Título: Cien años de soledad Autor: Gabriel García Márquez Sello: Alfaguara
Un día como hoy, pero de 1967 se publicaba la primera edición de “Cien años de soledad”. Para celebrar semejante número, el sello que apostó por tan innovadora narrativa y por un poco conocido autor, viste las vidrieras con dos publicaciones de la obra, trayendo a colación datos que dan color a la trayectoria del libro. Cuenta la anécdota, que para “Cien años de soledad”, Gabriel García Márquez soñaba con una tapa que naciera de la imaginación del artista mexicano Vicente Rojo. El pintor recibió gustoso el encargo de la editorial y puso mano a la obra. Pero un problema con el correo impidió que el dibujo llegara a tiempo, por lo que fue necesario improvisar otro. Según lo relata Eligio García Márquez en Tras las claves de Melquíades, la portada realizada para esa primera edición –que llegó a las librerías de Buenos Aires en mayo de 1967- fue una ilustración de Iris Pagano, del Departamento de Diseño de Sudamericana: aquella del galéon hundido en medio de la selva, que se volvería tan conocida. Un mes más tarde, la segunda edición, llevó finalmente la tapa con el dibujo original de Rojo, quien cuenta que no pretendía reflejar ningún elemento en particular de la novela, sino plasmar imágenes populares. Sin embargo, algunos han encontrado en esta composición una aproximación al diseño del “macondo”, un antiguo juego caribeño que se practicaba con un dado que llevaba grabada seis figuras, entre ellas, aquella con la cual se ganaba la partida: la de un árbol macondo.
Título: “La luz de la noche” Autor: Graham Moore Sello: Lumen
«En la ciencia y en la industria todo el mundo roba. Yo mismo he robado mucho. Pero yo sé cómo robar. Los demás no saben cómo hacerlo.» Con estas palabras de Thomas Edison se elige publicitar este libro, que ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo. Hay gente que fabrica objetos, pero lo importante es fabricar ideas. La noche del 11 de mayo de 1888 Paul Cravath caminaba por las calles de Manhattan que aún estaban iluminadas por farolas de gas. El joven abogado iba de prisa y con el ceño fruncido. Quien le esperaba en un imponente despacho era Thomas Edison, el genio, el mago, el inventor de la bombilla eléctrica, y estaba dispuesto a pelear duro para defender su patente. Al otro lado de la barrera estaba el cliente de Paul: ni más ni menos que el gran George Westinghouse, que había recurrido al ingenio de Nikola Tesla para mejorar el artefacto y conseguir que en todas las calles y los hogares de Estados Unidos brillara una luz intensa, sin apagones repentinos. La Historia con mayúsculas habla de esta lucha, pero Graham Moore, el famoso guionista de Imitation Game, nos lo cuenta como si nosotros también estuviéramos allí, entre cables y fórmulas matemáticas, tomando vino con mujeres muy listas en las grandes fiestas de Nueva York, asistiendo en primera persona a un espectáculo donde brillaron la luz y la inteligencia… y eso solo lo consiguen las buenas novelas.