Bienaventurades sean les chiques

 

Hoy hacemos foco en la primera novela de Gabriela Cabezón Cámara, re-editada este año por Penguin Random, después de la excelente crítica de «Las aventuras de la China Iron». Una travesti elegida por la virgen para llevar mensajes al mundo y una cronista de policiales son las protagonistas de una historia de amor que cruza las coordenadas de lo establecido y pone en jaque verdades religiosas, creencias culturales y posturas filosóficas. 

 

“La virgen cabeza” es la primera novela de la autora argentina Cabezón Cámara (referente de la narrativa contemporánea) publicada en 2009 por Eterna Cadencia, que vuelve a estar por estos meses en los anaqueles de Novedad de la mano de Random, después de la excelente repercusión que tuvo con este sello “Las aventuras de la China Iron”.

Y es cierto que algunas similitudes y diferencias presentan una con otra. Ambas se construyen a partir de la mirada de una narradora en primera persona (en su mayor parte), que cuenta de manera retrospectiva un derrotero, plagado de abusos, violencia y también amor, pero se diferencian en que, La virgen cabeza es una fotografía sumamente actual que hace foco en una villa en plena capital y no una revisión histórica como en La China Iron.

 

Los universos simbólicos desplegados por Gabriela Cabezón Cámara en su literatura son, casi siempre, aquellos que el mismo sistema (¿la sociedad?) busca ocultar y/o la opinión pública demonizar. Son el lado b de una realidad que la mayoría se esfuerza por ver a medias. Aquello que está detrás del telón de fondo, lo que pocos se atreven a visibilizar.

Y, a contramano, la autora, no sólo elige estos paisajes para poner en escena, sino que lejos de describirlos a medias, se asoma y se embarra, inmiscuye e indaga sobre modos, tonalidades, lenguajes, pensamientos y miradas de personajes construidos para la ocasión, que son mitad realidad mitad fantasía, como reminiscencias de las mitologías.

 

En primer plano:

Cleopatra, una travesti elegida por la virgen, cual mesías señalado por el espíritu santo, que decide abandonar la prostitución para llevar el mensaje celestial al mundo, un mundo que –por cierto- se circunscribe a un terruño olvidado de la Capital Federal donde se multiplica la miseria y el desamparo.

Y Qüity, una periodista de policiales que se enamora de “la elegida”, como el acto más revolucionario de un mundo hipócrita.

En segundo, un pequeño niño abandonado, Kevin, que se convertirá en la única razón para sobrevivir, para pasar de la muerte a la vida o del infierno al paraíso.

Los tres: travesti, lesbiana y huérfano serán el núcleo narrativo desde donde irá creciendo un relato sumamente original y disonante dentro de la literatura, relato de familia y amor, potente y atrevido que, de más está decirlo, cruza ideologías, tradiciones, culturas y credos.

 

Todo aquello que se cuente sobre ellos y sobre los hechos acontecidos, desde que Qüity entre a la villa El Poso hasta que las protagonistas se sientan a salvo en una generosa Miami, más un hilo que hilvana reflexiones sociológicas, filosóficas y antropológicas hacen de “La virgen cabeza” un libro que tiene el mismo poder que una hoja afilada, para llegar hasta las vísceras de quien lo lea y para interpelar de principio a fin.

 

Vaya a saber cuáles fueron los sentimientos que movilizaron a Cabezón Cámara al escribir La Virgen cabeza. ¿Hartazgo? ¿Impotencia? ¿Reveldía? ¿Sororidad? No lo sabemos, pero lo que sí podemos dilucidar al leerlo es el tremendo trabajo de empatía con un submundo marginal donde conviven la miseria material y la esperanza mas inquebrantable, donde se vive un presente continuo, donde parece no regir más ley que aquella que obliga a matar o morir, y amar por puro instinto.

 

En tiempos donde el feminismo cruza las coordenadas establecidas creando re-ordenamientos de las capas de un mundo en crisis, la literatura de Cabezón Cámara es un claro ejemplo de cómo la ficción es el mejor ejercicio de reflexión que podemos regalarnos a nosotros mismos.  

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