Soledad Ranzuglia: "La palabra con fuerza anímica es una revolución sagrada".

 

 

El próximo jueves 23 de agosto, se presentará en el Rincón Cultural de Dinosaurio Mall el libro “Diario de una Mujer”, de la poeta cordobesa Soledad Ranzuglia, séptimo libro de su autoría, que pone en la mesa sentires y vivencias femeninas en un tiempo donde la (re)construcción discursiva del género está en boca de todos.

Para Ranzuglia, radicada desde hace décadas en la ciudad de La Cumbre, la poesía no es solo un género literario en el cual se siente cobijada, sino una forma de ver el mundo y la vida, y es desde ese anclaje real donde ella crea, construye, erige textos como puentes, que buscan llegar del otro lado, llegar a quien los lee, tocando fibras muy íntimas.

Es que para la poeta, también docente de talleres de escritura creativa tanto en su ciudad como en Córdoba, la palabra es puro movimiento que va y viene de quien sale y a quien llega, y por eso, como lo señala en esta entrevista, siempre hay «un texto diciendo y  una página capaz de leerse». Para Ranzuglia, la palabra no es tomada o pensada sino habitada y a esa filosofía literaria, ella le pone el nombre de «lenguaje y tiempo circular». «El lenguaje circular parte de una cosmovisión que le dona a la palabra su función simbólica; no la ve como segmento o sentido prefigurado sino que la vacía para ser llenada», dice en diálogo con Babilonia en los días previos a su presentación, que será la ocasión para descubrir sus nuevos poemas y también hacer un repaso por sus anteriores trabajos.

 

– “Diario de una Mujer” es tu séptimo libro como autora, y llega en un momento donde “lo femenino” se construye y re-construye día a día, ¿desde dónde te anclaste vos para hablar como mujer? ¿Qué está integrado, para vos, en la palabra Mujer?

– En esta oportunidad la palabra Mujer alumbra un diario de experiencias cotidianas, donde lo íntimo es aquello que se comparte, la iridiscencia. Cuando alguien amado emprende la partida, lo que nos queda no es lo anecdótico, sino aquel brillo sustancial e inspirador donde uno suele saciar la sed primera desde una profundidad nueva y antigua al mismo tiempo. Cuando amamos no lo hacemos para nada, sino para crear más vida, y el sustento es justamente el sentimiento. Lo que no vemos, se vuelve luz capaz de recrearnos como mujeres y como hombres, por ese motivo siento que es la música quien afina el instrumento y no al revés. Nací mujer y el gesto de enriquecer mi pequeña porción es lo que me lleva a escribir poesía; creo que lo que nos completa es lo que somos capaces de recibir desde el silencio creador. Luego se comparte. Diario de una Mujer me revela en la presencia, no construida, sino inevitable. Aquella que asoma por encima de la línea del tiempo, a veces audaz, o tímida, pero presente. Lo integrado en mí, es lo que se viene integrando desde ese movimiento. El proceso creativo -descubro- es una invitación a despertar el principio femenino de la recepción y al mismo tiempo el principio masculino de la extensión, vitales en cada ser vivo.

 

¿Creés que puede la poesía ser también herramienta de cambio para pensarnos a nosotras mismas?

– No siento que haya un modo de pensarnos para cambiar. Siento, sí, un modo de con-movernos lo suficiente, capaz de iluminar nuevos pensamientos y otra génesis al pensar. Entonces el cambio es por crecimiento. Para ello es el arte. Lo primero que hicimos al nacer fue inspirar. Luego seguimos inspirando. La atención puesta en ella, logra que podamos ser pensados por semejante fuerza, el pensamiento siempre lleva a la acción. Cuando no sucede, es porque le falta fuerza anímica. El arte siempre señala una dirección de altura y al no enfrentar un compromiso intelectual porque no busca convencer, pasa directo al corazón de la gente, la cual decide por afinidad si le es viable o no en ese momento de su vida.

No creo en la descripción de lo disfuncional como motor de cambio. Tampoco conozco -a esta altura- la dirección. Creo sí, en la experiencia luminosa como lumbre sustancial de nuestras sombras. La palabra con fuerza anímica es una revolución sagrada.

 

Cada libro, como un reflejo del paso de los años, muestra también una nueva manera de ver el mundo de su autor. ¿qué refleja Diario de una Mujer de vos en tu presente?

– Diario de una Mujer revela en mí una potencia inusitada desde lo íntimo. Soy quien cree que “No solo una mujer inaugura el corazón de los hombres, palabra que no” (Poema del libro). Estoy aprendiendo a leer lo que sucede, a hacer lectura de los hechos, descubrir el detrás de las formas, de las miradas y llego a un punto muy crucial en mi camino: no habrá más muerte, sólo fosforescencia. Tímidamente el libro afirma la belleza de la continuidad de lo que amé y aún sin la presencia física, sigo amando. Es un libro vital.

 

-Además de escribir y editar, hace más de diez años realizás talleres de escritura. En tu rol de formadora, ¿qué es lo principal que aconsejás a tus alumnos la hora de la creación?

– Lo primero es invitar a escribir sobre aquellas personas que sin querer o queriendo, nos indicaron el amanecer por encima de los alambrados. Cuando hablamos de escritura creativa, nos referimos a la palabra creación, y no hablo de religiones sino de un sentimiento que nos revela unidos a lo creado. Para mí, si alguien decide crear, debe buscar donde hay y ahí se produce el encuentro. Entonces hay un texto diciendo y yo leo una página capaz de leerme. Esa es la diferencia con un escrito catártico, que son personales y tienen la función de limpiar la mente de contradicciones. No pueden confundirse. Hay un trabajo que realizar. Un escrito es agua clara que beben todos, no puede estar contaminada, ni el autor quiere eso. De allí surge el discernimiento dentro de la misma persona para hacer el bendito tamiz. Luego sí, asciende como la hierba fresca, un texto que refiriéndose a cualquier temática, ya sea una tragedia o un instante, logra extender una mirada lúcida, invencible. A veces en dos renglones.

Hay muchos modos de acceder a la fuente en cada uno de nosotros, y muy válidos; yo sólo comparto un modo más, el que vengo trabajando a solas. La palabra es una matriz vacía y ha de ser llenada con el ánimo de quien la escribe. Ese es el punto. Entonces se vuelve palabra habitada y no pensada. Palabra que comunica y no que busca comunicarse. Vengo realizando el pasaje de tiempo y lenguaje lineal, a lenguaje y tiempo circular. Es un modo de nombrar con la experiencia de continuidad. El lenguaje circular parte de una cosmovisión que le dona a la palabra su función simbólica; no la ve como segmento o sentido prefigurado sino que la vacía para ser llenada. Las palabras crecen como nosotros desde una semántica con geografía sentimental. Me siento muy feliz con la tarea, siento vocación también en este encuentro. Me emociona cuando escucho en alguien su propia voz. Tengo oído en ello. Y sé que su alegría será un mojón para regresarse, aún cuando el taller pase al olvido. Mi propósito es que las personas, queden en sus propias manos. Eso es libertad. El taller es un tiempo y debe poder abrir los cauces en la vida cotidiana. Una taza de té a solas frente a una hoja en blanco en una tarde de lluvia, es una maravilla. Lo que sí debo aceptar que no soy útil para todos. Sólo con aquellas personas que como yo, hemos aceptado que la creatividad parte de recibir y vencer los temores a los nuevos márgenes. Muchas veces sucede que alguien quiere escribir con lo que piensa y está tan segura de ello, que su mente y su registro de tiempo o su vivencia debe ser escrita así, entonces desde lo sintáctico ir a lo semántico no podría. Hay personas mejores entrenadas que yo para eso.

 

 

 

– Después de tantos años, ¿hay un perfil de quien quiere convertirse en escritor que fue cambiando con el tiempo? ¿Edades, género, profesiones?

– Hoy muchas gente busca la expresión escrita. La escritura es un arte explícito y por ello requiere precisión. No hay condiciones de edad o género, hay sí una imprescindible: que tenga corazón. En Oriente la etimología de la palabra corazón, incluye el sentimiento y la inteligencia emocional.

 

 

– Has llevado la poesía y la literatura también a la televisión y a la radio con el ciclo “Poesías en concierto”, medios de comunicación que quizás no están tan emparentados con el verso, ¿con qué desafíos te encontraste? ¿qué aprendiste de esa experiencia que se repitió tantos años?

– La poesía nació siendo oral, canto de plazas, plegarias a viva voz en la sucesión del tiempo, en el día a día de hombres y mujeres que no quieren olvidarse de nombrar lo que se quiere. En el año 2004 publiqué el libro Todos Somos Creadores, en el cual el poema “La Cumbre” fue reflejado en una producción televisiva junto al canal local Canal 11 La Cumbre, con personas y paisajes representativos del lugar. Lo presentamos en el cine y fue una fiesta. Hice un homenaje a la sociedad receptora que es el criollo, nacido del silencio deslumbrante de las sierras y quise reflejarlo en consonancia a los que llegaron luego, el inglés y demás. Comparten el mismo silencio. El título del libro fue una confirmación. En el video focalicé las miradas y quedó más que claro. Luego el programa tuvo una gran permanencia y llegada en todos. Venían serranos a caballo a mi casa a traerme su memoria de cantos y me sentí honrada. Los chicos jóvenes, las mujeres que tal vez nunca tocaron un libro de poemas, se referían a  la palabra con una suavidad que no olvido. Me sorprendieron los hombres en su costado femenino, la dulzura y la firmeza. Me decían que cuando llegaba el viernes a la una de la tarde, se hacía silencio en la mesa para escuchar el poema del día. O bien, en la tarde, cuando los chicos llegaban del colegio, ya que se repetía todo el fin de semana. Yo recibía conmovida, agradecida.

En un momento sentí recibir ese movimiento y ofrecí a toda la comunidad, un taller gratis por seis meses, gratis para todos, para la municipalidad, para la gente y fue hermoso recibir a personas que inspiradas querían dar con sus palabras. Quiero aclarar que lo que sucedió fue obra de la poesía. Grabar los programas en La Urraca, de Susy Withrington, ha sido un acierto en La Cumbre. La delicadeza y la compañía de la obra de su esposo Miguel Ocampo, sumado a la música lograron el ambiente poético por más de ocho años.

Con la poesía en los medios no hago más que devolverlaa su simiente, a lo cotidiano. Nació allí. Hoy en lo presencial he creado dos ciclos literarios “Mirada de autor” y “Libros Invisibles en La Cumbre”. Presidí nuestra querida Sociedad de Escritores de La Cumbre en dos gestiones, la primera y la penúltima y junto a la comisión no he hecho más que llevar nuestros autores a las calles, a bares, a leer en los atardeceres, los libros de cada uno de ellos. Entonces siempre es sábado. La alegría provoca el anhelo de ir por más y se abren así los nuevos géneros. Ese es el propósito, la obra que circula, no los edificios.

 

Por último, decís que la poesía, antes que nada, es una manera de ver la vida. ¿Qué repercusiones ha tenido en vos –de manera personal- esta forma de observar la realidad a través de versos?

– Hoy sé que cuando niños, éramos felices sin motivos, sin condición…  Y no era que no sucedían hechos difíciles, disponíamos de otra mirada. Bien, anuncio que esa mirada es una visión en cada uno de nosotros y sigue VIVA. Sus frutos son las pro-visiones. Escribo para anunciarle a la noche, el arribo definitivo del amanecer.

 

Presentación de libro

Soledad Ranzuglia presentará su libro «Diario de una Mujer» el próximo jueves 23 de agosto en el Rincón Cultural de Dinosaurio Mall de Rodríguez del Busto, en un encuentro que contará con la presencia de su colega Fernanda Pérez. La cita es a las 18.30, con entrada libre y gratuita. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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