta complicado llamarnos o presentarnos como escritores. Pero sí creo que lo mejor de la profesión está en el proceso y no en lo que llega después con el resultado ya impreso. Más aún, en mi caso disfruto más del proceso de corrección/edición que de la escritura inicial. Sin embargo, no por eso menosprecio el valor del lector. Hace unos días me llegó un mail de una lectora (desconocida) que había leído La piel no olvida. Su abuelo había sido capataz de la Forestal, y la hermana de su abuela había perdido a su gran amor porque su padre se opuso a esa relación y la castigó separándola para siempre de él. La lectora sentía que el libro hablaba de su familia, de su historia… Cuando ocurren esas cosas, aquello que uno escribe deja de pertenecernos y se vuelve algo vivo, algo que conecta con otras y otros… Desde ese lugar, siempre me resulta valioso que me lean, no lo considero algo superficial”.

Florencia Vercellone: Me gusta mucho esta frase de Woolf, pero siento que puede entenderse si uno se acerca a la historia y vida -oscura, trágica- de esta escritora inglesa.  Y también creo que lejos de ese tiempo donde vivió y registrando esta realidad donde la industria editorial se ha consolidado como una gran fábrica de manufacturas literarias, muchas veces los escritores y editores ponen por delante el placer del lector que el del escritor. Me pregunto, ¿cuántos autores realmente terminan editando aquello que querían escribir? ¿O cuantos libros fueron escritos a pedido para saciar el placer de una audiencia? Brindo por el deseo de aquellos que escriben desde la mayor de sus libertades y avanza sin tener en cuenta prejuicios y estándares, y son capaces de soltar sus obras sin importar las devoluciones que vengan al caso.

 

Frase 4: “El hecho de que un escritor que se considere comprometido, en el sentido de solamente escribir sobre su compromiso, o es un mal escritor o es un buen escritor que va a dejar de serlo porque se está limitando, está cerrando totalmente el campo de la inmensa realidad que es el campo de la escritura y de la literatura y se está concentrando exclusivamente en la tarea que probablemente los ensayistas, los críticos y los periodistas harían mejor que él” (Julio Cortázar)

Fernanda Pérez: “Desde el momento en el que uno se sienta escribir hay, necesariamente, un compromiso con aquello que se quiere narrar. La literatura es política. Pero sí coincido con Cortázar que muchas veces esa idea de compromiso puede volverse una limitación a la hora de crear. El peligro es hacer de un texto político, un texto panfletario. Por mi parte tampoco me gustan los escritores o escritoras oportunistas. Esos que escriben sobre algún tema que está instalado en la sociedad y que, aprovechando esa coyuntura, editan algo solo para ‘vender’ “.

Florencia Vercellone: Nunca me molestó que una obra se incline sobre una postura política. Ni que un autor se embarre hasta las orejas por defender con su literatura esa determinada posición. Simplemente creo que está en la libertad de cada uno leer o dejar de leer ciertos libros. Creo que la frase de Cortazar habla, sin dudas, de uno de los grandes conflictos en el campo cultural argentino en particular y el mundo en general, sobre si el arte debe o no reflejar la ideología de quien lo produce. Personalmente, me gusta embarcarme en lecturas de autores que están en veredas completamente contrarias a mis ideologías porque lo considero, incluso, un desafío intelectual que me recuerda, casi siempre, que la ficción es sagrada, y jamás censurada. 

 

Frase 5: “Hay tanta gente que escribe para lucirse. Yo empecé así y fracasé hasta el día en que olvidé esas pretensiones” (Adolfo Bioy Casares)

Fernanda Pérez: “En el mundo de la escritura hay mucho de esa necesidad de “lucirse”: cierta falsa modestia, ego, competencia… Y siempre me sorprende que cuando un buen escritor o escritora llegan a ser editados por un sello grande o multinacional, reciben muchísimas críticas de aquellos y aquellas que los conocieron cuando trabajaban para editoriales pequeñas o de manera independiente. 

La idea de ‘lucirse” también puede ser una limitación. Es escribir un poco censurado por la mirada de algún otra u otro que tiene determinadas aspiraciones sobre mi obra”.

Florencia Vercellone: Pensar en un escritor sin necesidad de lucirse es difícil. Sobre todo porque el rol del escritor, como dice Drucaroff, parece pretensioso. ¿Qué escritor no busca aprobación de sus colegas o lectores? Ahora, una cosa es querer lucirse, pulir hasta el hartazgo aquello que se escribe para encontrar la mejor versión de uno mismo, y otra bien distinta es querer encajar, buscar llegar a la cúspide o al estrellato o pertenecer a círculos cerrados donde sus integrantes sólo buscan autolegitimarse. 

 

Frase 6: “Las ganas de escribir vienen escribiendo. Es inútil esperar
el instante perfecto, aquel en que todos los problemas del mundo exterior han desaparecido y solo existe el deseo compulsivo de sentarse y escribir: ese instante de perfección es altamente improbable”. (Liliana Heker)

Florencia Vercellone: Me gusta escuchar a los escritores cuando dicen que deben lidiar con la escritura. Que los textos y esas bellas historias que después leemos son como barro que se va formando día tras día a partir de una infinita paciencia. Porque así ellos mismos se presentan como uno más, con sus bondades y miserias, enfrentando el yugo cotidiano. Escribir se vuelve, por lo tanto, como cualquier trabajo, por más costado artístico que tenga. Y esa rutina de la que habla Heker es la que, como planteamos en párrafos anteriores, es la que debe valorarse y, por lo tanto, retribuirse.

Fernanda Pérez: «Escribir es un oficio. La inspiración es solo el primer impulso, lo demás es trabajo, trabajo, trabajo…. Y sí, es difícil habitualmente iniciar un nuevo texto. Pasado ese primer momento, uno termina conviviendo con dos mundos: el real y el creativo. A veces esa convivencia es complicada». 

Eugenia Almeida, autora cordobesa

Frase 7: «Gastar el lenguaje. Frotarlo. Hacer que pierda su primera capa por defecto del desgaste. Hacer que abandone la correspondencia inmediata. La previsible. La que busca la ingenuidad de nombrar las cosas en base a la referencia o a la analogía. Buscar una palabra. Una sola». (Eugenia Almeida)

Florencia Vercellone: Una de las grandes satisfacciones que tengo como lectora es sentirme conmovida con una frase. Quizás sea demasiado reduccionista mi pensamiento, pero para mí tan sólo por un par de palabras dentro de un párrafo, un libro se vuelve inolvidable. ¿Cómo explicarlo? Será quizás porque mis lecturas parten siempre de una observación algo (mucho, en realidad) realista y me cuesta conectar con cualquier historia. Por eso busco repetir con cada libro ese momento, ese instante donde un relato se convierte en pura magia y descubro -no sin asombro- que cada palabra fue escrita con una convicción determinante y elegida porque era eso o ninguna la que podía describir aquello que se quería decir. Creo, sin exagerar, que es una de las tantas formas de la felicidad. 

Fernanda Pérez: «Hay muchas palabras para decir tal vez lo mismo. Pero solo hay una que tiene la potencia, la sonoridad y el significado que necesitamos para ese texto en el que estamos y trabajando.  Hallarla es difícil. Más de una vez, escribiendo, he dejado un espacio en blanco detallando al lado: ‘aquí debería ir una palabra que representara…..’. Cuando la encontramos, todo el texto empieza a funcionar». 

Abelardo Castillo

Frase 8: «No intentes ser original ni llamar la atención. Para conseguir eso no hace falta escribir cuentos o novelas. basta con salir desnudo a la calle». (Abelardo Castillo): 

Florencia Vercellone: Cuando vi esta frase rápidamente recordé tantos libros leídos (que no vienen al caso) y quedaron atrapados en esa legítima –por supuesto- pero también gastada idea de tan sólo llamar mi atención. Creo que en literatura lo único que vale es el estilo propio, esa voz original que cada escritor o escritora lleva consigo y que surge después de infinitas formas de equivocarse. Por decirlo de alguna manera, lo que importa no es el qué, sino el cómo se cuenta algo. Y  qué dicha cuando descubrimos que un libro es parecido a muchos pero igual a nada.     

Fernanda Pérez: «A veces para llamar la atención solo basta con esa desnudez. Dejar al descubierto lo que queremos contar, sin artilugios, sin posturas impuestas… Escribir es estar un poco al desnudo». 

Frase 9: «En realidad, no soy escritor, sino -como decía Unamuno- soy un hombre que escribe». (Mario Levrero).  

Florencia Vercellone: La discusión sobre separar el autor de su obra ha dividido y seguirá dividiendo aguas en estos tiempos modernos. Particularmente, siento que el error está en caer no en descubrir las posturas, ideologías o pensamientos de ese hombre o mujer que escribe, sino querer juzgarlo o juzgarla a partir de eso. Quizás porque como periodista uno sabe que la objetividad no existe porque somos sujetos críticos de nuestro tiempo, que entiendo que un autor reflejará en su producción aquel universo simbólico que lo acompaña y que estará en su inteligencia y astucia jugar con las diferentes perspectivas que puede tomar de un tema o de otro. Particularmente, me siento muy identificada con Levrero y Unamuno, me cuesta bastante considerarme escritora, aunque no dudo en presentarme como una mujer que escribe. Primero el sujeto y luego el verbo, quizás porque mi escritura estará atravesada siempre por esa mujer que soy.

Fernanda Pérez: «Es una reflexión similar a lo expuesto por Drucaroff. Creo que es difícil decir ‘soy escritor’. Pero el hecho de no ponerlo en palabras, también ha llevado a que este oficio sea precario. Me sorprende encontrar escritores que no tienen el coraje para reclamar sus regalías, pelear contratos… Este debería ser un trabajo con las mismas garantías laborales como cualquier otro». 

Frase 10: «Se dice de mí que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente leen correctos miembros de sus familias. Para hacer estilo son necesarias comodidades, rentas, vida holgada. Pero por lo general, la gente que disfruta tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura». (Roberto Arlt) 

Florencia Vercellone: El ejemplo de Arlt se ha repetido muchas otras veces en la literatura y el arte en general. Aquel artista pocas veces reconocido que después de su muerte se convierte en consagrado. Y aquí los nombres de mujeres llevan la delantera ¿Cuántas veces se deslegitimó o criticó las obras de Austen hasta que la academia británica la tomara en serio y no simplemente como un relato costumbrista de la época? ¿Cuántos libros son hoy catalogados de “malos” simplemente porque es leído por mayorías y no encajan en los cánones instituidos? Las palabras de Arlt son fuertes, es verdad, porque salen de la boca de un hombre de su época que vivió siempre en las márgenes de los “salones” como establece él y al que le gustaba provocar a los representantes del poder. Sin embargo son tan ciertas como  vigentes.

Fernanda Pérez: «Si por aquellos años se decía que Artl escribía mal… ¿Qué nos queda al resto?».  

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