Gabriela Exilart publicó recientemente “Secretos al alba”, una novela compuesta por fragmentos de vidas y familias que terminarán unidos gracias a la búsqueda identitaria de su protagonista.
Toda guerra deja marcas. Pero no solo esas guerras entre países e ideologías, sino también las otras. Las pequeñas, las inevitables, las cotidianas, las dolorosas, las irreversibles. En estas páginas, Gabriela Exilart aprovecha los escenarios políticos y sociales de aquella España -desde 1901 a 1957- para armar un rompecabezas de historias personales y familiares que van encastrando unas con otras.
En este libro se refleja el trabajo preciso y minucioso de la autora por elaborar una narrativa compleja en la que cada detalle cuenta. Nada está expuesto al azar, todo tiene una razón de ser. Se aleja, y con acierto, de una clásica historia de amor para atreverse a desplegar una sucesión de relatos individuales –dolorosos, pasionales, violentos y desesperantes- que nos ponen en la piel de personajes contradictorios y fascinantes a la vez. .
Aquel niño que en 1901 le ruega a su madre que no lo deje con su padrastro, arroja al autor a un tema tremendo como es el abuso sexual en las infancias y esas marcas imborrables en una víctima silenciada y sin salida. Hasta avanzada la novela no sabemos su nombre, solo somos testigos de su flagelo, de la crueldad a la que está expuesto y de las decisiones que debe tomar para acabar con el infierno. Allí, en ese relato individual, emerge el relato colectivo de las infancias en tiempos de guerra: de la soledad, del hambre, de los peligros, de la ausencia de esos adultos que deberían cuidarlos y protegerlos. Su relato irá marcando otros de la novela: el joven que le teme al deseo y que solo encontrará una salida de la mano del amor y la amistad.
Aquel muchacho de 1936 también es parte del ovillo. Es quien escucha a sus padres discutir, es quien intuye que algo va a ocurrir, es quien ve –en una noche oscura- lo que jamás debía haber visto. Ese es el niño que sufre la orfandad de la guerra, pero será también al adulto que descubrirá que no todo es lo que parece. Que aquel hombre al que por años consideró su enemigo de la familia fue mucho más que eso.
La joven que en 1916 ve partir a su novio a la guerra y que debe conformarse con la compañía de un buen amigo, es también –al igual que otras tantas mujeres de la novela – la cara de todas aquellas que perdieron a sus amores y su juventud en conflictos bélicos irracionales.
Todos esos retazos se van uniendo gracias a la curiosidad y habilidad de Paz Noriega, una joven con ansias de escritora que ha decidido desentrañar un secreto familiar. Su padre –Bruno Noriega, a quien los y las lectoras de Exilart ya conocieron en “En la arena de Gijón”- esconde un misterio, y será justamente eso lo que la llevará a Burgos. Revolver en el pasado tiene sus riesgos, y Paz estará dispuesta a correrlos. En el viaje conocerá a Antón, un periodista y boxeador, que conquistará su corazón y que –al igual que ella- deberá enfrentarse a los entretelones de su propia familia.
Una buena historia, bien llevada, con un manejo adecuado de la tensión narrativa. Los capítulos están bien resueltos y van dejando pistas para que el lector se zambulla en un relato que no respeta la estructura cronológica convencional. Tal vez el final se apresura un poco (al menos para un lector ávido, de esos que leen velozmente y en poco días), pero lo cierto es que “Secretos al alba” es una de las novelas mejor logradas de Exilart.
Un detalle: Si bien se trata de una novela independiente a “En la arena de Gijón”, sin dudas “Secretos al alba” se disfruta mucho más si se lee su antecesora.
Si querés conocer más sobre esta novela y su autora, te compartimos el link de una nota que le hicimos a Gabriela Exilar en Babilonia hace algunas semanas.