El cordobés Osvaldo Semrik acaba de publicar “Los secretos del Castillo”, su segunda novela luego de “Las chicas de Rosewood”, donde vuelve a indagar – articulando realidad y ficción- sobre los orígenes históricos de quienes son considerados padres de los denominados Trastornos del espectro autista (TEA): Leo Kanner y Hans Asperger. En este nuevo libro, donde uno de sus personajes es justamente el Dr. Asperger, el relato pone sobre la mesa los oscuros procedimientos del médico austríaco y su vinculación con el nazismo.
El escritor cordobés Osvaldo Semrik acaba de publicar la novela “Los secretos del castillo” (Vestales), en la cual continúa una trama que se centra en la vida de quienes son considerados los padres de los denominados Trastornos del espectro autista (TEA): Leo Kanner y Hans Asperger. Ambientada en terrenos europeo y americano durante el ascenso y fin del nazismo, el libro mira muy de cerca -en esta oportunidad- el accionar del Dr. Hans Asperger, recordado tanto por sus hallazgos desde la psiquiatría para entender este síndrome, como también por sus macabros métodos clínicos para llevarlos a cabo.
Este relato llega después de “Las Chicas de Rosewood” (2019), anterior novela de Semrik escrita bajo similares coordenadas, en la cual el autor tomaba –en aquella oportunidad- la vida del Dr. Kanner, donde la tensión se centraba en la desaparición de una niña luego de ingresar a una institución ubicada en Baltimore, EEUU.
Volviendo a “Los Secretos del Castillo», aquí una de las figuras centrales será entonces el Dr. Hans Asperger, médico austríaco de origen germano, autoridad durante la década del `30 del Hospital Universitario de Viena, uno de los primeros en detectar falencias neurológicas en ciertos niños, pero que luego terminó tristemente ligado a siniestros programas del nazismo. Justamente esta doble cara de Asperger es lo que obsesionó al autor, quien escuchó ese nombre a partir de que uno de sus propios hijos fuera diagnosticado con este síndrome. “Con Asperger me sucede algo especial, y creo que se refleja en la novela. La primera vez que leí su nombre fue en el diagnóstico que un psiquiatra escribió sobre uno de mis hijos. Es decir que primero investigué sobre el Síndrome de Asperger, mucho tiempo antes de interesarme en quien era ese austríaco. Luego sí, como padre, llegué a conocerlo desde un lugar de admiración. Resultó confuso y traumático, descubrir luego que alguien a quien admiraba, tenía un “lado B” siniestro. ”.
Es que Asperger no solo fue un gran médico, central en la psiquiatría del siglo XX por descubrir el comportamiento de algunos niños con “extrañas” conductas, sino también una figura central dentro del nazismo, ya que sus métodos inmorales y despiadados directamente descartaba a los débiles para lograr que Alemania sea la perfección de la raza humana. Justamente Semrik explica: “El propósito principal que me llevó a escribir esta novela, fue que más gente supiese de la existencia del infame programa Aktion T4, por el que se asesinó a más de 200.000 personas con discapacidad solo porque, en una ecuación burócrata, resultaba antieconómico para el estado alemán mantenerlos con vida. Y que ese programa fue la base de lo que después aplicaron en una escala escalofriante en los campos de exterminio”.
Articulada como una novela histórica pero con una tensión muy propia del suspenso, “Los secretos del castillo” pone sobre la mesa primero al personaje de George Frank, médico austríaco radicado en EEUU en la previa de la Segunda Guerra Mundial, que comienza a investigar luego de esta contienda lo que ocurrió en el Castillo Hartheim conocido por Asperger, hasta llegar a conocer el infierno mismo. Y el hilo que hilvanará cada capítulo y accionar de este personaje será otro personaje de ficción, Walter Maurer, alistado por el nazismo como soldado alemán, que perdió a su familia y que nunca pudo volver a ver a una de sus hijas llevada a esta institución debido a su «discapacidad».
En esta entrevista con Babilonia, Semrik nos cuenta un poco más sobre “Los secretos del castillo” y también sobre el inmenso trabajo de investigación hecho para la novela.
– Esta segunda novela continúa la temática de “Las chicas de Rosewood”, ¿En qué momento surgió la idea de “Los secretos del castillo”?
-Al momento de enviar a imprenta “Las Chicas de Rosewood”, en la que el protagonista es el doctor Leo Kanner, ya tenía escrita una parte de la segunda novela de la saga, en la que me ocuparía del doctor Hans Asperger. Y fue en ella en la que, más adelante, se introdujo la historia del Castillo de Hartheim.
Lo que me llevó inicialmente a ingresar al mundo de la escritura fue hacerlo sobre los dos “Padres del Autismo Moderno”, los doctores Kanner y Asperger porque si bien comparten esa “paternidad”, sus personalidades y las actitudes que tuvieron uno y otro frente a la vida y a sus semejantes, los convirtieron en las contrapartes ideales que cualquier autor desearía para sus historias.
Por su peso específico, decidí en su momento, que cada uno de ellos debería ser protagonista de una novela, aprovechando este contrapunto que tanto me atrajo como escritor.
Cuando escribí “Las chicas de Rosewood”, determiné que la protagonista de la novela fuese esa historia que hallé, como una aguja en un pajar, referida a lo acontecido en ese instituto de Baltimore. De igual manera, al momento de tomar la semblanza personal de Asperger para transformarla en una novela, debía encontrar una fuerte historia protagónica. Conociendo el pasado oscuro de Asperger con relación a los crímenes del nazismo, algo que recién comenzó a salir a la luz en la década pasada, lo tomé como la punta de una madeja, de la que tirando llegué al programa Aktion T4 y dentro de él al Castillo de Hartheim, edificio que encierra una siniestra historia con el peso que precisaba para otorgarle al castillo el gran protagonismo y el título de mi segunda novela.
-Más allá de las descripciones de la coyuntura social y política, en la novela te detenés mucho en la descripción de los personajes como estereotipos de la guerra/postguerra: el que huyó antes que comience, el perseguido, el soldado que sobrevivió pero perdió todo y vivió el horror. ¿Es parte de tu “forma de construir” narrativa?
– Las personas que pasaron por una guerra, como combatientes, como víctimas civiles, o incluso logrando esquivarla en forma directa, inevitablemente sufrieron consecuencias y pérdidas; y no me caben dudas de que sus acciones posteriores se tienen que haber visto signadas por ellas, aunque sin asignarle a esto, necesariamente, una connotación negativa. Hay quienes, a partir de ellas, tomaron una actitud positiva y proactiva que los llevó a colaborar para que nadie más deba sufrir lo que a ellos les tocó, y están aquellos que se encerraron en su propia burbuja de dolor, destruyendo en su negatividad todo aquello que se les acercase. Entre esos extremos, se encuentran infinidades de grises.
Intento que estas variadas formas de ser, se vean reflejadas en los diferentes caracteres de los personajes de mis novelas, y que el lector pueda detectar, a falta de imágenes, por medio de la manera de expresarse en sus diálogos y en las posturas y acciones que describo de ellos, en qué arco del espectro que mencioné recién se encuentra cada personaje.
– Cómo trabajaste en la recolección de documentación histórica? ¿Cómo te asomás al relato histórico desde tu rol de escritor?
-Como mis novelas pertenecen a un pasado no tan lejano, por lo general existe demasiado material que debo analizar en mi investigación y en todos los formatos.
Respecto al material escrito, es tanta la información, que me ha llevado un tiempo más que considerable leer y tomar notas sobre los libros, investigar los trabajos publicados, así como observar el escaso pero existente material audiovisual que circula sobre los temas específicos de mis historias, y luego de todo eso, discernir cuál de todo ese material tiene, a mi entender, rigor histórico y no se encuentra teñido por la posición de quien la redactó o recopiló.
Incluso, por la relativa cercanía en el tiempo, muchos de los hechos sobre los que escribo aún se encuentran en permanente revisión, lo que me obligó a reabrir las indagaciones, convirtiendo al proceso de investigación en algo que parecía imposible de acabar, hasta que llegó un momento en el que debí tomar la decisión de darle un corte ya que, de lo contrario, nunca podría comenzar a escribir la novela.
Pero sin lugar a dudas, entre todas mis fuentes, las preferidas fueron las conversaciones que mantuve con catedráticos que investigaron y conocen de primera mano los sucesos. Tanto los referidos al pasado de Asperger, como a lo que los nazis realizaron en el Castillo de Hartheim.
El castillo del horror
Ubicado en cercanías a la ciudad de Lintz, el Castillo de Hartheim es un lugar siniestro que funcionó desde 1940 a 1944 como centro de exterminio nazi, donde se asesinaba a niños y adultos considerados no aptos para la raza aria por tener alguna discapacidad física o mental.
– ¿Cómo llegaste al castillo de Hartheim? ¿Cuánto y cómo fuiste recabando esa información?
-Para arribar a la documentación que me permitiera entender, desmenuzar y luego describir con propiedad aquello que realmente era el “Castillo de Hartheim” debí pasar por un largo proceso de investigación. Conociendo por artículos periodísticos que existían más certezas que dudas acerca de la afinidad del doctor Asperger con el partido nazi, primero recurrí al libro “Hans Asperger, autismo y Tercer Reich” del profesor Herwig Czech, donde el autor describe en forma pormenorizada y documentada, la innegable relación de Asperger con el nazismo, y en una de sus partes más importantes, lo vincula con el programa Aktion T4, que es aquel que dispuso que los nazis realizaran la matanza de más de 200.000 personas con discapacidad.
A pesar de la excelente reputación de Czech, decidí recabar más información recurriendo a otras dos fuentes. Una se trata de una pareja de españoles, médico él e historiadora ella que conocen al dedillo dicho programa, y la otra, el doctor Efraim Zuroff, actual director de la oficina en Jerusalém del Centro Simón Wiesenthal.
Respecto al Aktion T4, la pareja española, me envió una enorme cantidad de material escrito y alguno audiovisual, además de recomendarme el libro “Los Que Sobraban”, de Götz Aly, que trata exclusivamente y en profundidad del programa Aktion T4, lectura que, junto al resto del material que recibí, me permitió comprender cabalmente en qué consistía el programa y en cuáles centros principales se aplicaban los asesinatos masivos de personas con discapacidad. Claro está. que uno de ellos fue el Castillo de Hartheim. Descubrí que los métodos utilizados fueron el prototipo de las cámaras de gas utilizadas luego en los campos, y el papel que jugaban dentro del Aktion T4 muchas instituciones menores, como la clínica Am Spiegelgrund con la que Asperger tuvo participación probada. Con todo ese bagaje pude representarme las instalaciones del castillo, para poder plasmarlas en la novela.
Relatos con personajes reales
– La novela cuenta con personajes ficticios y otros reales, como el Fr Hans Asperger, ¿cuál fue tu desafío trabajar articulando unos con otros?
-Al tener tan estudiada la personalidad de algunos personajes reales, como la de Kanner, o incluso más, la de Asperger, no me costó demasiado construir los temples de sus interlocutores. Incluso debí completar aspectos de personajes reales, sobre quienes no existe información adicional a sus logros profesionales. Al hacerlo, sobre todo cuando trabajé con aquellos actores que estuvieron en mi mente desde el momento inicial en que imaginé la historia, moldeé de tal manera sus personalidades, que decidí por ejemplo si serían impulsivos o reflexivos, si les gustaría bromear o no, o si los dominaría el rencor o el perdón. Sabía a qué situaciones se enfrentarían en el transcurso de la novela, así que me propuse definir cómo actuarían en cada caso en que les correspondiera hacerlo. Una vez definido aquello, para mí dejaron de ser de ficción y la interacción con los de carne y hueso, fluyó en forma natural.
– Yendo particularmente a Asperger, la idea de tus novelas, entonces, parecen responder a un propósito de reparación a sus víctimas o –incluso- reparación histórica de un ser oscuro que murió impune. ¿Lo sentís así?
-Resultó confuso y traumático, descubrir que alguien a quien admiraba, tenía un “lado B” siniestro. Quizá fue por eso que al principio no di crédito a lo que leía sobre su intolerable participación en los programas nazis, y que tomé muchos recaudos antes de adoptar la postura de considerarlo culpable. Al escribir la novela, traté de entender al hombre, aun sin justificarlo, y ni así lo logré. No soy neutro y fijé mi postura, aunque también intenté reflejar, en las dudas que por momentos acosaron al personaje de su acusador, George Frankl, aquellas que a mí me asaltaron en su momento.
Respondiendo concretamente tu pregunta, el propósito principal que me llevó a escribir esta novela, fue que más gente supiese de la existencia del infame programa Aktion T4, por el que se asesinó a más de 200.000 personas con discapacidad solo porque, en una ecuación burócrata, resultaba antieconómico para el estado alemán mantenerlos con vida. Y que ese programa fue la base de lo que después aplicaron en una escala escalofriante en los campos de exterminio. Adicionalmente sí, quise difundir lo que pude conocer acerca de la participación activa de Asperger en ese horror, y tratar de que más personas sepan lo que él hizo. No soy ni juez ni vengador, pero me sentiría satisfecho si puedo colaborar para que alguien baje de su pedestal a Asperger, como yo lo hice. El murió sin que nadie le pidiera explicación por sus actos. Creo que dejar de rendir honores a Asperger es un acto que pone en valor y rescata del olvido la memoria de sus víctimas.