El docente y fundador del grupo de teatro infantil EGOS
acaba de publicar “La luna que miraba” (Jacarandá Editoras), un hermoso relato para niñxs que habla sobre el amor y la amistad. En esta nota, De la O nos cuenta sobre sus procesos creativos en la literatura.
Alejando De la O lleva un largo camino recorrido en el ambiente de las artes escénicas y la docencia de Córdoba, con una especial mirada en las infancias. Fundador, junto a Cecilia Di Marco, del grupo EGOS, desde hace 20 años es parte del proceso creativo y actoral de obras como “Romina Hood”, “Caperucita feroz y el lobo rojo”, “El fantasma de Clownterville” o “El Conde DráScula”, para nombrar solo algunos títulos, al mismo tiempo que como docente es formador en los ciclos de primaria y secundaria. Asimismo, De la O fundó junto a sus colegas Natalia Moya, Natalia Rey y Luciana Conci el espacio Postales de Pickwick lij, con el objetivo de generar conversatorios y encuentros de y sobre Literatura Infantil y Juvenil y desde hace años es parte del staff de la revista Aquelarre.
Así, saltando de la escena a las aulas y de las aulas a los libros, Alejandro De la O sintió -en el último tiempo- la necesidad de dar rienda suelta a otra de sus grandes pasiones que transcurría solo en su intimidad: la escritura. Escritura que es el resultado no solo de una infancia colmada de libros, sino también de una constante formación, que lo lleva a habitar e imaginar universos fantásticos y personajes inolvidables día tras día.
“La luna que miraba” se presenta entonces como su primer libro publicado, de la mano de Jacarandá Editoras, que narra la historia de Soledad y Marcelino, una niña y un niño que se encuentran durante algunos veranos, cuando ella va a visitar a su abuela Adela a la costa y él ayuda a su padre a arreglarle el jardín. Un relato amoroso y tierno, que plantea con delicados y precisos recursos literarios, ese singular paso de la infancia a la adolescencia que muchas veces está acompañado también por el paso de la amistad al amor.
En diálogo con Babilonia, Alejandro De la O nos cuenta sobre el proceso creativo de este bello cuento.

– Desde hace años venís recorriendo la literatura infantil y juvenil tanto desde la docencia como desde el teatro, ¿dónde crees que fue naciendo la semilla de “La luna que miraba” en el aula, en el escenario o en ambos?
Ale– La semilla nació en ambos, lo tomo como la cereza del postre. Consiente del camino recorrido, fui viendo que todos mis trabajos se unían en el aporte hacia las infancias. La literatura me atraviesa desde chico y al meterme mucho más de lleno los últimos años -desde las gestión de proyectos o el trabajo de la literatura en el aula con los chicos y chicas-, me entraron las ganas de poder concretar -con toda la humildad- algo que también hago desde hace mucho tiempo en la intimidad: escribir pequeños retazos.
-¿Cómo fue el recorrido del cuento desde que era un relato manuscrito hasta que se puede leer en papel y con bellas ilustraciones? ¿Cuándo decidiste que querías convertirte en autor?
Ale- Siempre me gustó escribir pequeñas cosas, en cuadernos, agendas, las ideas siempre estuvieron…pero había algo de esa intimidad que me gustaba que quedara guardado para mí. Con los años esta idea de la luna apareció en un primer boceto. Cuando comencé un taller de escritura con Verónica Ontiveros, una escritora divina de Literatura infantil juvenil de La provincia de Bs As, en ese trabajo virtual y amoroso con ella pude darle un poco más de forma y se guardó en un cajón. Al mismo tiempo, mi trabajo de gestión de proyectos con la literatura me llevo a conocer a María Jesús Álvarez. Me enamoré de su persona y su trabajo, ella tenía la sensibilidad que estaba buscando y me animé a darle el texto de una forma totalmente improvisada, en una hoja enrollada, preguntando si se sumaba a ilustrar esa historia y que hiciéramos un proyecto conjunto. A los meses, me contestó que “sí, que comenzáramos” y ahí empezó esta travesía hermosa de la luna. Después apareció Nora Lia Sormani, a quien admiro hace años por su trabajo de investigación en el teatro Infantil, gran conocedora del tema y le envié la maqueta lista. A los meses me contestó que sumaban el libro a su propuesta editorial que es un lujo de autores y textos de literatura infantil.
Igual no soy tan consciente de la palabra autor. Las ideas me surgen, la escritura es algo más complejo, lo vivo más como un juego, con responsabilidad, como todo lo que hago, con disfrute y poniendo el corazón, pero con sinceridad no me planteo un más allá. Soy un actor que juega a escribir un cuento, después veremos qué nos regala el camino; hay otro texto dando vueltas con fuerza, veremos qué pasa.

Niñez y adolescencia,
amistad y amor
Cuando comienza el cuento, Soledad y Marcelino tienen 6 años, pero a medida que avanza la historia y los veranos pasan, se van convirtiendo en pre-adolescentes. Ellos cambian y sus sentimientos también. Las miradas parecen las mismas, pero no lo son, las distancias que llegan cuando se terminan las vacaciones, tampoco. Se observan, se extrañan, se quieren. ¿Qué traen y se llevan los cambios? ¿Por qué la amistad se disfraza de amor a veces? ¿Dónde encontrar las respuestas?
– El cuento plantea dos transiciones, de la niñez a la pre-adolescencia y de la amistad al amor. Dos caminos difíciles de recorrer y donde hay mucho para detenerse a observar. ¿qué te motivó para escribir sobre esto?
–Ale– Lo cercano o personal siempre está presente en la escritura: una vivencia, una palabra, una imagen. En la niñez y pre-adolescencia se viven situaciones lindas que siempre quedan guardadas en algún rincón del corazón, así como se viven situaciones feas. Siempre digo que vivir una infancia feliz marca mucho el camino. La amistad es muy importante, comenzamos a vincularnos, aprendemos a vivir y convivir con los otros y esos momentos amorosos, simpáticos de alguien que te gusta quedan guardados. Yo todavía recuerdo aquella persona que me gusto con nombre y apellido en esos años y la recuerdo con una grata sonrisa.

– Tenés muchísima experiencia como docente y actor interactuando con niñxs de las edades de Soledad y Marcelino, los protagonistas del libro, ¿cómo crees que viven los niñxs los cambios en sus emociones? ¿Crees que esos cambios paralizan/movilizan más a los adultos o a ellos?
Ale- Lxs niñxs y jóvenes las viven con mucha intensidad, son frescos, genuinos en las emociones, tienen un gran poder de trasformación, de mutación. Los adultos quedamos dando vueltas muchas veces en los cambios, por eso lo importante es cómo desde pequeños aprendemos las emociones, sus formas de vivirlas y atravesarlas. Poder expresarlas libremente es algo muy importante.
– El relato también habla de la niñez como ese lugar donde no se reconocen diferencias sociales, culturales, geográficas, diferencias que aparecen cuando comienzan a registra(se) ellos mismos desde otro lugar. ¿Hay una intención de poner a la infancia como ese lugar sagrado y libre de prejuicios?
Ale- Totalmente, los prejuicios no nacen con las personas, se van construyendo socialmente. Los ámbitos que esxs niñxs atraviesan y las formas van a ser un prejuicio o no. Puedo ver a niñxs jugar e interactuar sin estar pensando en nada de eso, es el adulto que marca esos territorios. La risa, las ganas de jugar, de compartir, las miradas, el amor es para todxs lxs niñxs lo mismo.

La palabra, eso que todo lo abarca
Como dijimos, Ale De la O es actor también docente, narrador, promotos cultural y mucho antes, lector. De estos universos artísticos y académicos es que fue sumando herramientas a la hora de escribir aunque él dice no ser demasiado consciente de ello, salvo por una cosa: la capacidad de ponerse en los zapatos de otro.
– El lenguaje escénico no es el mismo que el lenguaje literario, sin embargo, ¿qué herramientas o recursos del teatro te sirvieron a la hora de escribir esta historia?
Ale– La mirada, sobre todo. Poder mirar la vida de estos personajes, ver un poco más allá de lo que quería que se supiera. Eso es algo que muchas veces construí también desde el teatro a la hora de plantear un personaje. La fantasía de que todo podía pasar en esa historia con una luna, lo que uno quisiera, la metáfora; lo demás es puro impulso y corazón.
Datos del autor
Alejandro De la O es un actor especializado en teatro infantil, profesor de teatro, promotor de lectura, gestor cultural.
Integrante de Egos teatro, pertenece al staff de Aquelarre, revista especializada en literatura para niñxs y jóvenes, y forma parte de Postales de Pickwick lij grupo de difusión y fomento a la lectura infantil juvenil
Docente destacado en la enseñanza de la lengua, la literatura y la promoción de la lectura en el CILE ( Congreso internacional de la lengua española); Premio nacional y latinoamericano Hormiguita viajera por aportes a la LIJ en el teatro, Premio nacional Madre Teresa de Calcuta al trabajo solidario a través del teatro, las letras y el arte en general.