"Mujercitas", 150 años de un simple texto juvenil que se convirtió en clásico

A 150 años de la primera edición de “Mujercitas”, convocamos a cuatro escritoras para debatir sobre esta historia de Louisa M. Alcott que marcó a miles de lectoras y escritoras de todo el mundo. ¿Por qué un simple relato juvenil se convirtió en clásico? ¿Qué re-lecturas podemos hacer hoy de esta historia contada por mujeres, desde una sociedad que sigue construyendo la igualdad de derechos? Gabriela Margall, Gloria Casañas, Mercedes Giuffré y Sandra Comino aportaron interesantes miradas para analizar un texto que parece imperecedero.

 

 

Hace 150 años, un 30 de septiembre de 1868, Louisa May Alcott publicaba por primera vez “Mujercitas” (aunque no fue así su nombre en esta primera edición), novela narrada de manera coral, a través de las voces de cuatro hermanas, una madre y algunos personajes más, que durante la espera del regreso de su padre en la Guerra Civil norteamericana, vivían con pesar, fraternidad, amor y tristeza cada una de sus vidas.

 

Ese retrato tan doméstico, tan de puertas adentro y contado por mujeres, que marcó la vida personal y profesional de su autora no surgió de manera espontánea, sino a pedido de su editor. Conocida es la historia que Alcott lo escribió a demanda, incentivada por la remuneración económica y la presión de su padre, y en vistas de un público joven y femenino (algo al que no estaba acostumbrada por dedicarse ella a los relatos pasionales y góticos). Sin embargo, lejos de ser un texto menor, los detalles que logró la autora en cada uno de los personajes y la aguda capacidad para describir situaciones personales y humanas, hicieron de «Mujercitas» algo mucho mayor.

 

Cruzando fronteras en todo el mundo, la novela siempre se leyó en clave juvenil y quizás es por eso que marcó la vida de tantos lectorxs y autorxs. Desde hace más de un siglo, está y estará al alcance de todos. Es posible que ni el propio editor ni su autora hubiesen imaginado lo lejos que llegarían las hermanas March, pero lo cierto es que Meg, Jo, Beth y Amy fueron, para muchos, aquellos primeros personajes entrañables de la literatura en la infancia.

 

El por qué del clásico

 

Primero, pongamos tiempo y lugar. Mujercitas está ambientada en una pequeña localidad de Massachusset, Nueva Inglaterra, estado norteamericano signado por su historia colonial, entre 1861 y 1865, años en los que transcurre la Guerra de Secesión. Alcott elige este marco coyuntural para ubicar su relato, y al hacerlo le imprime lo que sin dudas le permitirá resignificarse en el tiempo. Cuatro hijas y una madre quedan al mando de sus propias vidas mientras su padre lucha en la guerra. La ausencia masculina será entonces el terreno fértil elegido por la autora para dar rienda suelta a su imaginación y hacerles vivir a esas mujeres el descubrimiento del mundo. 

 

Tal como dijimos, Alcott escribió Mujercitas a pedido de su editor, Roberts Brothers, y el público al que iba dirigido era femenino y juvenil. Por ende, todo lo que fue ocurriendo después se circunscribió dentro de ese catálogo editorial. Decir que era un texto para jóvenes fue, muchas veces ,decir más o menos lo mismo que literatura menor.  

 

“Mujercitas quedó más bien reunida en el conjunto de «literatura juvenil» junto a Dumas, Verne y varios clásicos del siglo XIX. Y sí creo que ha sido un texto subestimado por los análisis literarios”, señala desde Buenos Aires Gabriela Margall, escritora y docente de historia (La historia argentina contada por mujeres, Huellas en el desierto, La dama en el espejo, entre otras), defensora de la novela, quien cree –por tanto-  que justamente fue estar al alcance de las nuevas generaciones lo que la convirtió en clásico.  Y apoyando esta mirada, su colega Gloria Casañas (La mirada del puma, Noche de Luna larga, La salvaje de Boston, entre otras), apuntó: “ si el público consagró a “Mujercitas”, fue porque su lectura lo convirtió en inolvidable. Muchos libros despreciados por los críticos por “folletinescos” se volvieron luego nuestros clásicos”.

 

Pero, ¿por qué un texto tan sencillo puede trascender siglos? Según lo entiende Mercedes Giuffré, autora de relatos policiales históricos (Almas en pena, Deuda de sangre, El peso de la verdad), “Mujercitas muestra situaciones de humanidad, adversidad y superación que son universales y atemporales”.

 

 

La lectura en clave feminista

 

“Hace veinte años yo escribí una nota que se titulaba “Mujercitas, una protesta enmascarada” porque desde niña leí feminismo en esa novela», comenta la escritora Sandra Comino (Así en la tierra como en el cielo, La casita azul, El pueblo de mala muerte), señalando cuáles son para ellas las coordenadas para entender el relato,»Para comenzar, hay un matriarcado: mujeres solas que luchaban por vivir en una época complicada. Por supuesto que reflejaba las conductas conservadoras de un sector social pero ponía en evidencia otras que eran más profundas. Creo que el título en diminutivo y cuatro protagonistas mujeres al patriarcado le cerró perfecto subestimarla”.

 

Figura central de la lucha por la igualdad de derechos en la efervescencia europea de los años `60, Simone de Beauvoir supo decir que adoraba el personaje de Jo, aquella hermana rebelde de la familia March, que estaba dispuesta a vender su pelo, rechazar un pedido de matrimonio de quien estaba enamorada y soñar con la independencia económica sólo por querer ser escritora. La vida de ficción de un pequeño personaje a la trayectoria militante de la escritora francesa puede haber un abismo, pero sirve para entender hasta qué punto un simple relato costumbrista puede servirnos para interpelarnos, después de siglos, sobre el papel de la mujer en la sociedad.

 

¿Fue entonces Jo un elemento de vanguardia en la literatura juvenil en pleno siglo XIX? “Mujercitas fue un texto infrecuente en su tiempo. Alcott misma tuvo que conciliar su vocación de escritora y su ansia de libertad económica con las presiones que la sociedad decimonónica imponía a la mujer. Las citas directas e indirectas a The Pilgrim´s progress tienen que ver con eso; con su concepción de la vida como un camino de despojamiento y fortalecimiento del carácter. No hay que olvidar su contexto de escritura, más allá de lo interesante que resulta hoy un abordaje en clave feminista”, señala Giuffré trayendo a colación el clásico texto inglés del siglo XVII.

En tanto, Margall, agrega: “es una novela sobre mujeres, niñas, solas que trabajan y se mantienen solas y en ese sentido podemos leerlo hoy como un texto de vanguardia. Pero no podemos ignorar que hay otros detalles, sobre todo en cómo se toma al amor, que son conservadores”.

Alcott sin dudas eligió a Jo March como su alter ego para criticar los mandatos de la época e incluso herir sentimentalmente a sus lectoras cuando rechaza el matrimonio con su inteligente vecino Laurie. Este retrato autobiográfico, por tanto, no salió de un repollo. “Creo que cuando una escribe no deja su ideología de lado. Por lo tanto una mujer que estaba interesada por los derechos de las mujeres iba a escribir sobre personajes que reflejaran sus preocupaciones. Jo es querida por grandes escritoras como por ejemplo Virginia Woolf. ¿Cómo no identificarse con una joven escritora que le costaba tanto publicar, que vivía en una sociedad donde todas las mujeres lo único que querían era casarse? y ella rechaza al que podría haber sido el amor de su vida para irse a trabajar y a escribir a Nueva York y luego en la adultez elige a un hombre grande, feo, pero inteligente y muy lector para compartir su vida. Sin dudas fue una chica adelantada para su época”.

 

 

Un texto y su paso en el tiempo

 

Muchas veces re-leer es más interesante que encontrarse por primera vez con un texto. Las circunstancias de lectura sin dudas condicionan aquello que tomamos en nuestras manos y le aportan condimentos que se modifican con el paso del tiempo. Mujercitas es un texto que, como marca la tradición, se aborda generalmente cuando somos niñas o adolescentes, pero sin dudas las re-lecturas que podemos hacer de adultos le imprimen otras interesantes perspectivas. 

 

Para Gloria Casañas, en su caso, las sucesivas re lecturas le permitieron entender mejor “la época histórica reflejada en la novela”, modificando la percepción del tono general del libro. “De chica, me compenetraba más la acción de los personajes, y cuando más tarde descubrí a qué guerra había ido el padre y la razón de las penurias que vivían, la novela cobró mayor vigor para mí”, mientras que para Margall o Giuffré, las diferencias pasaron por empatizar con diferentes personajes. “Cuando era chica leía la historia de amor, sobre todo porque era «team profesor Baher» y quería que se casara con él. También releía mucho la muerte de Beth.  Ahora mi lectura es sumamente fuerte: el oficio de la escritura, el proceso, está tan bien descripto que me descubro siendo Jo March mientras escribo. La identificación sigue siendo muy potente”, dice Margall. Y al revés, Giuffré sostiene: “De chica me quedé con la historia de Jo y su vocación literaria, el rechazo a Laurie y la relación entre las hermanas (que me recordaba por momento a la que tenía yo con la mía). De grande descubrí el vínculo que tiene la novela con las ideas educativas a contra corriente del establishment de su época, y me sorprendió”.

 

Tanto Margall, como Casañas, Comino y Giuffré realmente sienten que Mujercitas logró tocar sus fibras más íntimas desde chicas, y que ese texto y sus personajes de alguna forma moldearon las mujeres en las que se convirtieron. “Leí Mujercitas y toda la saga cuando era chica y escribía tal como lo hacía Jo. Y también teníamos una compañía de teatro con mis primas. Nos marcó mucho ese libro, en la escritura y lectura. Porque empecé a leer lo que leía Jo y tenía sólo 8 o 9 años. Por Jo llegué a Dickens”, cuenta Comino, mientras que Casañas agrega: “Mujercitas nos inspiró a todas. Ya sea que sigamos ese estilo o no, las ganas de escribir brotan al terminar de leerla. En mi caso, cuando chica escribí varias historias sobre hermanos que vivían peripecias similares. Era casi un ejercicio de escritura”.

 

En la piel de la autora

 

A pesar de tener un carácter contestatario y rebelde, Alcott acató entre otras cosas el pedido de su editor para escribir Mujercitas, casó finalmente a todas y cada una de las hermanas March y soportó las críticas  del canon literario por escribir un texto tildado de superficial y pueblerino.

Al parecer, podríamos también pensar que no traicionó su raíz libertaria, ¿o no? “No sé qué habrá pasado por su cabeza con los pedidos”, dice Comino, y añade: “pero sí puedo decir que escribas lo que escribas tu ideología y el feminismo se te filtran. Y hoy en día son muy pocos los libros que van a resistir a los debates de la época. Si cedió a esas peticiones, porque razones habrá tenido, dejó bien claro su postura. Tanto que hoy seguimos hablando de ella y sus personajes”.

Algo similar piensa Margall, quien asegura que  es difícil pensar que una autora como ella “cediera al punto de ir contra sus principios” y que incluso “leerla desde los cuestionamientos actuales puede condicionar la apreciación”.

 

Del papel al teatro, cine y TV

 

Como todo clásico, Mujercitas ha traspasado el papel y de libro se convirtió en obra de teatro, musical, película e incluso serie de TV y animación.

 

La primera vez que saltó del libro fue en 1912, cuando se presentó en formato de teatro en Broadway, bajo la dirección de Marion de Forest, ofreciendo más de cien funciones en escena. Tiempo después tuvo otras tantas reposiciones hasta 1931. En Cine tuvo nada más ni nada menos que 11 remakes. La producción original se realizó en 1917 y la última en 1994, quizás la versión más vista por el público mundial, protagonizada por Susan Sarandon, Winona Ryder y Kristin Dunst, entre otras. Otras inolvidables remakes fueron las protagonizadas por Katherine Hepburn y Joan Bennett de 1933 y otra de 1948 con un elenco donde brillaba la joven Elizabeth Taylor.

 

En TV, otras tantas fueron las producciones que replicaron las aventuras de las hermanas March, y una de las últimas producciones se presentó este año de la mano de la BBC en formato miniserie de cuatro capítulos.

Y para las interesadas, para el 2019 se está preparando una última versión en pantalla grande, con la dirección de Greta Gerwig (Lady Bird), con los protagónicos confirmados de Meryl Streep, Emma Watson, Saoire Ronan y Timothee Chalamet.

 

 

Datos curiosos

  • Alcott nació en Pensilvania en 1832 y se crió con sus padres.

  • Como mujer luchó por la igualdad de derechos, el sufragio femenino y apoyaba el  trascendentalismo -un movimiento político, filosófico y literario que se basa en la unidad del mundo y de los individuos, ya que cada persona debería buscar una «relación original con el universo».

  • Escribió Mujercitas en tan sólo dos meses y medio.

  • El original se publicó en dos partes. La primera en septiembre de 1868, y se tituló: ‘Meg, Jo, Beth,y Amy. La historia de sus vidas. Un libro para chicas’, y terminaba con la proposición de matrimonio de John Brooke a Meg. La segunda parte (que también escribió en pocas semanas) se publicó al año siguiente bajo el título ‘Buenas esposas’.

  • Hubo varias versiones que censuraban la historia original de Alcott, sobre todo el pasaje donde Beth, la tercera hermana, enfermaba pero no moría como sí ocurre en la versión original

  • Millones de cartas le llegaron a la autora para que  Jo se casase con Laurie. Eso la puso bastante triste, y escribió en su diario: “Las chicas me escriben para preguntarme con quién se casaran las mujercitas, como si casarse fuera el único objetivo y finalidad de una mujer”.  

  • Muchos rasgos autobiográficos hay de la vida de Alcott  en la historia. De hecho se inspiró en sus propias hermanas para crear el retrato de las March. Su hermana mayor casada Anna, fue el modelo para Meg; Lizzie, que murió a los 23 años, para Beth (ambas cogieron escarlartina) y May, una pintora que acabó viviendo en Europa, para Amy.

     

     

     

     

     

     

     

     

     

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