Para este verano, la escritora cordobesa nos regala dos micro relatos como adelanto de «Lenguas filosas», su nuevo libro que saldrá próximamente a la venta.
Después de «Puto cáncer» y «Doña Gómez», Sánchez nos propone la lectura de escritos donde el foco está puesto en fotografías urbanas y vínculos, cuyas construcciones están atravesadas por prejuicios sociales y culturales.
Madrugaron y se despidieron. La casa de la hermana estaba justo a mitad de camino entre la casa de los padres y la suya.
¿Su casa? ¿Cuál?
Llegó a Colón cerca del mediodía, no había avisado a nadie el horario pero los viejos estaban en la puerta del micro esperándola. Estaba segura de que Mariana había llamado y les había pasado sus percepciones sobre Alejandro. La madre tenía los ojos llenos de lágrimas. Alejandro no era, para sus padres, un buen partido. Ellos hubieran preferido un médico o un abogado, no “un músico fracasado con un trabajo de instalador de Internet”. Habían aprendido a quererlo cuando la vieron feliz y cuando sintieron que no se quedaría a vestir santos, tal como dicen en esos pagos.
La iglesia católica era la araña que tejía los hilos de esa tela. El pueblo entero miraba con lentes made in Vaticano; cualquier elección amorosa, tendencia ideológica o parámetro moral que no respetara los decretos de la Santa Sede merecía, al menos, convertirse en el tema de conversación de medio pueblo, que juzgaba con una vara implacable lo que los pecadores hacían aunque fuera lo mismo que los Vatijueces tuvieran escondido en el ropero.
…
—Pobrecita. —Pensé— ¡Qué vida de mierda!
Estábamos en Granada, en la torre más alta de La Alhambra. La temperatura ambiente superaba los cuarenta grados.
—¿Cómo hace esta señora para respetar los mandatos que la obligan a ponerse esos trapos sobre la cabeza y a taparse
el cuerpo desde el pelo hasta los tobillos? ¿Qué la llevará a aceptar la diferencia injusta de derechos entre los varones
y las mujeres como algo divino? ¿Cómo puede creer en un Dios que le diseña el vestuario? ¿Por qué considerar supremo
a un ser que mutila su sexualidad?
Las preguntas aparecían como disparos de ametralladora.
Apunté la cámara hacia ella para fotografiar su desdicha justo cuando la mujer levantó la vista que, hasta entonces, tenía
clavada en el suelo.
Cuando me miró a los ojos sentí vergüenza por andar espiando la tragedia ajena. Giré sobre mi eje, enfoqué al otro
extremo, fotografié a una sonriente mujer musulmana y dejé a la pobre monjita luciendo su hábito en paz.
Sobre la autora
Mayra Sánchez nació en Córdoba en 1972 donde vive actualmente. Creció en Villa Dolores y en Concepción del Uruguay.
Trabaja como psicóloga, consultora y docente. Escribió textos académicos, documentos científicos, artículos de divulgación, notas de opinión, crónicas de viaje y micro relatos en tintes de humor en diarios y revistas argentinas.
Sus libros editados son «Puto Cáncer» (2012) y «Doña Gómez, Biografía no autorizada de una gata desquiciada» (2016). Ambos publicados por la editorial Raíz de Dos con la que también sacará «Lenguas Filosas» (2019) que muy pronto llegará a las librerías.