Mabel Pagano: "Mis ideales están al servicio de los personajes"

La escritora acaba de publicar «La guerra de los diez centavos», una novela que tiene como escenario la Guerra del Guano y el Salitre, y en la que una vez más fusiona hechos históricos con una trama ficcional. 

 

 

 

Mabel Pagano es una escritora prolífica, una destacada referente de la novela histórica. Sus investigaciones la han llevado a reconstruir -de la mano de la literatura- hechos y personajes del pasado. De esta manera, guerras, romances y biografías han dado vida a más de una treintena de libros inolvidables. 

 

Recientemente, la autora acaba de publicar con Ediciones del Boulevard «La guerra de los diez centavos», un texto que toma como escenario la Guerra del Guano y el Salitre (conocida también como la Guera del Pacífico) acontecida entre 1879 y 1883, y en la que se enfrentaron Chile contra Perú y Bolivia. Si bien Argentina tomó una posición neutral, Roque Sáenz Peña armó un pequeño ejército y voluntario y se sumó a la contienda. Ese es el disparador de esta trama novedosa y fascinante que mixtura datos históricos con elementos ficcionales.

 

Amistad, lealtad, amores y países hermanos peleando entre sí, son los principales condimentos de este nuevo título que Pagano presentó oficialmente hace algunas semanas atrás en el marco de la Feria del Libro y el Conocimiento de Córdoba y sobre la que brinda detalles en esta entrevista compartida con Babilonia.  

 

– ¿Qué te motivó a escribir esta novela que tiene como escenario la Guerra del Guano y el Salitre? 
– El impulso para escribir “La guerra de los diez centavos», es que ésta – como la de la Triple Alianza- tiene un trasfondo geopolítico muy importante, ya que en ambas se ve la mano del capitalismo inglés detrás del conflicto que enfrenta a países hermanos. Desde mis primeros libros, he sostenido una línea: nunca evadí el compromiso social. Naturalmente, cuando escribo, mis ideales están al servicio de los personajes, pero manteniendo el estilo, es decir, reflejando realidades sociales, denunciando de injusticias, solidad con los más débiles, reivindicación de derechos elementales.

– ¿Cuál fue la participación de Argentina en ese enfrentamiento bélico? 
– Desgraciadamente, nuestra Argentina, a través de su historia, nunca se caracterizó por tener ministros de Relaciones Exteriores que defendieran “a capa y espada” nuestros intereses. Manuel Montes de Oca, canciller en aquel momento, se reunió en Buenos Aires con Aníbal Pinto Garmendia, que ejercía ese cargo en su país, Chile, quien vino a pedir que la Argentina no tomara parte en ese conflicto. Pudiendo aprovechar la circunstancia para acordar algo favorable respecto de los hielos continentales -ya en litigio por ese tiempo- nuestro representante le firmó la neutralidad a cambio de nada. La gestión exitosa le sirvió a este liberal para ganar la presidencia años después. Sin embargo, un hombre comprometido no solo con la realidad argentina, sino también sudamericana, Roque Sáenz Peña, reunió un grupo de jóvenes porteños que se sumaron a la coalición peruano-boliviana como voluntarios.

No se trata de un hecho tan conocido, al menos en nuestro país. ¿Cómo fue el proceso de investigación para hacer el libro? 
– Asidua concurrencia a la Academia Nacional de Historia hasta ubicar los libros necesarios, autores chilenos, peruanos y bolivianos especialmente, fotocopia de los mismos y luego lectura en casa. Agregué un par de ensayos de Hebe Clementi, sobre el tema, que su autora me facilitó en la ocasión.

– ¿Qué fue lo que más te llamó la atención de esa guerra? 
La manera en que se repetía la historia de la ingerencia capitalista extranjera en las cuestiones americanas, siempre sobre la misma base: salvaguardar sus intereses económicos, con la complicidad de las clases dirigentes locales. Situaciones que continúan repitiéndose hasta el día de hoy. 

 

– Con respecto a la trama ficcional: ¿Quiénes son los protagonistas de esta historia? 

– Bueno, la trama ficcional está basada en la vida de cinco muchachos, un argentino, dos chilenos, un boliviano y un peruano, cuatro de los cuales han compartido estudios de posgrado en un instituto de Santiago y establecido una
sólida amistad, que involucra también a sus familias. Ese vínculo propicia la formación de parejas entre ellos y las hermanas de sus amigos. Algunos amores se concretan, otros son imposibles. Unos se pueden vivir a la luz del día y otros se desarrollan en la clandestinidad. Eso en lo relativo a las relaciones de pareja.

En lo que hace al afecto que los une a ellos, el nudo de la trama está en que todos van a la guerra, lo que de hecho los convierte en adversarios, con el riesgo cierto de que puedan enfrentarse en los campos de batalla, cosa que les genera un tremendo conflicto espiritual.

 

 

 

– En función de la charla que viniste a dar hace algunas semanas atrás en la Feria del Libro de Córdoba, donde hacías referencia al rol de la mujer en la guerra. ¿Cómo funciona ese contexto bélico en la vida de las protagonistas? 

– En lo que respecta a las muchachas de esta novela, la situación es la que siempre atraviesan las mujeres frente a las guerras, sobre todo si consideramos la época de ésta (1874). Es decir, viven esperando noticias, sumidas en la incertidumbre, angustiadas, llorando y rezando para que todo termine y los seres amados regresen con vida a casa.

 

– ¿Cuál fue el mayor desafío de escribir esta novela? 
Para mí el mayor desafío no fue escribirla, porque he seguido con lo que ha sido mi trabajo literario desde siempre:  investigar, analizar y ponerme a la tarea. El reto comienza ahora y es ver si he logrado lo que me propuse: relatar un suceso casi desconocido con la claridad y la fuerza necesarias como para despertar el interés del lector, no solo respecto a los romances que viven los protagonistas, sino hacia el descubrimiento de este hecho de la historia americana, cuya importancia está marcada en que las consecuencias de la guerra, en la que Chile salió victorioso, tienen vigencia aún en nuestros días. Bolivia perdió en esa conflagración su salida al mar y Perú, la ciudad de Arica, ya que Tacna, que también había sido tomada, pudieron recuperarla, tratado mediante.

– ¿Por qué ese título? 
– Históricamente, la mayoría de las guerras se han iniciado con un pretexto. Aquí lo fue el hecho que Bolivia decidió aumentar en diez centavos el impuesto a la exportación de guano y salitre de la Puna de Atacama, fertilizantes que Europa
necesitaba para reactivar sus tierras exhaustas. Las compañías que explotaban los yacimientos, siempre ansiosas de expansión a costa de los bienes ajenos, tomaron esa decisión como un atentado a sus intereses y, a través de sus agentes locales, prendieron la llama que inició el incendio.

 

 

 

 

 

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