De Nápoles al mundo, la saga «Dos amigas», de la italiana Elena Ferrante se convirtió en una de las sagas más vendidas en los últimos tiempos. Hoy ponemos el foco en esta tetralogía que narra la vida de dos mujeres desde su infancia hasta su vejez, atravesando con este relato la historia de toda una sociedad.
No voy a andar con vueltas. Para leer esta saga es necesario no sólo tiempo sino algo de ahorro, o un gran grupo colectivo de lectorxs que se prendan en el desafío de intercambiar tomos, ya que son cuatro libros de varias páginas cada uno. Sin embargo, todo el tiempo y dinero empeñado para leer “Dos amigas”, de Elena Ferrante valen la pena.
Publicado por primera vez en 2012, el libro “La amiga estupenda” -primer volumen de la saga “Dos amigas” que cierra con “La niña perdida” publicado en 2015 y se completan con “Un mal nombre” y “Las deudas del cuerpo”-, lleva vendidos más de medio millón de ejemplares en Italia, sino que fue traducido en castellano e inglés, llegando incluso a ser best seller en EEUU.
Algunos, incluso, equiparan la saga con el trabajo realizado por el escritor francés Marcel Proust en “En busca del tiempo perdido” a principios de siglo XX consagrado como clásico de la literatura universal, y otros no dudan en señalar el relato como la gran novela feminista del nuevo milenio. Sin poder responder semejantes interrogantes o resolver comparaciones, lo cierto es que esta saga escrita por una autora con seudónimo, que jugó muchísimo con su identidad para no construir falsos prejuicios por parte de la comunidad literaria de su país, ha calado en lo más hondo de millones de lectores en todo el mundo y logra conseguir no sólo la atención sostenida en el tiempo de cuatro libros, sino la inmediata necesidad de recomendar su lectura a quien sea.
Pero, ¿qué tiene esta saga para ser aceptada por un público tan masivo y heterogéneo? En primer lugar, está perfectamente escrita. Con un oficio que deja ver no sólo talento sino un trabajo lingüístico exhaustivo y artesanal, la escritora nos invita a ser parte de una historia ambientada en Nápoles, donde la escritura y la oralidad juegan un papel fundamental. Sus personajes piensan, hablan y se comunican en idioma oficial y también en dialectos italianos y es justamente esa mixtura de lenguas y formas de vincularse a través de ellas, lo que genera tonos y contrastes. Ferrante nos cuenta una historia y a la vez es capaz de describir tanto íntimas emociones como eventos sociales y no pierde jamás el sentido sobre lo que cada palabra elegida provocará en el lector.
En el primer libro de la saga, titulado “La amiga estupenda”, que sirve para presentar las protagonistas de la misma, una sexagenaria Lenú recibe la llamada de Rino, hijo de su amiga Lila (a quien todos llaman Lina), para preguntarle por el paradero de su madre quien al parecer desapareció semanas atrás. Lenú, quien desde hace años no sabe nada de ella, responde con su verdad y acto siguiente, como una forma de retribuir una vida compartida a pesar de las diferencias y distanciamiento, decide re-construir a manera de relato la historia de Lila y, por lo tanto, la de ella misma.
¿Es posible que delineando, señalando, marcando los hechos y particularidades de aquellos que nos rodean a lo largo de las décadas seamos capaces de definirnos, en perspectiva, a nosotros mismos?
Así, como el punto de una lana que se tira y se desprende del telar, comienza a desarmarse la vida de esas mujeres, antes niñas, adolescentes y jóvenes, que crecieron en un barrio pobre del sur italiano en la década del `50 y que por diferentes y puntuales hechos que les tocaron vivir forjaron su destino de maneras totalmente antagónicas. Porque al fin de cuentas, y colmada de contrapuntos, la gran novela (divida en cuatro libros) no hace más que narrarnos la metáfora de un siglo XX cruzado por pensamientos políticos, económicos, sociales y culturales en constante movimiento pendular y la vida de dos niñas/adolescentes/mujeres dentro de estas coordenadas.
Una de ellas ha viajado por el mundo, la otra jamás en su vida saldrá de Nápoles. Una no sólo pudo acceder a terminar la primaria, sino que logró recibirse en la universidad y se convirtió en escritora, la otra, abandonó sus estudios, sin embargo desandó un camino que la llevó de obrera a empresaria. Ambas fueron novias, esposas separadas y madres. Y si bien sus miradas ante la vida son tan dispares, la literatura de Ferrante es tan sólida y a la vez amalgamada, que nos perdemos en su red narrativa. La relación simbiótica entre ambas es tal que, a pesar de que estén en ciudades o países diferentes, por momentos pareciera que estamos hablando de la misma mujer pero en diferentes cuerpos. La escritora nos habla de Lenú a partir de sus pensamientos, Lenú nos habla de Lila, pero es Lila la que nos está contando todo el tiempo cosas entre líneas y finalmente somos capaces nosotros, como lectores, de entender aquello que la visión restringida de la amistad muchas veces no deja ver.
Si bien son cuatro libros, y cada uno de ellos tiene sus particularidades (podríamos separarlos en relación a la edad de sus protagonistas), la tensión del relato se mantiene intacta hasta lo último, cuando ya no importe saber qué ha pasado en realidad con Lina, aunque –vale decir-, la potencia cae rotundamente promediando el cuarto volumen.
La novela, planteada un formato circular, no sólo nos obliga a ir y volver al inicio de la trama constantemente, sino que nos invita a una reflexión continua ya que mantiene latente una pregunta existencial, ¿dónde/cómo/porqué comienza a determinarse el destino de una persona? ¿Qué variables nos hacen ser lo que somos? Sus personajes, y sobre todo Lenú, reflexionará sobre las posibilidades que tuvo ella desde niña para poder elegir una vida alejada al pobre barrio donde se crió, a diferencia de Lila, ese eterno espejo donde se refleja, quien jamás –desde su óptica- pudo salirse de los destinos establecidos por su clase y condición. Sin embargo, es también Lenú quien se preguntará si elegir es lo mismo a ser libre, tan libre como siempre lo fue Lila para reaccionar ante la vida.
Otras de las particularidades de la literatura de Ferrante es la capacidad de ser detallista al extremo y al mismo tiempo, capaz de proponer una vista panorámica de todos sus personajes que sorprende página tras página. Planos amplios y primeros planos se eligen de manera inteligente para ubicarnos en tiempo y espacio, por una autora que, lo intuimos desde la primera página, nos sabrá a llevar a buen puerto. Porque le autora italiana es capaz de describir los integrantes de un barrio y sus familias –los Cerullo, Sarratore, Carracci, Peluso, Capuccio, Scano, Solara, Spagnulo- por más de 60 años sin hacernos perder el hilo del relato y pintándonos un cuadro dibujado en progresión.
En alguna oportunidad, el escritor García Márquez señalaba que en la obra “El amor en los tiempos del cólera”, se empeñó en escribir la vida pública, privada y secreta de las personas. Elena Ferrante consigue justamente hacer lo mismo, retro-alimentando con experiencias personales de sus personajes la vida de un barrio, ciudad o país en momentos puntuales. Así el Mayo Francés, las agitadas rebeliones obreras europeas en la década del 70, el fazismo, comunismo, el avance de la robotización en la industria y la camorra napolitana son parte del universo de esta gran historia que encuentra siempre el justo equilibrio para darle voz tanto a sus protagonistas como a sus escenarios.
“Dos amigas” es, al mismo tiempo, una novela coral e íntima, personal y social, barrial y universal. De ahí que logre empatizar con tantas personas en todo el mundo a pesar de las diferencias en cada ciudad o país. Muchos intentaron hacerlo, sin embargo sólo muy pocos/as autores/as han logrado esa escritura tan sencilla y compleja a la vez, flexible y sólida, liviana y contundente que se necesita para narrar la vida misma. Elena Ferrante lo consigue.