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“Los recursos de la novela policial encajaban con el relato que quería contar”

En diálogo con Babilonia, la escritora española Luz Gabás habla de su última novela “El latido de la tierra”.

En la charla también reflexiona sobre lo que significó para su carrera el fenómeno de “Palmeras en la nieve”.

Una llamada on line es el medio elegido. “El latido de la tierra”, el pretexto. Del otro lado Luz Gabás nos recibe con enorme calidez. Es, evidentemente, una mujer ordenada. De las que toman nota, de las que manejan los tiempos en cada respuesta, de las que contagia esa  pasión que siente por la escritura.

En 2012 publicó su primera novela: “Palmeras en la nieve”. La historia fue un éxito editorial que a los pocos años vio la luz en la pantalla grande con una producción increíble y con un elenco de lujo encabezado por Mario Casas.

Desde entonces le siguieron “Regreso a tu piel”, “Como fuego en el hielo” y su más reciente creación “El latido de la tierra” publicada en 2019. Esta última novela, en la que la autora fusiona el relato romántico con una trama policial, es el disparador de una charla que nos lleva por otros tantos derroteros de su universo creativo. 

En “El latido de la tierra” la protagonista es Alira, una mujer de 50 años que ha heredado una magnífica propiedad que palpita bajo las ruinas de un pueblo fantasma. La nostalgia, los viejos amigos, los antiguos amores, las nuevas pasiones y los misterios de una desaparición y posible crimen, marcan el ritmo de una historia en la que una vez más Gabás despliega su arte narrativo.

-¿Cómo se gestó “El latido de la tierra”?

-El origen de “El latido de la tierra” fue el tema de la edad. Cuando cumplí 50 años, todo a mi alrededor llevaba el dichoso número 50… Es medio siglo de existencia y uno empieza a mirar hacia atrás. Y además se mira hacia atrás con cierta nostalgia. Entonces pensé en escribir sobre alguien como yo, sobre alguien de mi generación… Por otra parte también estaba lo romántico, porque las novelas románticas suelen tener protagonistas jóvenes. Pero en este caso yo me empecé a preguntar: “¿qué pasa a los 50 años? ¿Ya está? ¿No hay posibilidades de tener otro viaje iniciático?… Entonces quise plantear un viaje iniciático de la protagonista a partir de sus 50 años.

-La novela tiene amor, una trama policial, un clima nostálgico… Pero hay un detalle: la protagonista, Alira, se reencuentra con Adrián, un antiguo amor de la adolescencia. De alguna manera aún persiste ese interés por Adrián, un sentimiento  que tiene que ver más bien con lo que él representa: es etapa inolvidable de la adolescencia, la juventud…

-En los viajes de promoción de “Palmeras en la Nieve”, una de las preguntas recurrentes era que muchas lectoras se fijaban en la relación entre Julia y Jacobo. Se detenían en ese reencuentro de cuando son mayores, con todo lo que ha pasado entre ellos, algo que nunca puede ser natural… Porque nunca puedes relacionarte con naturalidad con alguien que te ha robado el corazón en su momento. Y esa fue otra de las chispas para armar la relación de Alira y Adrián.

Él representa ese pasado emocional al que ella se apega demasiado. A veces nos aferramos tanto al pasado que eso nos impide  ser libres para continuar.

La casa de Alira también representa ese pasado. De alguna manera, la casa es el pasado social y Adrián el pasado emocional.

-De hecho la casa, esa gran propiedad que Alira hereda, funciona en la trama narrativa como un personaje más… Es esa herencia que puede ser hermosa pero que también puede volverse un peso.

-Sí, yo soy como soy por donde nací, por lo que hicieron mis padres, mis abuelos… Pero no tienes que heredar una casa de piedras en las montañas para entender ese concepto de pertenencia a un lugar… Puede ser una casa, un barrio, un pueblo…En la novela está representado en algo físico, en piedras. Pero puede suponer alguna carga que te impide ser libre. Muchas personas interpretan a la casa como un exceso de responsabilidad… Y eso es lo que le pasa a la protagonista: lleva 50 años haciendo lo que se espera de ella … No es libre hasta el momento en el que se encuentra de frente con alguien diferente a ella.

-Alguien que además va a despertar en ella nuevos sentimientos… Pero vuelvo a la casa. En ella pasan a convivir de pronto viejos amigos, amores cruzados… Y hay un momento en el que una policía que está investigando el caso reflexiona y dice algo así como “hay que ser un poco psicópata para convivir con un amor del pasado”.

-Una vez leí eso: cuando una relación no funciona en el pasado, puede ser que congeniemos en algún momento pero puede ser que no, por lo que no tiene sentido seguir atado. En eso hay un guiño al reencuentro, algo que está muy de moda. Pero también reflexiona sobre la amistad, porque tal vez tuvimos una amistad que fue muy fuerte en la infancia y pasado el tiempo ya no lo es, y no ocurre nada. Porque todos evolucionamos…. La nostalgia tiene una parte romántica, literaria. Pero un exceso de nostalgia quizás no sea recomendable porque nos hace mirar el pasado con un enfoque equivocado.

-En la novela no está presente solo el amor, sino que también hay mucho del género policial.

– El amor ha sido el motor de decisiones políticas, de cambios de gobierno, ha sido protagonista de la gran literatura. En muchas novelas escritas por hombres también hay amor, pero como está escrito por hombres se lee diferente. Se ha quedado con la idea que la novela romántica es lo que aquí se llamó “novela de amor y lujo”, pero la verdad es que el género ha evolucionado mucho.

Y en este caso además yo sumé lo policial pero con un giro. Quería que no se supiera quién había desaparecido o muerto hasta que la novela estuviera casi a la mitad. Eso me servía para plantear esa búsqueda de la protagonista: el verdadero ser de esta nueva Alira. Esa búsqueda policial genera ansiedad, intriga, que son a su vez los sentimientos de Alira. Ella, a los 50, tiene que plantearse otra forma de ver el mundo, se enamora de una persona totalmente opuesta…

Me costó mucho incorporar lo policial, porque no escribo en ese género. Pero yo creo que en este caso, los recursos de la novela policíaca encajaban con el relato que quería contar. No quiere decir que de ahora en adelante vaya a escribir policial, porque soy más una autora a la que le interesa la historia, la reflexión… Pero cada tema requiere una técnica narrativa diferente.

-Saliendo un poco de “El latido de la tierra”, vamos a tu primera novela: “Palmeras en la nieve”. Un éxito editorial pero también una historia que llegó al cine. ¿Imaginaste ese camino para este libro que marcó el inicio de tu carrera literaria?

-Sería poco sincero decir que una escritora que se sienta a escribir una novela no sueña con que su novela guste muchísimo y sea un best seller. Pero cuando te sientas a escribir a cierta edad sabés que eso puede pasar o no, y sino pasa sigues con tu vida sin ningún problema. Pero soñar es gratis…

Yo sentí la necesidad de escribir esa historia. Toda primera novela surge de una primera idea muy potente. En mi caso lo tomé como un proyecto a largo plazo. Era consciente que tenía un material inédito poco tratado, potente… ¡Hay tantos capítulos desconocidos de nuestra Historia! En mi casa era un tema muy habitual, mi padre hablaba mucho de Guinea, pero la gente común sabía poco del tema. Yo lo sentía muy cercano.

Creo que estas primeras novelas que hacemos los escritores tienen una honestidad y un sentimiento que el lector percibe.  

Me encantó que la novela tuviera tanto éxito, y sobre todo porque conocí a muchas personas que eran como yo, hijos de españoles que habían ido a trabajar a Guinea Ecuatorial. Todo lo que pasó me lo tomé como un premio a mí, a muchos, a tantos “Kilians» (personaje protagónico del libro)  y a sus familiares. Fue un triunfo muy compartido y así lo percibí… La película fue el broche de oro.

-¿Y cómo fue ver la película? Porque el texto escrito es un producto y lo audiovisual es otro. Están emparentados pero son diferentes, no?

-Yo participé muy poquito en el proceso. Y opino como tú: las películas y las novelas son productos distintos. Yo escribo una novela y el director hace una película con una interpretación de ese libro. De entrada les dije “poco problema van a tener conmigo”. Fui al rodaje tres días, llevé a mis hijos para que vivieran esa experiencia. Una experiencia muy bonita en cuanto aprendizaje técnico. 

Con respecto al producto final recuerdo el primer pase en una salita pequeña, fui con mi familia, estaban los actores, el equipo técnico… Unas 20 ó 25 personas, y estaba muy emocionada. Nunca estuve preocupada, pero sí emocionada. Me parecía increíble que fuera una película tan grande, tan hermosa, con ese elenco y una gran producción.

Para disfrutar de la entrevista completa, podés ver el video… Una linda charla entre Fer Pérez de Babilonia Literaria y la escritora española Luz Gabás. 

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