La novela de Sergio Bizzio parte de una certeza punzante: apenas comienza su luna de miel Carlos se da cuenta que no ama a su flamante esposa. Desde entonces ese pequeño drama sobrevuela cada momento compartido en medio de playas paradisíacas.
La fiesta y la noche de bodas han quedado atrás. Una playa fascinante los espera para pasar la soñada luna de miel. Y mientras Carlos sufre todavía el efecto de la borrachera, una certeza le llega como un rayo: al ver a su mujer disfrutando del mar se da cuenta de que no la ama. Le gusta, la desea, la quiere, pero no la ama.
Esa revelación lo ahoga. Una especie de contador simbólico se pone en marcha, los minutos. Las horas y los días corren y lo único que Carlos tiene en su cabeza es encontrar el momento y las palabras adecuadas para decirle a Irina esa verdad.
Ella, despreocupada e ignorante de la situación, disfruta de la isla y sus encantos. Él en cambio parece estar absorbido por ese desamor que no le permite ver nada más.
Bizzio tiene el nudo de su trama. Un nudo que aparece de manera incipiente y sin demasiados preámbulos. En las primeras páginas sabemos a dónde reside el drama de Carlos, drama que se acreciente ante la ignorancia de Irina que se mantiene totalmente ajena de aquello que angustia a su esposo. Ese es quizá el ingrediente que vuelve más exquisita a esta historia donde algo pequeño se expande en medio de los recovecos oscuros de la isla, en la inmensidad del océano y entre personajes extraños. En cada página surgen diversas situaciones que, por momentos, rozan la intriga y le dan a la novela cierto clima policial.
Como si se tratara de una sinfonía inconclusa, hay una melodía que transita entre el crescendo y el diminuendo pero que nunca estalla. Y eso es lo que mantiene en vilo al lector que, mientras espera que Carlos se decida a hablar, se inquieta con una Irina extraviada, con isleños extraños, con jóvenes que se tiran desde altas colinas al mar, con un andar perdido por lugares extraños y con un micromundo que detrás de su máscara de belleza y calma esconde oscuridades y peligros.
Un texto fascinante e inteligente, donde la incertidumbre es tan frondosa como la selva que rodea a esas playas paradisíacas.