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«Empecé una novela que me tiene bastante fascinada donde hablo de los Osorio».

La escritora cordobesa Cristina Bajo participó de una Experiencia Babilónica on line y, entre otras cosas, adelantó que está comenzando a escribir una historia protagonizada por uno de los primeros Osorio, pero ambientada en el 1600. La autora de la saga más leídas en el país del género novela histórica contó acerca de este nuevo proyecto que la tiene muy entusiasmada y también deslizó que, incluso, no descarta darle continuación a "Esa lejana barbarie".

Una de las escritoras cordobesas que mayor aceptación ha tenido en los públicos de diferentes partes del mundo debido a las traducciones de sus novelas y se ha convertido en la dama del género de narrativa histórica en el país no deja de trabajar noche y día en sus proyectos, y aún a sus 84 años (está a punto de cumplir 85 en realidad), se embarca en nuevas investigaciones y propuestas que le hacen colegas y lectores. Como la invitación surgida por Babilonia Literaria para realizar una charla virtual en tiempos de cuarentena y hablar de su celebrada saga de la familia Osorio.

Audaz, enérgica y sumamente generosa, como siempre se ha presentado, Bajo no dudó en aceptar dicha idea que incluía lidiar con plataformas virtuales pocas veces usada por ella, y le regaló a una audiencia federal y sumamente atenta a su palabra, una tarde colmada de secretos sobre la trastienda no sólo de su escritura sino también de sus inolvidables personajes.

Cristina Bajo

Desde su escritorio, en ese corazón de manzana donde vive al oeste del centro cordobés, Bajo desplegó curiosidades y perlitas acerca de la forma en que fue componiendo la inolvidable saga que comienza con “Como vivido cien veces” y finaliza con “Esa lejana barbarie” y aprovechó, además, para anticipar algunos de los textos en los que está trabajando, entre ellos, una nueva historia protagonizada por el apellido Osorio.

La jornada literaria junto a Cristina Bajo tuvo todos los condimentos: nostalgia -rememorando escenas y diálogos de cada una de las cinco novelas de la saga-, entretenimiento -narrando el detrás de escena de su escritura- y, por supuesto, muchísimo humor, infaltable en el temperamento de la escritora. A continuación, a manera de síntesis hacemos un repaso por la entrevista realizada, haciendo foco en su última parte, donde la autora cuenta detalles sobre sus nuevas producciones.

Libro x libro

La jornada estuvo organizada a partir de la observación de los cinco libros de la saga, haciendo especial atención en algunos de sus personajes. Tanto Fernanda Pérez como Florencia Vercellone seleccionaron nombres inolvidables del elenco de la saga y la autora se detuvo narrando algo especial de ellos.

(Ojo que hay spoiler)

“Como vivido cien veces”

  • Harrison y Gaspar Indarte (la dupla masculina que se disputa el amor de Luz Osorio durante toda la saga): Sobre ellos, Cristina Cuenta: “Estos dos personajes nacieron como hechos ya, no tuve que agregarles casi nada. Siempre a mis personajes los pienso muchos y entonces en el momento que escribo ya tienen vida y nacieron con esas condiciones. Y ninguno de ellos puede dejar de ser quién es hasta el final”.

En tanto, sobre una escena en particular a la que se hizo referencia, donde Harrison y Gaspar Indarte se encuentran en una reunión en Buenos Aires, Cristina Bajo señaló: “Lo que quise destacar ahí –y creo que me salió bien- fue: en primer lugar, que Harrison quería demostrar que Luz había confiado en él y le había contado todo lo que había pasado con Indarte. Y por otro lado, está Indarte, más latino, criollo, argentino, más militar, no te olvides que el otro era no sólo inglés sino comerciante, más prudente. En cambio el militar siempre sabe del arrojo, de saber cuándo va a atacar a pesar de saber que va a perder. Allí demuestro la psicología de ambos, sus orígenes y muestro dos tipos inteligentes que van a tener una conversación, ante todo, y no van a salirse de la huella. Y por otro lado, lo de la copa llena y la copa vacía representa la idiosincrasia de cada uno. Un inglés si sabe que va a atacar no bebe y el otro para atacar bebe. Y eso muestra la diferencia entre dos países”.

  • Severa (criada de la familia Osorio durante toda la vida, criolla hija de esclavos y liberta): “Severa es una persona que yo conocí, que era negra. Yo tenía unos 6 años cuando la conocí y ella vivía en la pieza de quien había sido su ama, una señorona de Córdoba, y la pieza que yo describo de Severa, con todos los santos, es esa pieza. Era una negra grandota, muy respetada por la familia. Y esa ceremonia donde Severa entierra a Facundo (Quiroga) – donde dice que la próxima no va a salir vivo de Córdoba- me la contaron cuando yo era chica en Cabana. Y me impresionó tanto que la tengo anotada en un cuaderno hasta el día de hoy. Esa brujería me lo contó una señora de allá (Cabana) que tenía fama de ser bruja, doña Euladia, a quien yo le conocí algunas cosas que me pusieron los pelos de punta”.  

 

“En tiempos de Laura Osorio”

  • Misia Francisquita (tía soltera, la mayor de los primeros Osorio): “Misia Francisquita iba a ser un personaje que iba a salir solamente a justificar el sótano de Los Algarrobos y lo que hay ahí. Y nunca más iba a aparecer. Pero la hice tan fuerte que no me pude desprender de èl. Y ella fue creciendo y la llevé hasta el final y se me fue de las manos, porque más de una vez hizo cosas que no quería que haga.

         Sobre un dicho de Misia Francisquita en una escena donde –luego de poder controlar una situación en particular- se va a tomar “una siesta de un ojo”, Cristina Bajo confesó: “Muchos de los dichos que les hago decir a los personajes son tomados de alguien. Y eso se lo oí a una señorona de Córdoba. Todas esas cosas yo los tomo y los anoto. La escena tan comprometida de Roberston las tomé exactas de un inglés que hizo el viaje a Córdoba con un cordobés y se encontraron con unas chicas que estaban haciendo morcillas en un rancho. Es una escena verdadera. Muchas cosas que pasan desapercibidas son sacadas de libros de viajes o viajeros.  Yo me he divertido mucho escribiendo las novelas y me han dado muchísima satisfacción, porque en estas novelas están muy entrelazado la poca invención mía con personajes y hechos totalmente reales. Como cuando venían quemando al Santo Pérez cuando mató a Quiroga, todo eso sucedió”.

  • Laura Osorio (protagonista de la novela. Prima de Luz y el Payo): Sobre la templanza de Laura en diferentes situaciones particulares y complejas que tiene que atravesar: “A mí me gustan que los personajes tengan sus debilidades y carencias, como todo ser humano, pero que sean personas nobles. Y mis personajes deben saber del poder que tienen para ayudar a los demás. Un poco así armé la personalidad de Laura y de cada uno de los personajes, no todos, pero algunos sí. En casa nos criaron con ese concepto. Y más de una vez me vi yo o mis hermanos envueltos en problemas -no tan graves-, pero podríamos haber sacado ventaja y sin embargo dimos un paso atrás y le dimos lugar a quienes estaba en peores condiciones. Y eso no tiene que ver con la clase social, sino con lo que a uno le enseñan en la casa.   

“La trama del pasado”

  • Calandria – Ignacia (dupla femenina que se disputa el amor del Payo): “Ignacia surgió antes porque le tenía que dar una hija a Leonor. Pero me costó encontrar el personaje de Ignacia, un personaje para Fernando porque para esa etapa que iba a tener que vivir más en la ciudad que en el campo, pero no podía ser cualquier mujer. Encontré en una novela española del siglo XIX el personaje de Ignacia armado más novelescamente, como una dama pirata que se escapa de la casa. Yo tomé ese personaje y lo fui armando. Una mujer de clase, pero bastante montaraz como para que guste a él: cazadora, que hace esgrima… que eso de la esgrima lo saqué de unas memorias de Lucio V. Mansilla. Y se parece bastante a Calandria porque es capaz de incluso darle cada dos por tres una cachetada al Payo. Es provocadora, y siempre te queda la duda si es del todo honesta como debían ser las señoritas de la época”.
  • Payo (protagonista de la novela. Hermano de Luz): “Siempre he contado que tengo la muerte del Payo escrita desde el primer tomo. Que iba a morir, pero no lo pude matar. Se impuso como suelen imponerse los personajes míos para morir, bueno, este se impuso para vivir. Y por otro lado el Payo, a pesar de sus ausencias, y sin querer, posiblemente por esa cualidad algo aniñada pero profundamente filial, él toma el mayorazgo de los Osorio y no Sebastián, que es el hermano mayor. Él lo representa. Y Fernando tiene muchas cosas, incluso las incongruencias, de uno de mis hermanos que quería muchísimo, Eduardo. Algunos de sus dichos o incluso algunas posturas físicas y sus reacciones.

 

“Territorio de penumbras”

  • Mercedes (esposa de Farrel. Personaje secundario de la historia): Ante la pregunta sobre la construcción de este personaje que parece muy pequeño pero que al final se descubren muchas cosas que hizo a escondidas, ella señaló: Vos que vas a decir que soy una bruja. Pero yo desde el primer momento ya sabía lo que había hecho este personaje y nadie sabía. Y me regodeaba pensando en todo lo que los lectores todavía no sabían y yo sí. Y lo voy contando de a poco en cada libro. Creo que las mujeres que escribimos somos un poco urracas, guardamos en el canasto cosas y las vamos sacando como si fueran las piezas de un rompecabezas”.

 

  • Farrel (comandante muy conocido de la familia Osorio): También a razón de la construcción de personajes secundarios que toman protagonismo en la trama: “Para mí el gran constructor de personajes es Dickens y él dice: no hay personaje pequeño. Todo personaje tiene que tener su momento no puede estar porque sí, tiene que llenar un hueco (familiar, social, cultural, etc). Y Farrel es un personaje que yo conocí y del cual me enamoré cuando tenía 5 o 6 años. Era un amigo de papá de Río Cuarto y el apellido era Farrel. Lo vi uno o dos veces pero estuve años enamorada, como se enamora una niña. Pero nunca más supe de él pero me quedó ese recuerdo de infancia de un hombre que era como actor de cine de esas películas que íbamos a ver al cine a la siesta a Unquillo. Y no sabía cómo, pero siempre quise darle un final feliz”.

“Esa lejana barbarie”  

Sebastián (hermano de Luz y Payo Osorio): “El problema de Sebastián que es muy intelectual, se discute interiormente todo, no es una persona que quiere llevar un liderazgo de ese tiempo. Vive en su mundo y agradece de no tener que llevar las decisiones de una familia adelante. Es un hombre para los tratos y no para la batalla. Y eso lo ves cuando tienen que sacar a Quebracho de la ciudad, que lo mandan a él. Quise representar más o menos lo que se creía que era un unitario de casta”.

  • Inés (hermana mayor de Luz, Payo y Sebastián):  Sobre una escena puntual donde se encuentran Luz e Inés casi al final y se dicen varias verdades, la autora apuntó: “Hay un dicho viejo que dice “Si viene la muerte que me encuentre confesada. Y un poco ese encuentro entre Luz e Inés viene porque quise darles paz. Este fue como un punto final, como dice Dickens también. Él subrayaba que hay que darle la puntada final a todos los personajes, y creo que en alguna medida en esa escena le di la puntada final al resentimiento entre ellas dos”.

¿Una nueva novela de los Osorio?

Luego de esta primera parte, Cristina Bajo respondió varias preguntas de las coordinadoras y también del público presente. Aquí las reproducimos:

-¿Qué estás escribiendo por estos días?

-Estoy escribiendo como cinco libros juntos. Solamente uno es de narrativa. Estoy armando un libro sobre la vida privada en Córdoba, no muy sesudo, pero sí de divulgación, para quienes quieran saber, entretenerse y tener datos -si te gusta escribir sobre eso-. También estoy escribiendo uno sobre las primeras capillas coloniales de Córdoba, casi terminando un libro sobre mitos griegos que me han pedido desde Buenos Aires para chicos y jóvenes y terminando uno que es sobre Las Mujeres de los vencidos, que son estas historias trágicas que quedaban viudas o solas en la guerra civil de argentina entre unitarios y federales. Y empecé una novela que me tiene bastante fascinada del año 1600 donde hablo de los Osorio.

-Sería algo así como una precuela…

– Claro, pero el Osorio este va a ser uno Osorio que vuelve de España, que ha sido un sinvergüenza, un gran pecador con muchos defectos, pero que en un momento dado lo toca la luz de Dios y se hace cura, se hace Mercedario. Y está estudiando unos libros raros, ha estudiado ciencia y el personaje femenino es una de las primeras mujeres de Los Algarrobos. Todavía no sé dónde voy pero va a estar interesante. Tengo cuatro o cinco capítulos escritos…creo que están bien… Tengo que ver la forma de terminar algunos de los libros empezados así me quedo tranquila que van a salir a fin de año o principio del año que viene y seguir con éste. No me preocupo mientras tanto, porque tengo un cuarderno de muchas notas con escenas que se van ocurriendo, que luego las tengo que pasar a la computadora.

¿Y de dónde salió la idea?

-Resulta que yo estaba haciendo un curso sobre la historia de los Mercederios, y de pronto encontré que desde el primer día de la orden hasta finales del 1700 hay por año uno o más Osorio que entran a los Mercedarios y me pareció muy interesante. Y empecé a tomar nota de esto para ver después e investigar qué habían hecho. Y voy a contar el principio de Los Algarrobos.

Cristina Bajo participó en otras oportunidades de las charlas de Babilonia.

¿Y hay posibilidades de continuar la saga?

-Tengo muchas ganas de seguirlo, pero no estoy segura. La historia política argentina es tristísima. Es decir, a partir del 25 de mayo nunca más tuvimos períodos amplios o continuados de paz y crecimiento o estabilidad ciudadana. Es una llanura que por momentos se vuelve abrupta. Pero me pasó que muchos descendientes de militares que yo nombro en la saga, como ser los Pacheco, Paz, Mitre, Lamadrid, Urquiza y los Lagos, con lo que -hasta el día de hoy- me escribo, me preguntan por qué no seguí escribiendo. Y yo les digo que la terminé ahí porque en ese momento la idea que había era que podíamos salir adelante como país: que podríamos librarnos de la centralidad de Buenos Aires, de convertirnos realmente en una confederación de estados con provincias respetadas por la capital y que la capital fuera eso y no una provincia que nos devora. Entonces no quería seguir porque iba a tener que caer en lo mismo en pocos años. Me deprimía, quería dejar en el lector eso de que todo podía cambiar. Pero ahora me lo estoy replanteando a mí misma. Y yo, que invento mis novelas de noche cuando apago la luz, todas las noches sin querer me pongo a pensar en cómo podría ser la continuación de “Esa lejana barbarie” (risas). No sé si lo voy a intentar. 

Sabemos que tu rutina de trabajo es algo nocturna, pero ¿podrìas describirla en particular?

– A la noche tengo un ritual. Mi noche empieza a las 7 de la mañana, entonces, cuando llego a mi dormitorio leo el libro “Los 5 minutos con el Espíritu Santo” que me hace muy bien. Después leo una hora, hora y media, a veces si me gusta mucho me agarran las 9 de la mañana y todavía no apagué la luz o se me acaba la batería del Kindle y tengo que apagar a la fuerza.

Y luego de eso me pongo a pensar en qué voy a escribir al día siguiente. Cuando me levanto, me pasa algo parecido. A la mañana, o mejor dicho cuando me despierto, que son las 3 o 4 de la tarde, lo primero que hago es pensar en qué voy a escribir ese día y retomo lo último que pensé. Siempre me ha ayudado esa manera de elaborar -de noche- los capítulos.

Generalmente no empiezo escribiendo en la computadora, sino a mano. Tengo muchos cuadernos, tengo cuadernos y lapiceras en todas las habitaciones, incluso en el baño, y un par de anteojos, así no tengo que salir a buscarlos. Entonces voy haciendo bocetos. O, por ejemplo, leo una palabra que me gustó y hago una frase para utilizarla, aunque no tenga nada que ver con lo que leí.

Para mí el proceso de escritura es como armar una manta o un encaje. Vos vas poniendo retacitos, vas armando, y de pronto te das cuenta tenès una colcha hecha, cuando en realidad eran cosas inconexas.

Después las paso en la computadora y cuando llego a un punto donde no sé para dónde voy, freno y lo dejo dos o tres días. De noche, corrijo. Después que lo dejé, lo agarro a los días, lo leo y le encuentro todo los defectos y corrijo la estructura. De esa manera voy armando.

Hay capítulos, como ser el de Luz del final, había llegado a ese punto del libro y no sabía cómo terminarlo. Lo leía y lo volvía a leer, le escribí un capítulo y lo descarté. Pero el día que escribí ese capítulo firmé la sentencia de muerte del libro, quiero decir, que sabía que iba a terminar y cómo. Yo no le pongo a los libros una página, una fecha, el libro mismo me dice cuándo tiene que terminar. En eso soy muy instintiva, y me ha resultado. Calculá que tengo 84 años y escribo desde que tengo 9. Eso me ayuda, es una forma de trabajo, medio caótica, pero me da resultado. Pensar de noche y escribir de día.

Dejás que las ideas vayan decantando…

-Claro voy decantando y descartando. Tengo capítulos enteros que los vuelvo a leer y los podría usar, como ser: unos del El jardín de los venenos que son hermosos y digo: tengo que hacer una novela para usarlo (risas). Soy una urraca. Tengo cuadernos de cuando era chica guardado, notas, tengo oraciones que más me gustaban. Porque yo encuentro frases maravillosas, que tienen dos mil años. Hay una que encontré que la quiero usar de título que es “De lágrimas amargas y tinieblas merecidas”. El libro ese que estoy escribiendo podría llamarse, “De tinieblas merecidas”.

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