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María Teresa Andruetto: "En la lengua se libran todas las batallas"

La prestigiosa escritora cordobesa, ganadora del premio Hans Christian Andersen y además una de las voces referenciales de la literatura local y nacional, tendrá a su cargo la clausura del próximo Congreso de la Lengua que se realizará en la ciudad de Córdoba durante el mes de marzo. 

 

 

 

 

 

María Teresa Andruetto -o «La Tere» como la llaman todos aquellos que la conocen, la admiran y la quieren- es una escritora cordobesa que alcanzó la mayor distinción en la literatura infanto-juvenil: el premio Hans Christian Andersen. Pero más allá de este reconocimiento, su obra atesora libros poéticos, sensibles y comprometidos como «Stefano», «El árbol de lilas», «El país de Juan» y «No a mucha gente le gusta esta tranquilidad» y «La mujer en cuestión», entre tantos otros que dan cuenta de su gran carreras en el mundo de las letras. 

 

Gran parte de sus creaciones están asociadas al género infanto-juvenil, pero lo cierto es que ése es tal vez solo un terreno creativo en el que germinan las raíces de su literatura que se expande a un lector universal dispuesto a dejarse sumergir en ese estilo lúcido, bello y profundo que marca cada uno de sus títulos. 

 

Promotora perseverante de la lectura y orgullo de los cordobesas, esta una mujer empapada de un discurso ético, estético y personal, será la encargada de la clausura en el Congreso Internacional de la Lengua (CILE) que se llevará a cabo en la ciudad de Córdoba entre el 27 y 30 de marzo. 

 

En esta entrevista de Babilonia Literaria, el CILE es tan solo el pretexto para hablar con Tere Andruetto sobre la literatura en general, la palabra y el lenguaje.  

 

– ¿Cómo te prepararás para esta edición del Congreso de la Lengua, que además está rodeado de debates, contracongreso y todo un gran movimiento que pone en tensión el tema del lenguaje? 

– Es algo esperable todo lo que pasa alrededor del Congreso, porque tiene que ver con que en la lengua se libran todas las batallas. Siempre hay tensiones en este tipo de encuentros, opiniones diversas en torno a ciertos aspectos que la lengua transmite y que son las tensiones de la vida social.

Yo soy consciente de todo eso y acepté hacer el cierre imbuída en esa conciencia. Estoy preparando algo qué decir, algo que sea significativo y no una cuestión meramente retórica. Lo tomo con esa responsabilidad.

 

– En el marco del Congreso, hace algunas semanas fuiste convocada para dejar tu legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. ¿Qué te genera eso de que tus obras hayan quedado esa especie de reservorio universal?

-Fue algo que me sorprendió, no tenía idea de que sucedería. Tampoco sabía que existía ese proyecto. Se comunicaron conmigo, me dijeron que era la escritora elegida y lo recibí con sorpresa.

Como no podía viajar hice entrega de un legado sencillo que, creo, me representa…Es algo simbólico, no sé que valor puede tener de acá a 30.

 

– Contános en qué basaste la selección de ese legado. 

– No es necesario dejar una obra, hay gente que donó su primera máquina de escribir, por ejemplo. Lo que sucede con la contemporaneidad es que hoy todo es cada vez menos físico. Por ejemplo manuscritos yo no tengo, a lo sumo anotaciones en una libreta. Entonces decidí dejar una edición de miniatura de «Stefano», del tamaño de una cajita chica de cigarrillos. Ese fue un proyecto precioso de la Biblioteca Nacional donde la gente ponía una moneda en una máquina y salía el libro. Después sumé una colección de tarjetitas que me hizo el CEDILIJ cuando gané en Andersen. Yo siento al CEDILIJ como una institución madre, allí me formé y nos formamos en esta militancia del libro.

Guardé todo eso en una caja de dulce de leche de las grandes, esas de cartón. Le puse un adhesivo en el que escribí a mano alzada «hecho en Argentina».

 

Algo bien personal, bien tuyo y de estas tierras. 

– Sí. Algo que me representara. 

 

– Volviendo al Congreso, ¿cuáles te parece que son los grandes debates que se vienen en torno al lenguaje, la palabra, la literatura?

– Hay muchas cosas dando vueltas, yo aún no sé cuál de todas estas cuestiones sociales voy a elegir para abordar en el acto de clausura. Está la lengua como conocimiento, el lenguaje inclusivo, el castellano, la relación entre la lengua oficial y las lenguas originarias, las diversas culturas que atraviesan nuestro país y que a su vez conllevan cuestiones políticas, culturales, sociales… Hay muchos temas. 

 

-¿Leíste la programación? ¿Hay algo de la grilla que destacarías?

– He leído sobre algunas mesas de discusión, miré el programa, encontré ciertos nombres… Pero hay otros que no conozco específicamente. Mi lugar es el de la escritora. El escritor no es especialista en la lengua, sino que es alguien que pone la lengua en un lugar de tensión. Y en el Congreso hay otros perfiles más especializados en lo linguístico. 

 

 

– Volviendo al legado que dejaste en la Caja del Instituto Cervantes, en esa oportunidad también se guardaron cosas de Alejandra Pizarnik. Como autora que viene hace mucho trabajando en este ámbito, ¿creés que hay un crecimiento de voces femeninas en el mundo de las letras? ¿Cómo ves ese proceso?

– No sé si hay más, sino que es más visible la presencia de las escritoras mujeres.

Con Juana Luján y Carolina Rossi coordinamos para  EDUVIM la colección “Narradoras argentinas”. Tenemos más de 10 títulos publicados y hace 6 años que estamos sacando a razón de un par de libros por año. Es una gota en el océano, pero es la recuperación de voces que ya no están. Recuperamos a algunas escritoras argentinas, después de las Ocampo para acá. Son escritoras de los años 40’, 50′ hasta los 90’. Escritoras que han muerto, que en su momento tuvieron reconocimiento pero que luego fueron olvidadas.

Hoy es más visible la presencia de la escritora, están más activas.  Pero tenemos que ver cómo se construye esa tradición, aprender a leerlas, discutirlas, citarlas, por eso este tipo de colecciones son tan valiosas .

(Ver más información de la colección en el despiece). 

 

– Incluso, en los últimos tiempos hemos sido testigo de cómo referentes de distintos ámbitos culturales y artísticos-entre éstos la literatura- se han comprometido con temáticas que tienen que ver con la mujer y el feminismo. Caso concreto, la legalización del aborto. 

– Sí. Porque aunque la ley no haya salido, de alguna manera el tema se instaló a nivel social y la lucha es muy fuerte. Hay que seguir y yo creo que se va a dar por prepotencia del trabajo. 

 

– Tomando tu rol en el ámbito de la literatura infantil y juvenil, ¿creés que en ese género también hay nuevos temas, perspectivas y miradas que representan desafíos para los autores y autoras?

-Crece la presencia de ciertos asuntos que preocupan a la sociedad hoy. El asunto es cómo esos temas ingresan en el mundo literario… Deben tener la riqueza suficiente, la hondura suficiente para que sigan siendo textos artísticos y literarios.

Hay un peligro que siempre acecha que es el de la corrección política, porque eso puede llevarnos a que el arte se convierta en nuevos clichés. La relación entre forma y sentido es lo que hace al arte.No alcanza con decir que se ocupa de nuevos temas que están en el tapete social, incluso se pueden tocar temas tradicionales en modos revolucionarios, revolucionando a quien lee. Todo eso se da con la riqueza del lenguaje, estrategias de escritura, el modo en cómo está dicho… Verdad y belleza se parecen. Cito para esto,  un hermoso poema de Eugenio Montale: “No hay experiencia que capture el rayo, pero quien vio la luz nunca la olvida”.

 

-¿Cambió algo en vos -como autora- y a tu obra en general el haber ganado el premio Hans Christian Andersen?

– Hay como dos aspectos: el de la Tere hacia adentro y otro que es el material, lo concreto. Lo que pasó es que hubo un reconocimiento muy grande y eso hizo que mis libros se editaran en otros idiomas, salieran de aquí, surgieran invitaciones para ir a otros lugares… Todo eso creció mucho. Más lectores, reconocimiento, prensa… Eso sí cambió, sería necia sino lo reconociera.

El primer año después del premio fue bastante agobiante para mí, porque hubo muchas invitaciones y no sabía regularlas todavía. Quería ser amable con todos y frente a todo eso fui encontrando un equilibrio.

Hacia adentro mío no cambio mucho, ni tampoco en mi relación con la escritura o con las personas.

Sigo yendo a escuelas, a lugares pequeñitos…. Todo eso es un equilibrio para mí, intento una diversidad.

 

 

 

Sobre la colección «Narradoras argentinas» 

 

 

La colección Narradoras Argentinas de la Editorial Universitaria de Villa María (Eduvim) está dirigida por María Teresa Andruetto, Juana Luján y Carolina Rossi. Entre los libros publicados se destacan «Dos veranos» de Elvira Orphée, «Punto atrás» de Paula Wajsman, «Obra completa» de Andrea Rabih, «La mamacoca» de Libertad Demitrópulos, y «El reconocimiento y otros cuentos» de Amalia Jamilis, entre otros. 

 

Se trata de una colección cuyas autoras -casi todas ya fallecidas- publicaron su obra entre 1950 y 1990 y que pese a haber tenido reconocimiento en su momento quedaron fuera de circulación por distintas razones. 

 

Los textos no solo tienen un valor literario, cultural, histórico y testimonial, sino que reflejan una gran variedad temática, estética y de lenguajes.

Una interesante colección para tener en cuenta, y que trae el sello de Tere Andruetto. 

 

 

 

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