"No soy un hombre fácil", obvia y poco ingeniosa

La película de Éléonore Pourriat propone un giro fantástico que nos enfrenta a otra realidad. De pronto el mundo es dominado por las mujeres y cambian las reglas del juego. Lo que parece ser una propuesta divertida y reflexiva, se vuelve una trama obvia y un tanto aburrida que no logra hallar ni siquiera un cierre convincente.

 

 

 

Una comedia francesa siempre puede ser una buena opción. Y ésta, que se presenta como la historia del típico «macho» que va por allí tratando de conquistar mujeres -quienes a su vez no tienen el más mínimo interés de ser conquistadas por él- parece prometedora. Las expectativas crecen aún más  cuando descubrimos que el hombre en cuestión, y a causa de un accidente, despierta en un mundo totalmente diferente al suyo: allí las que dominan y acosan son las mujeres. 

 

En tono de sátira, esa crítica al machismo abordado desde otra perspectiva podría funcionar pero, lamentablemente, no funciona.  «No soy un hombre fácil» está muy lejos de lo que pretende ser. En los primeros diez minutos uno tiene la sensación de haber visto ya algo parecido antes. Y se está en lo cierto. Publicista machista. Mujer independiente y atractiva que se mueve en el mundo editorial. Él la quiere conquistar con artilugios baratos. Ella lo esquiva. Un accidente. Cambio de roles. Cambios de estructuras…. En fin, es imposible no relacionarla con «Lo que ellas quieren», aquella comedia de 2001 protagonizada por Mel Gibson y Helen Hunt, un filme menos ambicioso pero más efectivo.

 

En los quince o veinte minutos restantes, se suceden algunas situaciones que pueden arrancarlos una que otra leve sonrisa: mujeres que usan mecanismos asociadas a conductas machistas para imponer su tiranía; jefas déspotas que acosan a sus empleados; esposos que cocinan galletas mientras sus mujeres ven partidos de fútbol; esposas que engañan a sus cónyuges… Desde ese momento se sucede un cliché tras otros: ¿solo las mujeres cocinan? ¿sólo los hombres ven fútbol? ¿solo los hombres engañan? Todas esas obviedades se transforman en un discurso panfletario, inconsistente y aburrido.  Encima el eje argumental se diluye en otras historias que hacen perder el hilo del relato principal. «No soy un hombre fácil» no llega a ser una comedia, tampoco un drama. Es un híbrido que se torna tedioso y predecible. 

 

Seguramente la película fue pensada con buenas intenciones. De hecho está inspirada en un cortometraje que años atrás escribió y dirigió su realizadora. El deseo de mostrar cómo son nocivas esas prácticas machistas en roles invertidos, puede ser una buena apuesta pero aquí no terminan de funcionar. Ese grupo de mujeres abroqueladas en esa especie de «matriarcado tirano» enfrentando a un grupo pequeño de hombres que intentan generar un movimiento masculinista para reivindicar sus derechos en la sociedad, poco y nada tienen que ver con lo que busca en la actualidad el feminismo. 

 

El cierre de la historia -que además tiene algunos componentes fantásticos- es inconsistente. Es como si al guionista le hubiera faltado tiempo o ingenio para encontrar un final más sólido.

 

Estrenada recientemente el pasado 13 de abril en la plataforma Netflix, «No soy un hombre fácil» se suma a esa larga lista de películas para no ver. 

 

Ficha 

 

«No soy un hombre fácil» (Je ne suis pas un homme facile) es una película francesa dirigida por Éléonore Pourriat y escrita por Pourriat y Ariane Fert. Está inspirada en el cortometraje del 2010 Majorité Opprimée (literalmente “Mayoría Oprimida”) que Puirriat también escribió y dirigió. Cuenta con las actuaciones de Vincent Elbaz, Marie-Sophie Ferdane, Pierre Benezit, Moon Daillyy Blanche Gardin. 

 

Compartimos el trailer, para conocer un poco más del filme. 

 

 

 

 

 

       

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