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"Nueve formas de caer", o todo lo contrario a narrar el éxito

 

Caer en el olvido. Caer al vacío. Caer en la vergüenza. Caer en la violencia. Caer en la realidad. Caer de diferentes formas y por distintas circunstancias. Caer por accidente o por gusto.

A través de diferentes relatos, el escritor argentino radicado en Montevideo, Uruguay, Manuel Soriano, nos invita a descubrir en su último libro qué pasa en esos momentos previos al movimiento que nos generará una caída. Puede ser que vengamos viviendo por inercia, cayendo, y no nos demos cuenta. Puede, en cambio, que tengamos todo calculado menos el espacio para la próxima jugada, y tropecemos. Puede que, incluso, no tengamos ningún registro de nada y el mundo, de pronto, se cae a nuestros pies.

Es, justamente, como en un espiral de palabras, que el autor va desovillando el nudo problemático de cada uno de sus personajes, hasta llegar al punto cero de la cuestión que es, al mismo tiempo, fin y principio para el lector. En la caída termina el relato de quien lo cuenta, pero comienza la re-lectura para nosotros.

 

Quienes hablan a través del escritor son voces que podrían pertenecer a cualquier cuerpo en esta abrumadora contemporaneidad. Son hombres cruzados por las coordenadas de las redes, internet, la globalización y la sobreinformación apabullante. Hay chicos y grandes, sensatos y absurdos, felices y desgraciados -incluso se intromete Koch, personaje arrastrado de otra de sus narrativas-, pero todo lo diferente que tienen termina unido por un hilo que los emparenta: la capacidad de tener una gran reflexión introvertida. Ellos piensan, sueñan, comparan, proyectan y problematizan en silencio, hacia adentro, construyendo por momentos paredes para contenerse del mundo o tal vez puentes con las personas que los rodean. Ellos, en algún punto, no saben bien qué les está pasando, y tratan de «darse cuenta» pero nunca intercambiando con el afuera, sino con el adentro.

 

Premiado en el 2015 por el Clarín Novela gracias a “¿Qué se sabe de Patricia Lukastic?”, Soriano retoma aquí un el género de relatos cortos (el autor es conocido por sus cuentos infantiles), donde describe con precisión el quehacer cotidiano de hombres que se acercan a una cornisa simbólica y se bambolean entre la razón y la locura, lo real y todo aquello que les cabe en ese mundo imaginario que a veces los tiene presos.

 

En “Nueve formas de caer” hay, por ejemplo, un joven que indaga en internet sobre una febrícula que no lo deja disfrutar de sus vacaciones, mientras fantasea con sumar likes a un video donde su bebé de meses balbucea (sin saberlo, claro está) el nombre del  jugador africano de fútbol Emboé. Otro, en cambio, avanza el acercamiento paso a paso para encontrarse con el escritor Fogwill después de una conferencia de prensa y entregarle un manuscrito.  Y otro, es un niño capaz de percibir la violencia del resto hacia él, pero nunca hacia los demás,  hasta que la realidad se impone ante sus ojos.

 

Con una trama dramática, pero sutil en sus formas, que se inmiscuye en detalles psicológicos de sus personajes, atravesando laberintos emocionales y racionales, Soriano es capaz de llevarnos con sus múltiples registros y miradas hasta el final de cada historia como el agua que nos arrastra a la orilla. Con pocas palabras el autor construye personajes diferentes, pero los retrata en tan perfecta escuadra, que somos capaces de reconocerlo y de acompañarlo hasta que tenga lo último para contarnos, y aunque esto sea sumamente cruel. Aunque a veces el final del texto no sea tan contundente como el desarrollo en sí del mismo.

 

En tiempos donde se persigue el éxito a toda costa, donde se esconden las desdichas y los fracasos, donde se busca la oto feliz, Soriano decide hacer foco en la falencia, en la desgracia, en la muerte y, sobre todo, en las tantísimas formas que tenemos/podemos caer al vacío.

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