El nuevo libro de Perla Suez condensa en pocas páginas un relato laberíntico y atrapante que tiene como protagonista a Luque: un hombre que huye, que no tiene nada que ganar ni tampoco que perder, un ser invisible que ha quedado al margen de todo.
Estructurada en tres partes divididas por fechas, Perla Suez construye en «Furia de invierno» (editada por Edhasa) un relato potente, visual y laberíntico que tiene un protagonista central -y por momentos único- al que simplemente llama Luque.
Desde el inicio sabemos que Luque huye. Es como un ser expulsado del entorno que lo rodea pero también de su propio universo interior. En él se vislumbran las huellas de una infancia dolorosa y signada por la orfandad. Así, los recuerdos se mezclan con un presente en el que escapar es casi una condición natural. No hay un proyecto, no hay un sitio que lo cobije. Luque es un hombre que transita y que sigue adelante como puede en ese extraño territorio del «no lugar». No pertenece a nada, a nadie. Tampoco nada ni nadie le pertenece… Tal vez por eso es que se torna invisible, silencioso. Hombre de escasas palabras que funciona como un «outsider».
Suez edifica a través de Luque un relato simple pero abrumador. Un texto más condicionado por las reglas visuales que literarias. Hay imágenes potentes, como de una película compleja, oscura, onírica…. La misma autora afirma que el concepto estético y narrativo del director David Lynch estuvieron presente a la hora de escribir esta obra. Construida con retazos de la vida de Luque (desde su infancia hasta su adultez), el lector se enfrenta a ese niño que ha perdido a su madre y que debe tolerar la depresión de su padre; a ese joven que busca refugio en Ciudad del Este; a ese hombre que se dedica al contrabando menor pero que termina implicado en una red de muerte y corrupción más grande y peligrosa; y a un Luque que ya ha perdido todo, que no tiene a donde anclar y que por eso se enfrenta a una misión que será concluyente tanto para su vida como para la de muchos más.
En torno a Luque, la autora despliega una galería de personajes secundarios que si bien nunca le disputan protagonismo, sí son piezas claves para construir atmósferas y situaciones determinantes. Ellos terminan de reflejar la crudeza de ese entramado social que vive al margen del sistema, oculto y en algunos casos olvidado. En «Furia de Invierno» la violencia está siempre presente. A veces de manera simbólica, a veces a través de la palabra y en otras con acciones durísimas.
También hay en este texto una trama descriptiva fascinante, en especial en los capítulos que transcurren en Paraguay. Nuevamente el río vuelve a emerger en la obra de Suez, poniendo en relieve su modo especial de mirar lo que la rodea. El aroma, las calles, el Paraná, las balsas…. Todo completa ese aire enviciado y asfixiante de la novela.
Luque, quien está muy lejos de ser alguien heroico o admirable, logra igualmente generar empatía en el lector. Tal vez porque por momentos sentimos lástima por él, tal vez porque nos despierta la intriga o quizá porque nos interpela y enfurece.
En su brevedad y contundencia, «Furia de invierno» es atrapante y con un final que sorprende con la misma fuerza que un estallido inesperado.