Te compartimos hoy el comentario “La sociedad de los soñadores involuntarios”, del escritor africano José Eduardo Agualusa, editado por Edhasa. Continuando con la línea de libros como «El vendedor de pasados» o «Teoría general del olvido», el autor nos propone nuevamente un viaje narrativo de corte fantástico, hacia una trama donde aquello que soñamos es la verdadera conexión con el mundo que nos rodea.
Podría decirse, aunque las historias planteadas por José Eduardo Agualusa se ubican territorial y temporalmente en lugares concretos, que los relatos del escritor africano habitan universos irreales. No es género fantástico, ni surrealismo aunque hay mucho de Cortázar en su forma de establecer los planteos casi inexplicables de su trama. Tampoco el más puro de los realismos. Es, quizás, un cruce entre aquello que todavía no logramos discernir y que nos excede bajo todo punto de vista en nuestra sencilla (básica, concreta, rutinaria) mirada como seres humanos del mundo que nos rodea y ese tejido de vivencias en simultáneo que habitan en recónditos lugares del planeta.
No es sencillo, pero trataré de explicarlo.
Para Agualusa, el mundo es tiempo y espacio pero también algo más. Ese mapa inmaterial donde confluyen sentimientos y deseos de almas que muchas veces, ni siquiera se conocen. Ese territorio que cruza transversalmente la existencia de los millones de habitantes, pero que sólo pueden notarlo algunas pocas almas sensibles. Algunas pocas almas soñadoras. ¿Podemos nosotros, hombres y mujeres, conectarnos sin quererlo con otros a millones de kilómetros de distancias y ningún contacto previo a través de los sentidos? Agualusa intenta responder el interrogante a partir de cruces oníricos.
En “La sociedad de los soñadores involuntarios”, que sigue la intención de libros anteriores como “El vendedor de pasados” o “Teoría general del olvido”, hay hombres y mujeres que parecen vivir en círculos, en un presente cruento e injusto que les impide sembrar esperanzas, pero que un día podrán mirar más allá de sus narices y a través de sus sueños es que se les revelará su propios destino.
El protagonista principal es Daniel Benchimol, escritor, periodista y gran lector, que de un día para el otro debe afrontar un divorcio y comienza una vida sin familia, alejado de la persona que, quizás, más quiere en el mundo: su hija. Daniel, en su oficio de periodista, es un buscador innato que rastrea vidas ajenas y que si bien ha perdido varias batallas personales, aún no ha perdido el deseo de cambiar el mundo, o por lo menos ese fragmento de país donde le tocó vivir, Angola, que soporta desde hace años una terrible dictadura.
En este buscar incansable conoce a Hossi Kaley, un ex combatiente que dice haber muerto en otras oportunidades y que cuenta con la particularidad de aparecerse en los sueños de otras personas. A Daniel le ocurre, de hecho, que desde que lo conoció, comenzó a soñarlo. También conocerá a Moira Fernández, una artista plástica que fotografía sus sueños en una forma de exteriorizar los deseos y por último, a Hélio de Castro, científico que perfecciona una máquina capaz de filmar los relatos que pasan por nuestra cabeza mientras dormimos.
Los sueños son el material sencillo y a la vez profundo que tiene Agualusa para narrar su historia. Una historia donde sus personajes, como un gran rompecabezas, se van acomodando por piezas y nos van mostrando una imagen mayor que conecta los deseos de libertad, amor, esperanzas y justicia.
Con el correr de las páginas, a Benchimol lo desvelará (o sea, lo contrario a soñar) esta extraña forma en que tienen las personas que los rodean de conectarse con los otros: algunos se aparecen en los sueños, otros pueden decodificar imágenes oníricas, otras fotografiarlas. Mientras tanto, se enterará de que su hija, líder de una insurrección contra el gobierno opresor, cae en prisión y dirige una huelga de hambre junto a sus compañeros, exigiendo libertad. Y será allí donde Benchimol se dará cuenta que el mayor de los sueños (anhelos) no será aquel que se nos devela en estado pasivo, sino en el mayor de los activismos.
A Agualusa parecen gustarle el cruce que se da entre lo simple y extraño que ocurre en el mundo. Ese cruce, que solo somos capaces de descubrir, cuando nos conectamos realmente con aquello que nos rodea. Y créanme, que algo sucede mientras lo leemos. Es difícil de imaginar que con todos los nombres y apellidos que hay en el mundo, dio la «causalidad» que mientras desandaba las páginas de este libro, llevándolo donde iba, participé de una conferencia donde el principal orador era un tal Daniel Benchimol. Al instante encontré la coincidencia sin poder evitar sentir que se me erizaba la piel. ¿Cuántas veces uno se cruza con los nombres los protagonistas de los libros en el mundo real? ¿Cuál real será el mundo? Las preguntas quedaron rondando en mi cabeza, y creo, aunque no puedo verificarlo, que hasta esa noche soñé con él.