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Recorrido literario por las obras de Viviana Rivero

En nuestra sección de comentarios, sumamos una reseña con sabor a crónica escrita por la lectora y estudiante de periodismo Carmela Laucirica. Ella narra, en primera persona, cómo fue su encuentro con los libros de la escritora cordobesa y propone un circuito que incluye los títulos «Sí», «Lo que no se dice», «Secreto bien guardado» y «Los colores de la felicidad». 

 

 

 

 

Todo empezó con un libro que una amiga me prestó para entretenerme antes de dormir. Ahí fue donde me encontré con Viviana Rivero, no cara a cara pero si “cara a novela”. Luego de ese primer encuentro no hubo vuelta atrás: recorrí cuatro de sus libros que me llevaron de paseo no sólo por la historia argentina, sino por algunos  hechos significativos a nivel mundial.

 

El recorrido empezó con “Sí” que -como todas las novelas de Rivero- crea puentes entre Argentina y algún otro rincón del planeta, en este caso París. Este relato, que transcurre por los años 20, me mantuvo en vilo gracias a los múltiples amores que se entrelazan, cada una con sus complicaciones, obstáculos e incluso atravesando las distintas edades de las parejas. En este libro, cada párrafo era una invitación a continuar con la lectura. En mi incursión por «Sí», aún no sabía que iniciaría un camino literario en el que iría descubriendo una conexión sutil entre título y título, solo visible para los atentos.

 

El viaje continuó con “Lo que no se dice”. Allí conviven dos historias de amor en paralelo. Uno tiene que esforzarse un poco para retener toda la información posible, porque nunca sabe cuán relacionadas estarán estos relatos que transcurren en tiempos tan distantes pero que acarrean una fascinante trama familiar. Allí, en esa doble narración de amor que viaja entre el pasado y el presente, la Patagonia argentina es protagonista junto con algunos ecos de la segunda Guerra Mundial. Y es por estos sucesos históricos que la el viaje literario se bifurca a “Secreto bien guardado”, que muda su relato a Córdoba, pero sigue ligado a la Segunda Guerra Mundial, con especial atención a la tensión que existe entre judíos argentinos y los servidores del gobierno nazi.

 

Las redes que teje Viviana Rivero no son en vano: a medida que leía y sigo leyendo sus novelas, encuentro más y más rastros de la anterior; siempre sutiles y estratégicamente pensados. Cada uno de estos lograron darme más de una sorpresa.

 

Mi viaje literario terminó -al menos por el momento- con «Los colores de la felicidad», donde Argentina y Cuba se encuentran entre los años 50 y 60, en el marco de la revolución del mencionado país caribeño. En esta historia, la cual debo reconocer como mi favorita, Rivero vuelve a enlazar países, pasiones y personajes. Ese estilo es, sin dudas, lo más atrapante en sus obras. Además también tiene su valor educativo ya que nos hace conocer hechos del pasado de la mano de la literatura.

 

Estas cuatro novelas, cada una de ellas por separado y también en conjunto, lograron mantenerme siempre alerta: ya sea por una historia intrigante, por un personaje interesante o por esa conexión que guardan entre sí.

 

Al terminarlas me encontré siempre con la misma sensación: una parte de mí en plenitud y enriquecida, y otra sufriendo esa especie de duelo que sufrimos las lectoras cuando un libro llega a su fin.

 

Quizás es en ese momento cuando me decido a buscar otro de sus títulos, ya sea por internet o en librerías, prestado o nuevo, pero siempre con la certeza de que al finalizarlo no seré la misma que cuando lo empecé.

 

 

 

 

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