La autora/editora del sello nacional Chirimbote visitó Córdoba y le consultamos sobre el crecimiento de la colección «Antiprincesas» que comenzó con apenas tres títulos en 2015 y hoy suma un numeroso catálogo llegando a otros países. Fink habló del camino recorrido, de los desafíos de ser editorial autogestionada y también del último libro presentado la semana pasada en la Feria de Buenos Aires, de la antiprincesa Colibrí, abordando la figura de Susy Shocks, la docente, escritora y artista trans.
Desde hace sólo tres años ellas se lucen en los anaqueles de librerías de todo el país, aunque dicen quienes las crearon: Nadia Fink (editora), Emiliano «Pitu» Saá (ilustrador) y Martín Azcurra (diseñador), que estas antiprincesas ya venían dando vueltas como idea desde hacía varios años, cuando cayeron en la cuenta que lxs niñxs argentinxs sólo tenían modelos femeninos y masculinos basados en las historias de Disney, sin ningún anclaje en el terreno regional o la historia continental.
Las primeras elegidas como protagonistas de relatos infantiles fueron Juana Azurduy, Frida Kahlo y Violeta Parra. Y de su mano pudieron demostrar que se podía narrar y construir con otros modelos, las infancias de miles de niñxs. Así comenzó esta historia, con apenas tres títulos, que luego se convertirían en muchos más como parte de una gran colección, la “Colección Antiprincesas”, que fue tomando nuevos caminos, sumando también figuras masculinas íconos de América Latina como el Che Guevara, Julio Cortázar o Eduardo Galeano integrando la «Colección Antihéroes» siempre bajo la idea de ofrecer otros modelos desde donde romper con los cánones establecidos.
En sus inicios la propuesta fue pequeña pero con un gran horizonte, y quienes estaban detrás de ella sabían, aunque no se imaginaban cuánto, que lectores de todas las edades esperaban desde hacía tiempo algo diferente que llegara a sus manos. Y de las antiprincesas y antihéroes en singular se pasó a la Colección «Liga de antiprincesas» y las «Libertarias», y su demanda fue tal que saltaron de una pequeña circulación a una de gran escala, llegando no sólo a importantes tiendas sino a diferentes países de la región.
El camino no fue fácil según lo cuentan los responsables de la editorial Chirimbote. No sólo porque aún hoy sigue siendo un desafío plantear nuevos contenidos en cada una de sus ediciones, sino también por el equilibrio que tratan de mantener día a día para que el hecho de seguir siendo un emprendimiento independiente y autogestivo no vaya en desmedro de la calidad del producto, sino todo lo contrario.
Invitada especialmente para hablar sobre “Infancias y batalla cultural” por La Luna con gatillo, pasó por Córdoba hace unos días Nadia Fink, autora y editora de Chirimbote, y desde Babilonia fuimos a su encuentro para charlar sobre la continuidad y crecimiento de su propuesta dentro de la Literatura Infanto Juvenil, y el valor que tiene cada libro al ser pensado desde el terreno de la autogestión cultural.
Por otra parte, también hablamos con la escritora sobre la antiprincesa Colibrí, contando la vida de Susy Shock, el nuevo título de la colección que toma el desafío de indagar y visibilizar las vivencias de personas trans, ofreciendo otra herramienta para pensar las infancias libres.
– La colección Antiprincesa surgió en el 2015 con tres títulos y como resultado de una investigación sociocultural sobre las infancias, pero después fue tomando un camino propio, ¿crees que sigue bajo las mismas coordenadas la producción de su contenido?
– En realidad la colección fue tomando su propia dinámica. Nació -sobre todo el nombre- para oponerse a las princesas de Disney pero decimos que se fue transformando más en un concepto que en una colección, porque lo vemos y lo escuchamos cuando la gente lo nombra que no tiene sólo que ver con los libros. Sí igual seguimos usando algunos anclajes de la vida de los niños sobre los cuentos clásicos o los relatos de películas. Sin ir más lejos, el último libro que salió de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo acerca de la identidad y restitución de nietos y nietas, lo pensamos sobre la base de Rapunzel a quien durante 18 años le negaron su identidad.
– Las historias o personajes elegidos surgen en medio de un contexto social, cultural y político cruzado por los debates (más o menos encendidos) de la igualdad de género. ¿Esta realidad les es favorable en todo sentido o se han encontrado con un público a veces reacio al contenido?
– En general los libros son muy bien recibidos. Puestos sobre la mesa, el contexto favorece la circulación porque, al no haber mucho desarrollado de feminismo para la infancia, termina siendo positivo hablar de eso. De cualquier manera hay personas que siguen discutiendo los libros pero creemos que hay distintos niveles de discusión.
– ¿Por ejemplo?
– Una cosa es cuando alguien viene a nuestras charlas, plantea su punto de vista y eso abre la posibilidad de discutir o reflexionar personalmente. Y otra cosa diferente es cuando, por ejemplo, dejan un comentario en Facebook donde se ve la impunidad de alguien sentado detrás de una computadora. Esas son sentencias determinantes que muchas veces provienen de trolls. Nos hemos topado con comentarios así, anónimos y con poca argumentación, porque no es lo mismo charlar con alguien que tiene una visión definida y uno puede intercambiar ideas, que hablar con alguien que ni siquiera se tenga la posibilidad de construir algo.
– La gente que se acerca a discutir ideas, ¿qué plantea? ¿Qué no les gusta de los libros?
– A veces se generan dudas, nos preguntan el por qué utilizar el término “anti” porque les resulta poco amigable, o qué lugar ocupan los hombres en esta perspectiva de género. Pero fueron en general discusiones abiertas al diálogo, constructivas. Nunca hemos recibido un cuestionamiento, y son más los que se acercan para pensar o discutir que los que se acercan a atacar y a denostar. Sí ocurrió en las redes o cuando fuimos tapa de La Nación, donde la gente dejó comentarios debajo de la nota.
Editorial 100% autogestiva
– Desde el trabajo editorial, ¿cómo es eso de saltar de un circuito pequeño a uno mucho más masivo que incluye no sólo mayor publicación sino más destinos de envío? ¿Los sorprendió la respuesta del público?
– Desde un principio pensamos que el segmento era pequeño con un público definido y nos sorprendió totalmente lo que fue pasando. De un día para otro tuvimos que comenzar a trabajar muchísimo para cubrir todos los espacios en cuanto a las demandas. Pero por suerte nos rodeamos de gente que también construye colectivamente, como la distribuidora Herramienta. A la vez hay mucha gente que se va acercando porque quiere vender los libros en su ciudad y su país, y así vamos tejiendo redes y ese trabajo de hormiga de quince años a esta parte logra que estemos en todos lados.
– ¿Qué pasaría si de repente compra la idea una editorial más global?
– No creo que podamos pasar a otra editorial porque somos nuestra propia editorial autogestiva y eso nos beneficia en cómo seguir tomando decisiones en cuanto al hacer. Pero sí estamos satisfechos de poder estar presente en grandes cadenas dejando en claro que la circulación a través de circuitos alternativos igual es comercial.
– ¿Para el público a veces lo alternativo no va de la mano de lo comercial?
– Hay como algo de prejuicio, a veces se cree que lo alternativo tiene que ser precario y no es así. Nosotros por suerte vamos trabajando de a poco y con nuestros propios tiempos. Lo cierto es que estamos llegando a todos lados, a Latinoamérica y otros países del mundo. Sí lo que hay que tener es más paciencia, pero ese ritmo tranquilo hace que demos pasos firmes y no seamos un boom editorial que en algún momento deje de serlo y ya no sirva. Los pasos son firmes donde lo que se hace no es sólo por lo comercial sino por el contenido que hay detrás.
– En Córdoba fueron parte de una charla bajo la temática “Infancia y batalla cultural”, ¿difundir cada vez más su contenido es parte de esa lucha?
– La verdad que para dar una batalla cultural hay que hacer algo que llegue a todos lados porque si no le hablamos a las convencidas y convencidos y no se estaría dando una batalla sino una micro lucha. Creemos que para que algo llegue de manera masiva hay que cuidarlo y darle calidad al público, a los niños.
«Ser trans es ser libre»
Susy Shock es escritora, artista, poeta y docente argentina. Ella dice que «ser trans es ser libre» y por eso fue elegida desde Chirimbote para protagonizar el último libro de la colección Antiprincesa, para ser aún más coherente con el objetivo de ofrecer a los niñxs historias reales que ocurren en el mundo.
– Acaban de presentar la próxima antiprincesa, Susy Shock, que habla sobre las infancias trans. ¿Cómo fue abordar esta temática?
– Fue un terreno al que todavía no habíamos entrado porque lo cierto es que también nosotras vamos aprendiendo de gente que sabe más que una, y de esa mano vamos ampliando nuestros temas. Por eso quisimos sumar sobre esto de lo que tanto hinchamos sobre las infancias libres, en pensar cómo podemos multiplicarlas y ser más coherentes con lo que pensamos. Susy Shock es nuestra princesa Colibrí, como le gusta llamarse a ella, porque muta y se llena de colores.
– ¿Cuál fue el desafío desde la editorial?
– Creemos que es un desafío no sólo para nosotras como editorial sino también para el público, sobre todo a las personas mayores. Hay algo muy importante que cuenta Susy que es que a ella la abrazaron de pequeña y ese abrazo le sirvió para que pueda desarrollar su potencial. Pero lo cierto es que la mayoría de las infancias trans no son abrazadas, al igual que otras infancias no heteronormadas. A partir de este libro queremos reflexionar sobre la responsabilidad de los padres en darle a la infancia todas las opciones de ser. Y también lo importante es mostrar que Susy existe y que está viva. Con ella pudimos charlar, tener varias entrevistas, lo que nos permitió constatar y re-pensar el libro a medida que ella lo leía e iba sugiriendo palabras que son propias de su comunidad trans para poder llegar al público lo más trabajado posible. Estamos muy felices de poder afrontar desafíos como éste.