Desde su estreno, el nuevo filme de Disney + está en boca de todos. ¿Por qué? Porque es, entre otras cosas, una excelente propuesta animada de la mano de Pixar que despliega una historia inolvidable sobre la amistad y el tremendo salto de la infancia a la adultez. Aquí, nuestro pulgar hacia arriba para que la disfrutes en familia.
Quizás ya la viste, quizás no. En la puertas del finde, te dejamos cinco razones para no perderse la película “Luca”, el estreno de Pixar en la plataforma Disney +, que cuenta la historia de un joven pez monstruo/marino de naturaleza anfibia que un día decide salir a la superficie (desobedeciendo el mandato familiar) para descubrir el mundo fuera del agua.

1.
Loa a la amistad. Con lo primero que uno conecta al ver “Luca” es con ese hermoso recuerdo de la amistad durante la infancia. Pocos vínculos son tan sinceros, nobles y permanentes como aquellos que construimos con personas por fuera de nuestra familia, -y tan diferentes a ella, por cierto- con las cuales comenzamos a descubrir el mundo.
Ambientada en el sur Italia en la década del ´60, “Luca” es justamente un culto a esos lazos de amistad de la infancia y primera juventud, que nos permiten mirarnos en los ojos de otros, reconociéndonos a nosotros mismos. “Luca” nos cuenta sobre un pequeño monstruo marino que se pasa los días queriendo salir a la superficie, aun sabiendo que es algo prohibido en su familia. Muchas veces intentó hacerlo, pero siempre su culpa y temor pasaban por encima de su curiosidad. Sin embargo, un día Luca se encuentra con Alberto, un adolescente y monstruo marino como él que hace mucho tuvo que salir a la superficie y vive de manera anfibia (hay una hermosa y tremenda subtrama sobre adolescencias solitarias), que lo invita a sumarse a su aventura.
“Yo era un niño muy tímido y un verano, cuando conocí a Alberto, mi mejor amigo, él me empujó fuera de mi zona de confort”, quien habla no es Luca, pero sí su creador, el italiano Enrico Casarosa, que con orgullo comentó a diferentes medios que esta película estuvo prácticamente basada en su infancia. “Hoy soy dibujante gracias a él. Y de eso habla la película, de cómo las amistades que hemos tenido nos ayudan a construir nuestra identidad”, agregó también el director oriundo de Génova, para la plataforma Sensacione.

2.
Un relato sencillo e inolvidable. A la hora de llamar la atención de los niñxs es necesario que un relato tenga algunos puntos centrales. En primer lugar, que sea sencilla. No superficial, ni poco profunda, ni modesta, sino sencilla: que el conflicto sea percibido de manera temprana, que vaya creciendo de forma gradual y que el clímax acompañe con un final inolvidable. O sea, que sus personajes logren transformar su entorno o transformarse ellos mismos para avanzar y poder alcanzar sus sueños. En la infancia, todo tiene que ver con los sueños. “Luca”, por supuesto, cumple con esta premisa.
Con animaciones muy tradicionales, pero bien estudiadas en sus estilos y dinámicas, la historia se presenta desde el vamos sin preámbulos, y narra sobre un monstruo marino que creció sabiendo cuál era su único límite: no salir a la superficie. Y por supuesto sabemos que si hay una regla, hay un adolescente que quiere 0romperla. Y ahí aparece Luca, con todos sus temores a cuestas, conociendo a Alberto que lo anima a respirar de otra manera (con todo lo que eso implica). Aunque, por supuesto, las complicaciones no tardarán en llegar, y ahí es donde aparece el conflicto. Si bien ellos se transforman inmediatamente en humanos cuando salen a la superficie, no pueden dejar que nadie se dé cuenta de su “terrible” naturaleza que se hace visible al tomar contacto con el agua, aunque sea una sola gota. Escondidos, entonces, en sus trajes de personas, sortearán más de un objetivo y descubrirán que hay muchos más cómplices que enemigos de lo que piensan.
De a poco, el miedo de Luca se transforma en valentía, la intrepidez de Alberto en racionalidad y la amistad de ambos en la posibilidad de vencer todos los prejuicios.
3.
Guiño a Hayao Miyazaki. Según algunos comentarios desprendidos de la producción, el filme es una especie de homenaje al gran director japonés, y sobre todo al filme “Mi vecino Totoro”, por narrar una historia que rinde alabanzas a la fantasía en la infancia.
De hecho, el nombre Portoroso, lugar donde se desarrolla la película fue pensado en función de Porco Rosso, otra producción de Miyazaki, ambientada en la Riviera italiana. Sea o no así, lo cierto es que “Luca” sin dudas nos toca las fibras más íntimas como seres humanos, llevándonos por un momento al sentir como niños, algo que el director japonés está muy acostumbrado a hacer en todas y cada una de sus películas.
4.
Debate LGBTQ+. Como dijimos, Luca y Alberto no tardan en entablar una hermosa amistad que cambiará sus vidas para siempre. Y no fueron pocas las voces que comenzaron a alzarse diciendo que esa relación se emparenta (por momentos) más con un vínculo de amor que a un lazo fraternal. ¿Son los protagonistas un símbolo por la lucha de amor entre personas del mismo sexo? Todo surgió a partir de una reseña hecha por el crítico Matt Goldberg para el sitio Collider, quien hizo una analogía entre el temor de los protagonistas por ser perseguidos al ser monstruos marinos y quienes se sienten perseguidos por ser homosexuales. Así lo escribió: “La película se convierte en algo especial con la relación entre Luca y Alberto. Por un lado puedes argumentar que la relación es suficientemente amplia como para abarcar a cualquiera que se sienta un forastero. Pero yo debatiría que la cinta no es una simple historia sobre “forasteros”, sino sobre personas que sienten la necesidad de hacerse pasar por algo que no son porque el mundo los percibirá como monstruos”. Y yendo más allá, asegura que fue la firma Disney la que impidió que la historia fuera abiertamente diverse, llevándola a un plano simbólico para evitar posibles críticas del público.
Si hay algo poderoso que tiene el arte es justamente el estar abierto a tantas interpretaciones como personas hay en el mundo. Es cierto que el relato planteado en Luca puede tener puntos en común con una infancia atravesada por la búsqueda de nuevas identidades sexuales y con una sociedad que oculta las diferencias para salvarse, sin embargo, no hay nada puntual que lleve a pensarlo directamente. Y pienso que un desembarco de Disney a las infancias trans no debería quedar tan solapado si el objetivo fuera ese. Creo, sinceramente que el objetivo fue otro, aunque es sumamente interesante que un filme pensado para el público infantil ponga sobre la mesa nuevas miradas y abra el debate de infancias trans, infancias que –por cierto- siempre son más que invisibilizadas por el mundo heteronormativo.

5.
La utopía, eso que nos permite avanzar. Decía el escritor uruguayo Eduardo Galeano que la utopía se aleja cada vez que uno camina, y que por eso sirve para caminar. Un poco de eso también habla “Luca”.
Una vez en la tierra, este joven monstruo marino devenido en persona descubre no solo la amistad, sino también (y de la mano del personaje de Giulia) un mundo de saberes que se abre a sus pies. Poco tardará en entender que siente una inmensa pasión por aprender y que si quiere ser parte de esa nueva “humanidad”, deberá elegir y dejar el mar (y su familia) para siempre.
¿Somos capaces de reconocer esa chispa que encendió nuestros corazones y nos permitió vislumbrar el destino que queríamos trazar para cada uno de nosotros y que cambiaría nuestra vida para siempre? ¿La sentimos alguna vez? ¿Qué hicimos con ese enorme potencial?
Esos interrogantes aparecen y desaparecen en el filme como estrellas fugaces y le permiten al protagonista ir respondiendo lo que él cree que es su misión en la vida. Misión que, por supuesto, estará condicionada por el gran temor y la timidez que lo caracterizan. Y una de las grandes moralejas del filme está justamente en la fuerza que guarda el concepto de cambio para modificar no solo nuestras apariencias ni las miradas que tenemos de nosotros mismos, sino –y sobre todo- los mandatos que nos anclan a lo que deberíamos ser y no lo que soñamos ser.