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Martín Lombardo: "El asumir la pérdida le daba cierta libertad de movimiento al personaje".

De visita por Córdoba, el escritor y psicólogo argentino radicado en Francia Martín Lombardo presentará el próximo jueves “Silencio Pentacker” en la librería Volcán Azul. En la previa del encuentro, donde estará frente a frente a su personaje, Lombardo nos cuenta un poco más sobre esta historia que reflexiona -en clave de ficción- sobre el arte, la política, la amistad y las mil formas en que podemos mirar el mundo.

 

 

Martín Lombardo es profesor, Pentacker también. Lombardo vive en un pueblito de Francia, Pentacker también. Lombardo es un gran lector, Pentacker también. Sin embargo, Pentacker no es Lombardo y su creador asegura tener muy poco de autobiográfico su novela. De todas maneras, tanto uno como otro nos hablan a través del libro como voces en estéreo y nos invitan a una reflexión en continuado que incluso tampoco termina con el punto final.

 

En ésta, su tercer novela (después de Locura circular – La mujer del olvido) Lombardo pone en primer plano a un sujeto, un tal Pentacker y página tras página un narrador nos habla de él. Lo describe detalladamente y en cada pincelada va delineando un nuevo costado de su personalidad.  Además, su perfil de psicólogo hace que sea sumamente sencillo que retratemos en nuestra imaginación cómo es Pentacker.

Cínico, neurótico, narcisista, crítico de usos y costumbre, antiguas y modernas, el personaje de este libro habla siempre a distancia de las cosas porque siente no pertenecer a ningún lado, y por eso su sentimiento de libertad está vinculado al movimiento contínuo. Pentacker se muda de ciudad como de calzón, parece, y es esa perspectiva de todos y todo lo que le permite hablar sin rodeos, o pensarlo, a decir verdad, porque la mayoría de las veces Pentacker opta por el silencio.

 

¿Por qué elegir un tipo tan cerrado, complicado, ególatra, egoísta para contar una historia? ¿Desde qué lugar se ubica un autor que nos pone en frente a alguien con el que difícilmente podamos coincidir en algo porque si lo conociéramos en persona seguramente no encajaría con nosotros? ¿Cómo lograr que un lector empatice con un personaje que no siente simpatía por nadie?

 

La trama de Lombardo, sin embargo, es por demás sugestiva y logra desde la primera página captar nuestra atención con esta especie de antihéroe, de este catrín, como le gusta llamarse. Autor y personaje, entonces, se vuelven atrapantes por igual.

 

El próximo jueves 26 de julio, Lombardo estará por Córdoba participando de una charla donde abordará la novela “Silencio Pentacker”, y en la previa de su visita, Babilonia habló con él para saber un poco más sobre los entretelones de este libro, editado por Eduvim.

 

– ¿De dónde surgió un personaje tan complejo como Pentacker? ¿De tu lado más oscuro o de tu costado más lúcido?

– Es difícil para mí -tal vez imposible- responder esa pregunta. En parte, porque uno no sabe bien de dónde vienen las historias, ni los personajes -y por más que, en ocasiones, como en esta novela, el personaje es el motor de la escritura-. En parte, porque tampoco podría decir cuál es mi costado oscuro ni mi costado lúcido. Como a veces sospecho que mi costado lúcido no existe o no se manifiesta demasiado, tiendo a pensar que todo viene de un costado oscuro, pero después me digo que seguramente sea una mezcla; escribir es mezclar cosas, tratar de romper fronteras, abrir compartimentos que a priori pueden parecer estancos.

 

Como lector, uno va construyendo la imagen de Pentacker de a poco, y cada párrafo nos suma algo más, ¿cómo fue armar esa estructura discursiva que aporta algo nuevo  en cada página, sin que sea demasiado tediosa la continua descripción?

– Tal vez porque no hay demasiada descripción en la novela sino un flujo de pensamiento, de ideas. Me gustan las novelas en donde uno -el lector- entra en la cabeza de alguien, en donde uno observa el mundo a través de un punto de vista. Justamente, creo que al pensarlo así, al tratar de pensar al texto más que como una trama como un entramado de ideas, las aclaraciones se borran y así las repeticiones van desapareciendo. En el pensamiento las ideas no se narran sino que se imponen. De ahí, por momentos, viene el recurso a las máximas, a las sentencias, a las certezas. Más que explicar o describir, decir. También se debe a una manera de escribir: suelo escribir mucho, dar por terminado el texto y tratar de olvidarme; luego vuelvo ya como lector, una vez pasado cierto tiempo, el tiempo prudencial que me permite borrar sin pruritos. Prefiero cierto vacío a la sobre explicación.

 

Pentacker viaja de aquí para allá, además es profesor y vive en un pueblito de Francia, ¿cuánto hay de autobiográfico en la novela?

– Menos de lo que podría parecer a simple vista. Casi nada, te diría. Un poco por vagancia, creo, le presté al personaje un paisaje, o ciertos paisajes -los Alpes y Barcelona, por ejemplo- que conozco bien para así estar más libre para contar lo que buscaba contar: el estar en ningún lado, el saber que un punto de partida borra cualquier retorno posible y avanzar, como quien huye hacia adelante. Boyar en busca de un lugar. Tal vez lo autobiográfico sea la manera de pensar el cruce entre la realidad y la ficción: las cosas que pasan en la novela no me pasaron, sin embargo, por momentos, la manera de mirar el mundo o la posibilidad de mirar el mundo de cierta manera es compartida, o puede serlo.

 

Dentro de tu narrativa las referencias a escritores, personajes ficcionales de la literatura, vanguardias y movimientos estéticos son marcadas, hacen a la trama y al marco de la historia, ¿es una novela que puede entenderse también en clave de ensayo?

– Alguien decía que la novela como género podría definirse como el género en donde se sitúan todos los elementos que no entran en las otros géneros. Un poco creo eso de la novela: en una novela puede entrar todo -sobre todo, si después uno borra o intenta borrar lo que sobra, que siempre es mucho. Pensar la novela como una totalidad y la escritura como una manera de sacarle cosas a esa totalidad para dejar una hoja en blanco: ese podría ser un buen ideal para una novela. La inspiración y la hoja en blanco como puntos de llegada y no como puntos de partida.

 

Si lo pusiéramos en el plano moderno, Pentacker no es más que un antihéroe que hace de su dramática vida un arma de seducción, por lo menos hacia el lector, ¿por qué narrar desde el personaje desdichado, desde ese tipo que parece no tener nada que perder?

– Creo que un héroe no es más que un despistado que no se dio cuenta de que no tiene nada para perder. En el dilema entre la bolsa y la vida siempre debería elegirse la vida: no hay nada para perder, salvo la vida. En la novela ese lugar cínico me permitía varias cosas: hacer que el personaje se moviera por diferentes mundos, poner en duda los criterios que definen cada uno de esos espacios por los que circula el personaje -la universidad, el periodismo cultural, el mundo editorial-. El asumir la pérdida le daba cierta libertad de movimiento al personaje y le permitía construir una mirada de sospecha sobre el mundo.

 

– Pentacker es un tipo neurótico, que fantasea con su propia locura, que se piensa a veces paranoico y con algunas taras más, ¿es la historia una visión narrativa de vos como psicólogo sobre el pequeño burgués moderno?

– No sé si es mi mirada como psicólogo. Me gustaba pensar lo siguiente: pensar de un modo fuertemente capitalista ciertos mundos que, al menos de manera manifiesta, suele decirse que deben pensarse de otra manera -la educación o la cultura, por ejemplo. Poner en primer plano el dinero, hacer del personaje un cínico, y ver qué pasaba. En todo caso, cuando escribí la novela no pensé o no creí que más tarde las universidades europeas aplicaran esa mirada a la educación.

 

Pentacker se anima a criticar y hablar con soberbia de muchos temas, en parte porque se siente alejado de la realidad y de lo que lo rodea. La distancia, por lo tanto, se vuelve una aliada para ver las cosas en perspectiva, ¿qué te pasa a vos como escritor radicado en Europa con la literatura argentina?

– Si bien estar lejos impone una distancia indudable, me parece que la literatura siempre es distancia. Como lector no pienso en términos de literaturas nacionales; sí, tal vez, lo haga como docente universitario o como investigador. Y cuando escribo tampoco pienso en esos términos. Cuando escribo la distancia es parte del ejercicio de escritura, es lo que permite ampliar la mirada y luego da más opciones al momento de fijar o centrarse en un determinado punto, o en cierta perspectiva. La distancia permite elegir.

Me gusta escapar de algunas categorías: vivo en Francia, publiqué dos novelas en España y ahora publico una tercera novela en Argentina. Esos idas y vueltas me gustan.

 

– Volvés a Argentina después de un tiempo, ¿cuáles son las fantasías del regreso? ¿Qué ansiabas encontrar aquí que no hay allá?

– Demasiado tiempo sin volver. Tenía / Tengo ganas de ver amigos y recorrer lugares. Siento que estoy en casa y, a la vez, que estoy lejos. Es una sensación fuerte. Traté de no anticiparme demasiado a lo que pudiera encontrarme o pudiera sentir; y ahora trato de hacer lo que tengo ganas. Me gusta Buenos Aires: eso sí puedo decírtelo -y espero que no pase tanto tiempo hasta el próximo viaje.

 

 

Datos de la charla

Lombardo presentará a Pentacker el próximo jueves 26 de julio a las 18.30 en Volcán Azul (A. Rodríguez 244), en una charla que contará con la presencia de Adrián Savino y Florencia Vercellone. La cita será la ocasión perfecta para que autor y personaje cuenten sobre lo que tienen para decir sobre el arte en general y la literatura en particular. El encuentro es con entrada libre y gratuita. 

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