El dibujante y docente cordobés Luis Paredes es el creador de “Libergia”, proyecto en red que tiene como fin regalar libros. Desde enero, Luis y sus equipos llevan compartidos más de 250 títulos, que lograron traspasar la frontera de la ciudad, llegando incluso al Caribe. En diálogo con Babilonia, el ilustrador cuenta sobre la original idea y de la necesidad de pensar la cultura como un bien social de libre circulación.
¿Qué pasa cuando una biblioteca familiar se queda sin dueño? ¿Qué pasa con esos libros dormidos en estantes cuando quien los abría de tanto en tanto y los cuidaba del tiempo y el olvido ya no estará para hacerlo? Grandes o chicas, variadas o especializadas, las bibliotecas que habitan los hogares siempre suelen tener más o menos el mismo destino: se disgregan entre hijos, nietos o sobrinos, se donan a alguna entidad que necesite o se venden aquellos ejemplares que pudieran ser rentables en el mercado.
Luis Paredes, ilustrador, docente, escritor y un gran promotor cultural en nuestra ciudad, en cambio, tuvo otra idea.
A partir del fallecimiento de su madre, custodia de una “gran biblioteca”, como él lo recuerda, comenzó a planear/diseñar/organizar, un proyecto que consistiría en regalar libros a quienes quisieran recibirlo, formando así una red que traspase fronteras, realidades u oportunidades. Así surgió “Libergia”, neologismo que fusiona “libros libres” con “sinergia” y que desde hace varios meses invita a soltar historias al mundo.
“Todo comenzó el 15 de enero, cuando cumpliría años mi vieja, con los libros de su biblioteca. Ella tenía una gran biblioteca. Bueno, no sé si gran biblioteca, pero si grande para mí ya que parte de mi amor por los libros viene de allí. Y entonces, cuando ella fallece comencé a regalarlos”, cuenta Luis, quien no puede dejar de enlazar esta iniciativa con otras similares realizadas anteriormente, pero que estaban más ligadas a su trabajo como dibujante. “Todos los años tengo la idea de comenzar en enero un proyecto. Por eso en el 2017, por ejemplo, comencé regalando un dibujo por día. Primero fueron dibujos que colgaba en internet, pero después quise llevarlo a lo físico y pegaba ilustraciones donde iba. Eran dibujos espontáneos, que a veces se relacionaban con marchas, por ejemplo, como las de Ni una menos. Los hacía y dejaba ahí”, relata Paredes sobre aquellas iniciativas, que sin dudas sirvieron de antesala para Libergia, que respondió también a la crisis política, económica y social que vive el país en los últimos años. “En 2018 me hizo muy mal ver cómo se cerraban muchos lugares culturales en la ciudad y entonces fue que me pregunté cómo resistir. De ahí surgió esto de convocar”.
Resistir. Convocar. Liberar. Los verbos usados por Luis Paredes para contar sobre sus proyectos siempre implican un movimiento hacia adelante, para no quedarse en un presente quizás difícil, quizás desalentador, sino mirar un poco más allá, pero entre todos.
La Convocatoria
Si bien ya tenía un camino recorrido como generador de proyectos colectivos culturales, esta vez el ilustrador cordobés quiso plantear la propuesta de una manera quizás más planificada y no tan azarosa. Por eso lo primero que hizo fue conformar equipos, integrados por personas de su entorno que, según él, estarían dispuestos a sumarse.
“Primero hice un grupo de whatssap preguntando quién se prendería. Y en general dijeron que sí”, cuenta Paredes, quien pensó para esta original propuesta simplemente a amantes de la lectura. Así encabezan cada equipo actores, editores, docentes, músicos, ilustradores o periodistas como Barbi Couto (La Terraza), Ceci Raspo (cantante cellista), Alejandro de la O (actor-docente), Silvina Grezzi (docente-esposa de Luis), Ale Bellini (periodista) o Ramiro Buteler (publicista). Luego, el proyecto se plasmó en Facebook, con la fan page «Libergia», donde se presentaron cada uno de los equipos y sus coordinadores, quienes fueron sumando fotos con cada una de las entregas. “Uno por uno fui llevando libros con la consigna de que se hiciera una cadena, con la pauta de que fueran libros que no sean de descarte. O sea, regalar aquellos libros que realmente nos gusten, y que incluso nos duela un poco soltar. La otra consigna fue que vayan con un señalador”, apunta el dibujante.
Para un lector, no debe haber un sentimiento más contradictorio que aquel que mezcla la pasión por recomendar libros a otros con la entrega del mismo, sabiendo que, quizás, no se volverá a ver. Son amores que sólo puede (podemos) entender quien lee (leemos). Luis es, por naturaleza, un gran lector, y por eso sabe el valor de la entrega. “He regalado dos libros que hasta el día de hoy reconozco que me costó soltar”, cuenta como anécdota Paredes, y recuerda aquellos títulos muy difícil de conseguir en el mercado que liberó de su biblioteca: “Buenos presagios”, Terry Pratchett y Neil Gaiman, que me hizo reír muchísimo sobre el fin del mundo y el libro álbum “Los pájaros”.
Planteado por equipos, Libergia comenzó entonces a rodar con libros dados por Luis y luego entregados a diferentes personas con la idea de que éstas, a continuación, siguieran la dinámica dónde y cómo quisieran. “Quería que fuera un juego, de hecho en un principio lo presenté casi como una carrera donde cada equipo sumaba puntos por cada libro entregado. Después no siguió así tal cual, pero sí hubo equipos que lograron muchísimas entregas, como Las brujas bucaneras que ya tienen más de 100”, apunta el ilustrador, quien aporta también que Libergia ya traspasó fronteras a partir del equipo “Felicidad Clandestina” y llegó hasta las manos de quienes comandan el proyecto artístico pedagógico “Navegar 100 mundos”, recorriendo América Latina realizando talleres culturales con niñes de todo el continente.
“Surgieron cosas muy lindas”, cuenta orgulloso Luis, feliz de saber que no sólo personas se sumaron a la causa, sino también librerías como Librería del Palacio, Un lugar de la Mancha, o editoriales como Portaculturas y Ediciones de La Terraza, y que ya cientos de libros (más de 250 tiene calculado) circulan en la ciudad, el país y el continente, de la mano de personas que confían en la cultura como aquello que puede mover las piezas para que el mundo sea un lugar mejor.
Y de a poco, a medida que Libergia se multiplicaba y que abundaban las fotos en las redes, Libergia dejó de ser algo que solamente estaba en internet, Luis sintió la necesidad de concretar espacios de encuentro donde quienes eran parte del proyecto pudieran reunirse. Así surgió la feria abierta el pasado 30 de marzo en los jardines del Palacio Ferreyra.
“El proyecto se expandió, es una idea semilla que se multiplica”, cuenta Paredes quien sin dudar un instante sobre el sueño a futuro sobre lo que podría pasar con Libergia, expresa: “Lo que siempre busqué es que la gente vuelva al libro papel. Y no es que reniegue de las nuevas tecnologías, de hecho la propagación comenzó en redes sociales, pero sí me gustaría que no se deje de leer en papel. Me encantaría que, tal vez, gente que por ahí dibuja o escribe, que entra al grupo, pueda publicar. Eso sería hermoso”.
Dibujante colectivo
Ilustrador, docente, promotor cultural, Luis Paredes camina las calles de Córdoba siempre con alguna idea en la cabeza, ideas donde jamás puede faltar el valor de lo colectivo. “Siempre siento la necesidad de hacer un trabajo individual pero que se enriquezca en el grupo”, confiesa. Sentimiento que -entiende- surgió y se acrecentó en su formación universitaria.
“Estudié cine para hacer animación porque lo que yo quería era hacer dibujos animados. Y la animación es una disciplina que siempre se emprende en conjunto, ya que uno tiene que trabajar con diseñadores, técnicos, guionistas y creo que un poco viene de ahí esto de de abrir y compartir, valorar la mirada del otro que re-significa la de uno”, cuenta Paredes, a quien se le viene a la cabeza inmediatamente lo que ocurrió con aquellos dibujos que soltaba por las calles de la ciudad. “Cuando regalaba los dibujos, la gente escribía cosas increíbles, y también pasó en el libro “Paredes Prestadas”, donde Irene Presta escribió unos poemas hermosos que casi nunca se correspondían con lo que yo había pensado cuando lo dibujaba”.
Y a Luis le gustó tanto la idea de compartir su trabajo, que casi de manera natural fueron surgiendo libros con descargas gratuitas. Luis tiene publicados varios libros: “Ave sedario” es el primero, editado en 2012, con ilustraciones de letras del abecederio escondidas en imágenes de pájaros, y después le siguieron “Abril y Patricio” -libro de ilustraciones que llegó a ser elegido por su originalidad por la Asociación italiana IBBY-, “Paredes Prestadas” –con dibujos del autor y poemas de Irene Presta- y “Empecemos antes” –realizado junto a su hijo de 4 años. Este último, que busca abrir el debate sobre la igualdad de géneros y la violencia naturalizada en la sociedad, fue, según el dibujante, una “experiencia increíble”, que surgió en el aula, trabajando como docente.
Así lo relata: “La idea nació a partir de una experiencia propia, cuando daba Arte en un colegio, donde un día, a propósito, di hojas rosas a los varones y azules a las niñas, y ellos pensaron que me había confundido. Durante mucho tiempo acompañé al movimiento Ni una menos y siempre sentí que si bien hay cosas urgentes por resolver, también hay acciones que se pueden hacer a largo plazo. He dado muchos talleres con niños, y fue en esa oportunidad que me dije: ahí está la respuesta, porque si educamos ahora a niños más tolerantes, quizás haya en el futuro menos feminicidas”. Claro, sencillo, puntual, el libro propone dibujos de Paredes que fueron intervenidos por su hijo Agustín, cuando tenía cuatro años, buscando que sean los colores los que planteen las reflexiones sobre estereotipos femeninos y masculinos en un mundo signado por lo binario, abriendo el juego a la diversidad y a la lucha por erradicar la violencia de género, logrando así una creación colectiva y familiar.
Desde el primero al último, todos estos libros se pueden leer de manera gratuita en internet, e incluso, “Ave sedario” y “Empecemos antes”, descargar sin costo, porque para Luis, tan importante como el trabajo y la creatividad, es el valor de la cultura liberada. “Al compartir se gana más de lo que se pierde”, asegura.
Ser parte
Quien quiera ser parte de «Libergia» está invitado a hacerlo. ¿Cómo? Es muy sencillo, se debe entrar en la fan page del proyecto y se solicita a uno de los equipos un libro para iniciar la cadena. No hay diferencia ni de géneros literarios, ni de disciplinas, ni de edades. Lo fundamental es tener ganas de leer e invitar a otros a hacerlo.