La escritora de Rio Cuarto acaba de editar “Con los ojos cerrados” una novela que se desarrolla entre Argentina y España y que tiene al amor en el centro de la escena.
Dos continentes. Un libro misterioso. Un destino marcado. Un cambio de vida… Todo eso se funde de manera sutil y precisa en “Con los ojos cerrados”, la nueva novela de la escritora riocuartense Ana Moglia que se presentó oficialmente hace algunas semanas atrás.
“Las almas no necesitan mirarse a los ojos para reconocerse… ellas saben lo que habita en el corazón”. Esa frase resume la esencia de esta novela. Entonces sabemos que estamos frente a un relato conmovedor, profundo y vital en el que obviamente -y fiel al estilo de Moglia- el amor ocupa un lugar relevante.
La protagonista de “Con los ojos cerrados” es Trinidad Alcázar, una mujer que vive en las sierras de Córdoba (Argentina) y que se dedica a explotar una mina de mica y cuarzo. Su vida parece casi resuelta, sin embargo la muerte de su padre la obliga a trasladarse a Alicante (España) para asumir la conducción de su negocio (una cantera de mármol en Novelda).
Trinidad está convencida de que no estará mucho tiempo en España, seguramente regresará cuando logre resolver el tema de la herencia. Sin embargo un libro llega a sus manos. Un libro que, sin quererlo, pasará a ser parte de su destino.
“Cada uno sabe lo que desea cuando cierra los ojos”, afirma Ana Moglia en diálogo con Babilonia Literaria y así comenzamos a charlar sobre la quinta novela de su carrera.
-Nuevamente escribís una historia donde la vida de la protagonista se desarrolla en dos continentes. En este caso Trinidad vive en Córdoba pero por razones familiares se traslada a España. ¿Qué te genera, desde lo literario, esa estrategia narrativa de unir dos lugares geográficos que a su vez producen cambios en el mundo interior de los personajes?
– La verdad es que me genera mucho placer, porque viajo muchísimo (¡imaginariamente, claro!) y sobre todo aprendo. Para mí es tan fascinante la etapa de investigación como la de la escritura, la disfruto mucho. Descubro culturas diferentes, lugares, costumbres. Me divierte, me atrapa y activa mi imaginación que es lo principal.
Y a esto también lo disfruto como lectora que soy; ¡me aburre leer una historia sin estos movimientos internos!
– ¿Hay una Trinidad diferente en Argentina a la Trinidad de España?
No, no diría que son «diferentes» sino que es una persona a la que la vida la sorprendió y le tocó luchar contra lo que jamás se imaginó. Como nos suele pasar a los seres humanos, que a veces nos tienen que suceder determinadas cosas para descubrir quiénes somos y de lo que somos capaces de hacer, de soportar… Todo, absolutamente todo sucede por alguna razón. Trinidad entendió esto al final del libro.
– En tus novelas siempre hay un componente romántico. ¿Por dónde pasa esta historia de amor?
– Pasa como en casi todos mis libros, por el amor que brindamos en lo que hacemos, por el amor que damos en la amistad, en los trabajos que elegimos, en las personas que amamos… No concibo o, mejor dicho, no me imagino una historia que no sea atravesada por el amor de alguna manera. Amo escribir lo que escribo porque me hace muy feliz.
– También hay un libro, un libro que genera emociones y que a su vez se vuelve parte de la historia. ¿Cómo surgió la idea de usar ese recurso en el relato?
¡No lo sé! Como me pasa siempre, no sé en qué segundo mágico me atraviesa la inspiración pero dejo que suceda… Pienso, ahora que me lo preguntás, que es el inmenso amor que le tengo a los libros y que sin pensarlo lo transmití en la escritura. Además siento que se produce algo tan especial en el acto de escribir, ¿cómo explicarlo? Es como si te metieras en el alma de las personas…. Me lo han dicho, por eso puedo decirlo. A veces uno desde el lugar de escritor no se da cuenta de muchas cosas que suceden en ese acto maravilloso y lo que se produce en el otro.
– ¿Cómo definirías a los protagonistas de esta historia?
– Sinceramente los siento como personas reales, con sus problemas, sus confusiones, sus deseos contenidos, sus miedos… Y creo que está bueno, porque mientras más vivos los sentís al escribir, más sentís la historia en tu corazón.
-Cada novela tiene sus desafíos, ¿qué desafíos te generó escribir “Con los ojos cerrados”?
– Es cierto, cuando escribí el anterior, «Promesa bajo la luna», el desafío fue ponerme en la piel de un hombre y lo transité con mucha felicidad. Esta vez en «Con los ojos cerrados» el desafío fue conservar el secreto y el misterio mágico que tienen los libros. ¡Estoy tan convencida de que nos llevan a lugares impensados!. Y bueno, a Trinidad el libro que estaba leyendo la llevó a donde debía estar (¡y no puedo decir más!)
Creo que el desafío fue descubrir lo que he plasmado en la frase que decidí regalar a los lectores en la dedicatoria de Con los ojos cerrados: «Cada uno sabe lo que desea cuando cierra los ojos».