“Regreso a Birchwood”, el primer esbozo de un gran escritor

 

«Existo, luego pienso. Eso parece innegable. En esta casa desmadrada dedico las noches a devanar mis recuerdos.»

 

Así comienza la novela del multipremiado escritor irlandés John Banville (Príncipe de Asturias de las Letras- Booker-Kafka), novela que en realidad es una de sus primeras obras publicadas (editada en 1973) y que llegó en español a las librerías en los últimos meses. Se trata de un drama familiar y bastante gótico, que encierra en su interior la debacle no sólo de un linaje sino de toda una sociedad y que se vuelve sumamente interesante para proyectar el crecimiento que tuvo Banville en tres décadas, en este primer boceto como autor.

 

Esta primera frase, que reconvierte la frase del filósofo René Descartes “Pienso, luego existo”, sirve de manera didáctica y como preámbulo de la historia que se desarrolla a continuación, y que desovillará el relato de un hombre que decide volver del infierno al punto de partida, para lograr entender dónde está parado.

 

De estructura circular, “Regreso a Birchwood” comienza y termina con la voz de Gabriel Godkin, con la templanza de un hombre que ya sabe lo que es irse y volver, pero con la precisa sensibilidad para contagiarnos a nosotros, como lectores, de eso que aún queda en sus recuerdos y sigue siendo parte de su existencia. Se inicia narrando las destruidas paredes de lo que fue su hogar, los oscuros recuerdos de una familia que alcanzó la gloria de la fortuna después de haber cruzado el límite de la moral y la nostalgia que aún le da imaginarse un pequeño niño sin más libertad que su propia imaginación, se pierde en una trama donde sospecha de secretos jamás develados y de su experiencia como artista de circo, su paréntesis como errante, su regreso al eje, y termina con el mismo joven del inicio pero cerrando lo que cree que debe cerrar para poder perdonar y seguir en paz.

 

Quien habla es alguien a quien la vida parece haberle pasado por encima y que abrió los ojos recién al promedia su existencia, después de haber podido iluminar fragmentos de su existencia que estaban repletos de oscuridad.

El relato de Banville, de hecho, es oscuro.

Sus personajes góticos acompañan la narrativa, y logran adecuarse con tanta naturalidad a la trama, que en ningún momento desencajan de una historia que por momento se vuelve inverosímil. Un padre despiadado, vil, manipulador, una madre que roza el desquicio, una tía histérica, una abuela de matusalénica edad (por momentos parecía Úrsula Buendía) un primo que se parece demasiado y una hermana ausente son los ejes donde se va apoyando Godkin para contarnos todo ese pasado angustioso que tuvo que soportar durante su niñez y adolescencia, y aunque se complica por momentos entender el hilo conductor de su karma, los detalles de cada uno de los personajes son  tan precisos que se logra disfrutar de una esta compleja lectura. Lo obsesivo de cada adjetivo utilizado, podemos decir, potencian la trama.

 

Como si estuviera narrando su propio rosario, Godkin va recordando cada uno de los pasajes de su vida en Birchwood, desde que su ambicioso padre hizo y deshizo para quedarse con esas tierras hasta que él decidió escaparse, y en cada misterio doloroso despliega recursos literarios para ir pintando un lienzo llenos de claroscuros. Pero no todo será siniestro en la vida de Gotkin, aunque sí difícil. El amor, por ejemplo, también es un pasaje que no quiso dejar de lado Banville para retratar la vida de un irlandés en aquellos tiempos, aunque claro que este sentimiento estuvo también teñido de incomprensión y desasosiego para un joven que poco entendía de las pasiones humanas en general, y de su familia en particular.

 

Gracias a su rico lenguaje y lograda capacidad para generar tensiones en el relato, Banville nos invita en “Regreso a Birchwood” a descubrir los comienzos de él como escritor, ubicándolo en tiempo y espacio, en una Irlanda cruzada por tiempos difíciles. Puede que, incluso, logremos aquí identificar en algunos pasajes de drama y sarcasmo aquellos primeros destellos de uno de los referentes del género contemporáneo actua a nivel mundial y, en algunos fragmentos góticos, su alter ego Benjamin Black , indiscutido autor del género negro.

 

La mesa está servida, Banville invita al banquete.

Babilonia Literaria

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