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"algún lugar", un relato como pregunta constante sobre dónde queremos estar

 

Una mujer que viaja. Una mujer que sueña. Una mujer que piensa. Una mujer que siente. Una mujer que está pero parece que ese estado es sólo una continua sensación que no tiene verdadero anclaje en la realidad.

 

La protagonista de “algún lugar” (así en minúsculas) no tiene nombre, y el hombre que la acompaña, tampoco. Ella sólo lo nombra M y es su pareja (pre-ex y post) que la acompañará hasta el final, hasta que termine de relatar este especie de diario íntimo donde ella va registrando los distintos estados por los que pasa, como una persona que está pero nunca está del todo en un lugar.

 

Siempre (o casi) en primera persona, la protagonista cuenta que de Río viajó a Los Angeles por una beca y que esa decisión modificará un tiempo de su vida, marcando lo que es irse de un lugar a otro, lo que uno deja y se lleva, los sentimientos que uno puede manejar al mudar el cuerpo, el habla y el sentir, y lo que se vuelve terriblemente involuntario: olores, sabores, gestos, miradas, palabras que no significan nada si no están en el “lugar” indicado.

 

“algún lugar” es un libro triste, supongo que esa fue la intención de su autora. La de transmitir la terrible nostalgia que genera estar en un lugar al cual no sentimos pertenecer. La protagonista sabe que las calles de esa nueva ciudad tienen particularidades, que su gente tiene encanto, que su historia vale la pena conocer, sin embargo el adentro, ese estado permanente de melancolía, no le permite a ella, y por ende a nosotros como lectores, conectarnos con el exterior.

Ella sabe que al mudarse de ciudad estará perdiendo parte de su ser, o por lo menos que ese “yo” que nació con ella en su Brasil natal no fluirá como antes. Y si bien es consciente de eso, al mismo tiempo sus recuerdos se convertirán en el estado más inconsciente, donde sólo en sueños va registrando cómo es eso de no estar allá y estar acá, y luego estar allá y no acá.

 

Como una cámara que enfoca siempre los primeros planos de uno mismo, pies, manos, brazos o nuestra cara en el espejo, la autora Paloma Vidal nos ofrece una lectura que detalla hasta el más mínimo detalle el sentir de una persona, logrando un relato obsesivo que nunca se sale del registro personal. La protagonista habla de M, de su amiga Luci, de su mamá que envía cartas, pero incluso esas voces son ecos lejanos que no terminan de conectar con ella misma. Por momentos, la lectura se vuelve asfixiante, tanto como sentir una terrible desolación de estar perdida en una ciudad.

 

El lugar donde estamos, el que anhelamos, el que perdimos. El lugar del otro, el que ocupamos por equivocación, el que nos dieron por mandato. A través de su narrativa, Vidal nos invita a indagar sobre esos espacios donde vivimos y por momentos desconocemos, reflexionando cuál es, al fin y al cabo, el lugar de la felicidad.

 

Sentir no es hablar, y la protagonista del libro lo sabe, porque ni siquiera en las tres lenguas que habla ¿la protagonista? –portugués, español e inglés- podrá por momentos distinguir sus emociones ni decir lo que la cruza. Lo mejor de Vidal, lejos, es justamente esa capacidad para amalgamar ese vaivén de sentimientos paradójicos y contrariados y volcarlos en lengua madre y las de adopción, en cada circunstancia.

“Hay palabras que sólo tienen sentido en un idioma”, dice como al pasar la autora en un fragmento de la obra. Ese quizás, sea el tesoro del relato.

 

Será el paso del tiempo, y un hijo que llega cuando todavía no sabe tampoco ocupar el lugar de madre, el que le otorga un nuevo sentido al término. Intimista hasta el hartazgo, «algún lugar» es una buena ocasión para leer algo totalmente diferente y que despertará sin dudas nuestros puntos en contacto con el mundo.

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