La docente y escritora Silvia Lachaise acaba de sacar con el sello Comunicarte la novela infantil “Patas de resorte” que rescata la amistad entre un niño de campo y su caballo. Un recorrido tierno sobre la niñez.
“La verdadera patria del hombre es la infancia” dijo alguna vez Rainer Maria Rilke. Una definición que refleja de qué manera esa etapa de nuestras vidas nos marca para siempre. Las anécdotas, los aromas, los amores, las tristezas, las pérdidas, los miedos, los sueños y las aventuras de aquellos tiempos son únicos y se atesoran en un lugar sagrado del corazón. Ese es el clima que impera en “Patas de resorte” la novela infantil de la cordobesa Silvia Lachaise, que tuvo una primera edición en 2009 y que ahora retorna al mundo editorial de la mano de Comunicarte.
Sus años dedicados a la docencia la han dado la experiencia suficiente para conocer el universo de los más pequeños. “A través de esta profesión puedo convertirme en niña cuantas veces quiera”, afirma la autora a la hora de ahondar sobre esta novela inspirada en la historia de Bochita (un niño de campo) y su caballo Patas de Resorte.
– El libro hizo un largo recorrido para llegar ahora a este lanzamiento de la mano de Comunicarte, ¿no?
– Sí, yo lo escribí en 2009 y en ese momento lo presenté para un concurso de la editorial Comunicarte. Pero se trataba del Concurso de Jóvenes del Mercosur y obviamente por una cuestión de edad quedé afuera. A partir de ese momento decidí publicarlo por mis propios medios y llegué a la quinta edición. Iba a todos los colegios con mi libro bajo el brazo.
– Y finalmente surgió esta posibilidad de reedición.
– Se dieron varias cosas para llegar hasta acá. Por un lado el reconocimiento de la Legislatura que la declaró el año pasado Novela de Interés Cultural Infanto-Juvenil. Y por otra parte, un poco antes, me tocó leer un fragmento de la novela en una Maratón de Lectura, proyecto de la periodista Mariana Otero para la web. Paralelamente, Mariela -la promotora de Comunicarte- estuvo en mi escuela y le di uno mío. Ella lo llevó a la editorial y a Karina Fraccarolli, la directora de Comunicarte, le interesó. De alguna manera el libro volvió a ese sello con el que había querido editar desde el inicio.
– ¿Se hicieron cambios con respecto a la edición original?
– El texto está igual, es la misma historia. Pero entre Karina (FRaccarolli) y yo lo cuidamos mucho, pulimos varias cosas. Las ilustraciones son distintas, un trabajo hermoso que hizo una ilustradora llamada Mariana Otero que es de Buenos Aires (no tiene nada que ver con la periodista que me convocó para la Maratón de Lectura, pero es una gran coincidencia).
– Alguna vez contaste que el personaje de este libro, Bochita, estaba inspirado en tu papá. ¿Cómo fue recorrer su infancia de la mano de la literatura?
– Sí, está inspirado en la infancia de mi padre, lo expreso en la dedicatoria.
Fue muy especial escribirlo, era como sentir su cabeza de niño. Era volver a escucharlo pero en un rol de niña. Me lo imaginaba con ese caballo tan arisco, tan odioso. De alguna manera fue como compartir la infancia de los dos, más allá de que la mía fue diferente a la de él. Él tuvo muchas carencias y yo no. De hecho en esta novela le regalo una bicicleta, unos abuelos cariñosos, un maestro tierno que rescata historias… Cosas que no tuvo.
– Ese mágico poder que tiene la literatura de dar revancha. ¿El llegó a leerlo?
– Sí, se emocionó mucho con la primera presentación porque no le había dicho nada del libro. Él con su enfermedad quedó con una memoria selectiva, pero yo le iba preguntando cosas, charlando de su infancia, y escuchar su voz y sus relatos me llevaron a sentirme niña mientras escribía este libro.
– La relación entre los niños y los animales ha inspirado grandes obras literarias. ¿Por qué crees que se genera eso?
– Me parece que tiene que ver con esa pureza de los niños. A veces uno los subestima pero son muy observadores y se permiten relacionarse desde los sentidos. Por eso los niños tocan a los animales, los besan, se los llevan a la cama… Los humanizan. Hay mucha simpleza en ese vínculo entre un niño y un animal.
En el caso de Bochita y Patas de Resorte ambos se necesitan. El caballo está solo, es huraño, lo han traído de lejos, es grande, mañero. Y Bochita a su vez tiene hermanos pero no son compinches, entonces ese caballo es el amigo que encuentra para jugar. Cada uno suple lo que le falta al otro.
– Hay en el texto un componente nostálgico sobre ese final de la infancia.
– Sí, inclusive yo denoto que cuando ellos se despiden pasa algo fuerte. Porque la verdadera amistad es alegrarse de que el otro pueda crecer, que logre sus sueños. Y en esta historia el caballo apoya y alienta a Bochita para que cumpla sus sueños, pero cuando llega el momento de la despedida el animal enmudece y solo queda su mirada.
– El libro habla de un niño que crece en el campo, en una época en la que no había internet… ¿cómo se suple esa barra generacional entre el protagonista y estos pequeños lectores y lectoras de hoy que tienen una vida tan distinta?
– Los niños lo llevan directamente a lo que los abuelos o algunos papás les cuentan. Ellos son nativos digitales, son parte de este mundo que va a contrarreloj. Y escuchar a los abuelos narrar anécdotas de sus pueblos, o de esa infancia en la que andaban por las plazas, en bicicleta, tranquilos es algo que les gusta, que les da cierta tranquilidad.
– ¿Qué le imprimió tu intensa actividad docente a la escritora infantil?
– Yo creo que la más beneficiada soy yo, porque a través de esta profesión puedo convertirme en niña cuantas veces quiera. Me permite bajar hasta ellos. Mirarlos de igual a igual.
Sobre el libro
Integrando la colección Luz Verde de Comunicarte, «Patas de resorte» cuenta las aventuras de Bochita un chico que ha tenido la suerte de dar con un caballo muy especial.
El caballo, pese a ser mañoso y un poco huraño, se hace amigo del niño y de esa manera ambos se vuelven cómplices de aventuras y sueños.
La particularidad es que Patas de Resorte puede hablar con Bochita, tal vez con ese lenguaje tan especial y sensible que une a los niños y a los animales.
¡Linda novedad editorial para compartir en familia!