Durante el mes de junio se realizó en la ciudad de San Jorge, Santa Fe, el I Congreso Nacional e Internacional de Literatura Infantil y Juvenil (LIJ), donde participaron docentes, estudiantes, autores y dibujantes. El debate estuvo centrado en la realidad de este sector que mantiene un permanente crecimiento.
Con destacados referentes de todo el país, el evento estuvo organizado por la Maestría en Literatura para niños (Facultad de Humanidades y Artes UNR), la Escuela Normal Superior n° 41 y la revista Aquelarre. La premisa fue “La LIJ: restricciones y aperturas en el siglo XXI”.
Mencionada como una de las ramas donde más ha crecido tanto el consumo como la producción, la edición de literatura infanto-juvenil se presenta entonces como un universo que hoy por hoy abre el juego a muchos actores y participantes y que, por lo tanto, necesita reglas y marcos en los que debatir.
Córdoba es, desde hace tiempo, territorio fértil donde crecen y se expanden profesionales ligados a la literatura infanto-juvenil. Desde aquí, entonces, se sumaron autores como María Teresa Andruetto, Ignacio Scerbo, Graciela Bialet, Laura Escudero y actores como Alejandro de la O y Natalia Moya. Desde Babilonia quisimos saber un poco más sobre los espacios de formación, charlas y talleres que integraron la grilla del mencionado Congreso, y por lo tanto hablamos con el actor Alejandro de la O y la poeta Laura Escudero.
Y es justamente Escudero, docente, psicóloga y autora de cuentos y poesía, quien nos da su aporte en primer lugar. Con un gran conocimiento de causa, y con un espíritu abierto al devenir de la literatura infanto juvenil, Escudero adelanta que estos tres días serán sin dudas un encuentro de ideas y manifestaciones para descubrir y pensarse como actores y artistas de la palabra teniendo siempre como norte el tiempo de la infancia.
– Se presentó este primer Congreso donde asistieron docentes, escritores, artistas, ¿cuánto hay para debatir sobre la literatura infanto juvenil en Argentina si tenemos en cuenta lo mucho que han crecido las opciones?
– Me parece que dentro de un campo cultural como el que nos convoca, la reflexión y el debate son muy deseables. Es una criatura viva, en movimiento, una comunidad en diálogo continuo con otras y consigo misma. La identidad se fortalece en un vaivén de lectura crítica hacia adentro y hacia afuera, preguntarse sobre la materia de la escritura, la ilustración o la narración y también sobre los efectos de la industria, los modos de circulación del libro, viene como ejercicio para entenderse que no termina nunca pero entusiasma siempre. El desafío es salir del empantanamiento de lugares comunes, buscar los resquicios por donde producir inquietud creativa que provoque nuevas preguntas, crecer no es sólo expandirse, es profundizar la mirada, estallar sentidos inesperados, asombro, fuerza vital de encuentro entre los creadores y quienes cultivan el arte de acercar libros de literatura a los chicos. En este contexto de despojo cultural, la apuesta por fortalecer la lectura crítica del mundo aparece como lugar resistente a la complacencia. El arte destinado a los chicos no es menor, es particular, y tiene sus propios modos de buscar la belleza que no es ajeno al marco cultural que lo contiene.
– El Congreso propuso el debate sobre «aperturas y restricciones» en la literatura infanto-juvenil, ¿qué crees -como escritora- que se debe trabajar en estos aspectos?
– Las aperturas y restricciones son parte del movimiento. Algunas restricciones, creo, están ligadas a creencias y cristalizaciones, por ejemplo, en relación a las definiciones de infancias. Si suponemos que hay una sola infancia o una juventud y que debe producirse una literatura para ese destinatario presupuesto, aplanado, sobreentendido, podemos confinarnos a la composición de obras sin espesor, que se mimetizan con la norma. Y la literatura es lo extraordinario. Concibo las aperturas como el margen de libertad para explorar formas, buscar los bordes en los que la palabra brille, aparezca nueva, recién venida a los sentidos que evoca, emerja de la página con ánimo de captura y fugue al misterio, es un trabajo de revolución silenciosa en el fuero íntimo de cada creador, y cada creador, compone desde la honestidad de estas tensiones dentro de sí mismo. Es un deseo y una dirección de búsqueda.
– El mercado editorial se ha abierto de manera exponencial en materia infanto juvenil para ilustradores, narradores, historietistas, ¿creés que la poesía ha quedado algo relegada? ¿por qué?
– La poesía es la pequeña voz del mundo dice Diana Bellessi, no es apurada ni demandante, pide modos sutiles, por esa razón quizá ocupa un lugar de intimidad. Apuesto a la disponibilidad de los mediadores para hacerla circular, abrir caminos de entrada a esa zona delicada en que las palabras son cadencia, puro juego de sentidos, partituras que cada lector interpreta. La poesía resiste los predicados de utilidad. A veces la escuela, que es el lugar en el que todos los chicos tienen la oportunidad de encontrarse con la literatura, no sabe qué hacer con ella. Y estos espacios de trabajo compartido con los mediadores permiten llegar de un modo pleno, con el cuerpo entero, el cuerpo es la caja de resonancia de esa música, a los oídos de quien tal vez no ha tenido la oportunidad de ligar sus experiencias poéticas privadas (las voces que apaciguan en la primera infancia, los instantes atesorados, la invención sonora) a eso que cuando viene en página impresa puede desconcertar. Ligar esas experiencias es motivo de alegría y apuesta a que la poesía pulse viva como posibilidad para todos.
– La niñez y adolescencia transitan por escenarios y plataformas digitales que recién ahora comienzan a vincularse con la literatura, ¿cómo vislumbras este vínculo entre uno y otro a mediano plazo? ¿Las nuevas tecnologías pueden restarle espacio a la literatura en papel?
– Hay que soportar la pregunta. No sabemos qué va a pasar. Podemos imaginar/desear que nada reste. Que los nuevos formatos sumen (sobre todo lectores). Tenemos la tendencia a ponernos apocalípticos con las revoluciones tecnológicas. Pero es un lindo ejercicio jugar con las predicciones: yo auguro nuevas poéticas en las que los soportes nos sorprendan por sus naturalezas inesperadas y para eso sería muy interesante que los profes acompañen con sensibilidad a los chicos en sus exploraciones y estimulen incluso lo que escapa a su entendimiento porque entre ellos está el arte que nos espera.
Por su parte, Alejandro de la O -integrante del elenco infantil EGOS- realizó junto a Natalia Moya el taller “Teatro y literatura. El abordaje de textos literarios a partir del teatro”, señaló que el Congreso llegó en un momento más que oportuno, ya que son muchas las cosas que han pasado dentro de la LIJ en los últimos años.
“Se escuchan infinidad de voces y uno empieza a tomar dimensión del valor que tienen. La LIJ es la más vendida, la más consumida, pero no hay tiempo para pensarla”, plantea desde su lugar De la O, y al mismo tiempo se pregunta lo que luego preguntará frente a sus colegas: ¿por qué el texto dramático no entra a la escuela?”. Según Alejandro, “recién ahora se están analizando propuestas como la de Adela Basch, María Inés Falconi”, cuenta el actor y docente quien en el marco de este evento trabajó con el tema de textos clásicos para luego llevarlos a la teatralidad. “Creo que los clásicos son buenos para trabajar porque siempre están presentes. Y hay tantas versiones de un mismo cuento, tan profundas, que hoy por hoy se hace más rico aún su abordaje. Ya no es como antes, sino que el chico ahora puede analizar el relato desde otros personajes”, afirma De la O.
Después de años como actor para un público infantil, De la O asegura que los prejuicios a vencer, en cuanto a las temáticas del género, son antes que nada de los adultos.
“En teatro siempre debo responder primero a las preguntas que hace el adulto que acompaña al niño, pero la literatura nos está dando esa posibilidad de tocar otros temas como la muerte o la sexualidad. Es necesario hacerlo. Y la pregunta es cómo llevarlo a escena porque resulta que uno se enfrenta más con el adulto que con el niño”.