Siete razones para ver “Sherlock”

La elegida para hoy en Libros que traspasan el papel es la serie «Sherlock», emitida en cuatro temporadas desde el 2010 al 2017 por la BBC de Londres y que hoy puede disfrutarse de principio a fin en Netflix. En este comentario te contamos cuáles son sus principales bondades de esta adaptación del clásico de Sir Arthur Conan Doyle ambientado en pleno siglo XXI, para no dejarla pasar en el abanico de opciones de streaming.  

 

 

 

Estrenada en el año 2010 y finalizada su televisación por la BBC en 2017 –aunque hasta el año pasado se habló de una quinta temporada-, «Sherlock» es una serie más que interesante para disfrutar desde la comodidad de nuestra casa y un claro ejemplo de cómo reinventar un clásico de la literatura universal ambientado en pleno siglo XXI.

 

Es cierto que –mes tras mes- llueven nuevas historias en las plataformas streaming, pero también es cierto que si una serie es realmente muy buena, sería poco inteligente no aprovecharla, sobre todo si cuenta con una excelente producción y está basada en una historia que ya sabemos que ha funcionado a la perfección en el papel.

 

Por eso te contamos estas «7 razones» para ver “Sherlock”, producción británica creada y dirigida por Mark Gatiss y Steven Moffat (Doctor Who) para la BBC, protagonizada por Benedict Cumberbatch & Martin Freeman haciendo la versión moderna del detective Sherlock Holmes y su compañero John Wattson.

 

1. La variable fundamental que sostiene de principio a fin la serie es el protagónico de un actor de la talla de Benedict Cumberbatch (The imitation game / Brexit / entre otros filmes). Atento a las características fundamentales de un personaje como Sherlock Holmes, el actor inglés decidió hacer foco en el perfil más introvertido del personaje de Arthur Conan Doyle, para darle una vuelta por demás interesante a su papel. Continuamente analista, hermético, antisocial y ermitaño, el Sherlock de Cumberbatch roza el síndrome de Asperger y genera más distancias que cercanías con su socio Watson. «Hay una gran carga que recibo por interpretarlo, porque el volumen de las palabras en su cabeza y la velocidad del pensamiento… Realmente tienes que hacer las conexiones increíblemente rápido. Él va un paso por delante de la audiencia, y de los que están a su alrededor con inteligencia normal. Ellos no pueden entender muy bien dónde lo lleva su mente.», dice Cumberbath sobre su personaje, quien lo ha llevado al estrellado en los últimos años gracias a un rating que marcó un récord de más de 11 millones de espectadores.

 

2. El John Watson que acompaña al Sherlock del Siglo XXI es también distante y calculador y la diferencia fundamental con aquel personaje de la época victoriana es que ha quedado inválido luego de combatir en la Guerra de Afganistán. Tímido al principio, seguro a partir del tercer capítulo, Watson es siempre quien otorga el temperamento sereno necesario para atar los últimos cabos sueltos y ayudar a resolver conflictos. El juego de confianza y desconfianza con su “jefe” se arma y desarma constantemente en los episodios, generando también una entretenida tensión en el público. Caracterizado por Martin Freeman (Love actually / The Hobbit), el Watson de la modernidad sigue siendo un hombre solitario y dubitativo, que comienza a descubrir sus propios talentos con el correr de los episodios y que se dará cuenta que su bajo perfil es parte del éxito de Sherlock.

 

3. Puede que este punto sea tomado como algo bueno o malo según el espectador. Para quienes estén acostumbrados a las series tranquilas, puede que la velocidad con que se suceden las escenas en Sherlock lo enloquezca. Por eso vale la advertencia. Sin embargo, cuando uno entra en la dinámica planteada por los directores, el ritmo vertiginoso de la serie ser volverá una adicción. De hecho, según Gatiss, uno de sus guionistas,  las adaptaciones televisivas más recientes de las historias de Conan Doyle habían sido «demasiado reverenciales y lentas», por lo que decidieron traspasar esa rapidez de la mente del detective a la pantalla de la manera más directa. La cabeza de Sherlock, ahora con el uso de la tecnología y su smartphone, deduce a la velocidad de la luz y estas deducciones se replican en paneos constantes primérisimos primeros planos que van al plano general, etc que –incluso- podrán marear al lento espectador. Escenas y diálogos se suceden en segundos y hay que estar atentos para no perderse el hilo de la historia

 

4. “Estudio en escarlata”, “Los planos del «Bruce-Partington”, “Escándalo en Belgravia”, “Los sabuesos de Baskerville”, “El signo de los tres”, el malvado Moriarty y secuaces. No hay que ser muy lector de la trama para entender que el Sherlock versión 2.0 desarrolla los relatos de sus capítulos basándose en las más de 40 historias escritas por Arthur Conan Doyle. Algunos más, otros menos, los episodios se ajustan o adaptan la trama a los libros del clásico de la literatura inglesa y por eso la serie se convierte también en una oportunidad impostergable de leer o (re)leer la obra del escritor del siglo XIX. ¿Cuál es el ABC de un buen policial? ¿Cómo debe resolverse una persecución? ¿Cómo llegar a deducir un crimen imposible? Las respuestas estarán en pantalla, pero antes en los libros, siguiendo el esquema trazado por un relato inolvidable.

 

5. Otro punto que puede leerse a favor o en contra, es la duración de los capítulos. No es recomendable para quienes sufren de ansiedad, y sí para aquellos que toman determinadas series como la posibilidad de ver pequeñas películas. Cada capítulo de Sherlock tiene una duración aproximada de 60 minutos, lo que para muchos puede ser muchísimo para ver a mitad de la semana. Sin embargo, si tomamos en cuenta -tal como lo dijimos-, que la velocidad con la que se cuenta la historia es acelerada, el tiempo será totalmente relativo y la presentación, nudo y desenlace de cada episodio se vivirá como una constante montaña rusa, olvidando la tiranía del reloj.

 

6. Pocos personajes de la literatura son un reflejo tan exacto de la ciudad en la que viven como Sherlock lo es de Londres, y por eso otra de las bondades de esta serie es aprovechar cada episodio para mostrar las bellezas de esta ciudad. Desde su casa en 221B Baker Street hasta hitos urbanos como el Palacio de Buckingham, el Big Eyes, Trafalguar Square, el Big Ben o la Torre de Londres, el detective y su socio caminan las calles de la ciudad de Westminster con cámaras que no pierden detalles de su gente, sus barrios y arquitecturas y sus tradiciones. La fotografía de la serie se lleva también varios aplausos, por lo que ver Sherlock es asomarse también un poco a una ciudad tan seductora como lejana desde estas coordenadas y disfrutar  casi como una road movie.

 

7. Por último, y no menos importante, los capítulos de Sherlock se pueden ver de corrido y sin tener que esperar que desembarquen nuevos episodios. Yo los aconsejo ver espaciados y con tiempo, ya que la información que se presenta en cada uno es mucha, y la velocidad de la misma, aceleradísima. Es una de esas series que es muy bueno saber que está cerca, que se puede ver de manera independiente y que siempre va a entretener porque, es menester repetirlo, cuenta con el aval de un clásico de la literatura que, respetado en sus argumentos y personajes, siempre va a resultar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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