El autor cordobés Fernando López, referente nacional del género de novela negra, presentó hace algunas semanas "Lo implacable", una antología que recopila cuentos y un texto breve que escribió a lo largo de varias décadas.
Historias oscuras que demuestran la ductilidad y oficio del escritor para crear atmósferas tremendas en pocas páginas.
Luego de muchas novelas (“Arde aún sobre los años”, “Odisea del cangrejo”, “El mejor enemigo”, “La sombra del agua”, entre otras), una saga que todavía espera el final (la del coterráneo Philip Lecoq) y narraciones sin catalogar, el escritor Fernando López aparece en el estante de novedades en este año pandémico con una propuesta que sorprende.
Lleva por título Lo Implacable (Gogol) y reúne cuentos y un relato breve escritos por el autor durante más de cuatro décadas, recopilados por él con el único criterio de que no desentonen unos con otros. “Los que son divertidos, los humorísticos, quedarían para otra selección”, señaló el autor para Babilonia hace un par de semanas dejando al descubierto, al mismo tiempo, dos cuestiones fundamentales: la primera, que puede haber otra antología propia y –la segunda- que los relatos que nos propone leer en esta ocasión estarán colmados de personajes y situaciones (des)graciadas.
Se trata de textos que guardan historias tremendas, recuerdos de otras vidas, sueños (tal vez) y anécdotas contadas por otros que alumbran -cada una de ellas- complejas realidades y al mismo tiempo son ecos de la biblioteca oscura de López y, por ende, de sus creaciones.
Porque los personajes que piensan y se expresan en estos cuentos, las formas que tienen al hablar o reír, putear, desear, amar o callar, como así los paisajes urbanos elegidos por el autor para ubicar y desplazar cada una de las tramas, o la oralidad a la que el narrador acude para contar lo que sucede, son continuos puentes a la obra anterior del escritor cordobés. En este sentido, resulta imposible, por ejemplo, no pensar en Philip Lecoq al leer o “Ascuas en la noche” o “Jane Avril entrando al Moulin Rouge”, no recordar ese submundo cordobés que palpita y se mueve de los márgenes al centro.
“Lo cotidiano es mucho más oscuro que los temas de mis cuentos”, también apuntó López a Babilonia al comentar sobre “Lo implacable” y sus palabras sirven de antesala para sumergirse en tramas narradas que cuentan aquello que incomoda.
En cada relato López se mete en el barro y deambula, no le tema ni al lenguaje sucio ni a los personajes infames, viles o marginales. Cada palabra vale para narrar lo que ocurre, aunque cueste leerlo. Y su relato, además, trasciende lo moral, como si pudiera ubicar sin problemas a ese narrador, testigo u observador, en ese espacio literario, tan alejado del mundo y sus señalamientos, donde no ingresan los juzgamientos.
López siempre nos quiere mostrar el lado B de las personas, de las ciudades y del mundo. Eso que ocurre a puertas cerradas o en horas de las madrugadas donde las almas de bien duermen tranquilas, en las celdas de una cárcel o en una boca enmudecida por el dolor. Y lo logra, a pesar de que cada párrafo deje sobrevolando sentimientos encontrados de inmensa perturbación.
El revés del tiempo
“Lo implacable”, además, nos invita a una doble lectura. Por un lado sus relatos leídos como novedad dentro de sus publicaciones, y por otro lado, las miradas de esos relatos en el tiempo ya que fueron escritos hace diez o veinte años. Pienso, por ejemplo, en “Un acto de servicio” y de cómo un juez de menores estando de guardia, debe tomar una decisión una madrugada cualquiera, sobre un hecho catalogado de accidente sexual en el Hospital de Urgencias que involucra a un hombre de 70 años (profesor) y una menor de 17 (alumna). Pienso, por ejemplo, en los conceptos que habrán atravesado esa lectura antes y los que la atraviesan ahora. Violencia sexual e institucional, libertad individual, abuso de poder, agresión física y psicológica.
La narrativa de López entonces, se convierte también en fotografías que a veces parecerán antiguas pero otras tremendamente contemporáneas, al describir eso que sigue ocurriendo, inevitablemente, aunque a veces miremos para otro lado.
Por último, y al ser López referente de género policial nacional, este libro es también una oportunidad de descubrir al autor en un perfil de cuentista, el cual –le gusta recordar- lo acompaña desde sus inicios. Con economía de recursos y trazos contundentes, López construye en cada relato una trama donde el suspenso y la tensión se combinan de manera equilibrada demostrando el oficio de una pluma certera.
Por eso se celebra esta propuesta lectora, que pone sobre la mesa –y de manera relevante- la versión cuentista del escritor, quien demuestra moverse como pez en el agua tanto en la narrativa extensa como en estas tramas breves sin perder la eficacia para crear atmósferas tremendas e historias que interpelan.