“Yo soy un enamorado de los textos teatrales”

El actor Ale Orlando está presentando la obra “El oficio más hermoso del mundo” en el teatro La Llave. Se trata de un juego escénico con textos que van del humor a la emoción  y que le permiten desplegar una galería de personajes que lo acompañan en su carrera profesional. Una propuesta estival que se instaló en la cartelera cultural de la ciudad con muy buena respuesta del público y que seguirá en febrero y marzo.

El actor y dramaturgo Alejandro Orlando –conocido como “el Ale Orlando”- hace de su oficio un verdadero juego escénico. El escenario se vuelve un territorio lúdico en el que se permite atravesar una galería de personajes. No hay vestuario ni caracterizaciones. Se trata más bien de una metamorfosis que se construye y deconstruye a fuerza de textos, de tonos, de modos, de gestos, de posturas corporales. En la obra “El oficio más hermoso del mundo”, Orlando nos devela los misterios y los secretos de la actuación.

La puesta comenzó con sus funciones en enero en la sala La Llave, sigue en febrero y continuará en marzo dada la muy buena respuesta del público. “En las últimas 3 funciones colgamos el cartel de entradas agotadas” cuenta el actor.

Cabe destacar que muchos  son los que conocen a Ale Orlando  por la gran dupla que conforman con Pedro Paiva en Los Modernos. Otros llegan por algunas de sus otras obras teatrales o por esos personajes que tal vez conocieron a través de las redes. También están los «nuevos», los que descubren al actor en esta puesta en la que transita todos los registros: el humor, la emoción, el drama, la poesía y hasta un monólogo con clima autobiográfico.

En diálogo con Babilonia Literaria Alejandro Orlando cuenta cómo fue armar “El oficio más hermoso del mundo” y qué pasa tanto arriba como abajo del escenario con esta puesta.

-¿Cómo surgió la idea de armar “El oficio más hermoso del mundo”?

-Desde hace algún tiempo me estaba dando vueltas por la cabeza la idea de hacer un espectáculo donde el eje central fuera la interpretación. Yo tuve la suerte, desde muy chico, de encontrar mi vocación de actor. Tuve la necesidad, desde mi adolescencia, de jugar a ser otras personas, de  jugar a vivir otras vidas imaginarias completamente distintas a la mía. Es por eso que creo que el oficio de la interpretación es el oficio más hermoso del mundo. Porque para mí es eso: un juego que me remite siempre, pero siempre, a la felicidad de mi infancia.

-En la obra hay varios textos de puestas o personajes de trabajos anteriores. ¿Qué tuviste en cuenta para hacer esa selección?

-Siempre tuve en claro que la dramaturgia iba a ser la piedra fundamental de este espectáculo. Por eso eché mano de algunos de los tantos personajes que vengo haciendo en los últimos años y tratando de que no tuvieran nada que ver unos con otros. Por eso el profeta Malaquías no tiene nada que ver con el marido, el marido no tiene nada que ver con Robert (de Mi vida con Robert) ni con Carlucho de Los iluminados ni con María José.

Cuando ya tenía sobre la mesa todo eso sentí que faltaba un nexo y por eso lo llamé a Pedro (Paiva) de Los Modernos –que es parte de mi vida, porque hace 20 años que interpreto a Los Modernos junto a él- y me cedió muy generosamente sus textos para que los usara como yo quisiera. Y los incorporé como comodines para entrar y salir de un personaje a otro. Realmente funcionó de manera fantástica.

Con respecto al cierre de la obra,  yo tuve la suerte -en el año 2018- de hacer una charla Tedex y reduje ese material para hablar exclusivamente de la interpretación, de mi vida con la actuación. El espectáculo finaliza con una mini charla que es emotiva para mí y para la gente.

-Hay momentos muy divertidos, de humor, pero también un momento muy dramático que cambia totalmente el clima de lo que viene sucediendo en escena. ¿Cómo manejás, desde lo actoral, esos paso?

-La inclusión de Carlucho, que es un personaje de una obra mía que se llama Los Iluminados, creo definitivamente que es el mayor acierto del espectáculo porque la gente se viene riendo, riendo, riendo y de pronto yo digo: “la vida es un juego que se da entre dos aguas y finaliza ente dos fuegos. La vida es un juego, ¿jugamos?”.. .Y empieza esta gran transformación física hasta convertirse en un personaje de una ternura increíble y la emoción atraviesa la sala. Es impresionante. El silencio que se produce es una locura y yo lo agradezco. Porque creo que el teatro es eso: es emoción también. Tras esa escena, decidí no poner ningún texto de Los Modernos que funcionara como nexo y salir directamente con María José que es uno de mis personajes más divertidos. Y  lo que se produce es una verdadera locura: la gente está llorando, la gente está emocionada y a los 30 segundos se está riendo de nuevo. Así que la verdad es que es una alegría enorme que haya funcionado todo lo que uno piensa en el proceso de ensayo. Porque el teatro de alguna manera es eso: risas y emociones de un segundo a otro.

-Un poco haciendo foco en la teatralidad del texto. ¿Qué creés que debe tener un texto para funcionar a nivel escénico?

-Yo soy un enamorado de los textos teatrales, pero lo cierto es que uno nunca sabe cómo van a funcionar con el espectador hasta que se estrena ¿no? En el caso puntual de “El oficio más hermoso del mundo”, como dije antes, lo que busqué fue que la dramaturgia de cada uno de los personajes fuese completamente distinta para que la gente pueda ver el trabajo del actor, verlo jugar, entrar y salir de un  personaje a otro con esa gimnasia que necesita el espectáculo y que lo hace atractivo para el público.

-La obra viene funcionando muy bien con respecto a la respuesta del público, en una época compleja como lo es la temporada de verano en la ciudad. ¿Por qué creés que se da eso?

– Saber por qué una obra funciona muy bien y otras no, es realmente un misterio. Es increíble. Uno siempre trabaja para hacer su mejor obra, y a veces se da y a veces no. Lo cierto es que este espectáculo está funcionando increíblemente bien con el público, es una alegría enorme. Los últimos 3 viernes estuvimos con las entradas agotadas y realmente yo no paro de agradecer a la gente. Los motivos, me da la sensación, es que es una sumatoria de todo lo que hemos venido hablando. Es un espectáculo que tiene humor, poesía, reflexión. Tiene un poco el sello de lo que a mí me gusta: nivelar siempre para arriba a nivel artístico. Y no mucho más que eso. Igual esto que digo son  puras intuiciones. Pero no me queda más que agradecer porque el público es muy generoso conmigo, me acompaña desde hace mucho tiempo, y valora el esfuerzo y el trabajo. Así que estoy muy feliz con este momento que estoy viviendo y ojalá la vida del espectáculo sea larga y buena por mucho tiempo.

Funciones

“El oficio más hermoso del mundo” seguirá en cartel todos los viernes de febrero y marzo a las 21.30 en el Teatro La Llave (Avda. Gauss 5730).

Entrada general $2.000. Se pueden adquirir en www.teatrolallave.com o hacer reservas por Whatsapp al 351 3994345

Fernanda Pérez

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