babilonia logo

"Los perros duros no bailan": Una mirada canina sobre el mundo de hoy

 

La nueva novela de Arturo Pérez Reverte narra una historia contemporánea y con  elementos policiales desde la voz y la mirada de Negro, un perro que fuera luchador y que debe enfrentarse a un nuevo estilo de vida.

Profundo, tierno y lúcido retrato de la realidad.

 

 

 

 

Todos sabemos que los animales se comunican con palabras como los humanos. O al menos lo tenemos asumido como tal, después de haber leído tantas fábulas con moralejas enunciadas por bichos de distintas especies. Los dibujos animados, muchas películas, historietas y revistas están llenos de animales que hablan entre ellos como humanos y, en muchos de estos casos, los protagonistas son los perros.

 

Quizás por eso no resulta tan disonante leer una novela contada en primera persona desde la voz de un perro. Esto es un elemento distintivo en el nuevo libro de Arturo Pérez Reverte.

 

«Los perros duros no bailan» (Alfaguara) tiene todos los condimentos de un policial clásico, esmerado en contar distintos matices de la sociedad actual. Pero la cosmovisión es canina, en perspectiva visual y aceptación de la realidad.

 

La historia se centra en un personaje, que respeta el estilo de este escritor y periodista español. En este caso, se trata de un perro negro y grandote, ex luchador, con cicatrices físicas, espirituales y mentales que se quedaron ahí como secuelas de su pasado, al que ahora debe enfrentarse nuevamente. El Negro, forzado por las circunstancias, deberá volver a ese lugar que para él significa «su infierno».

 

El relato está integrado, además, por un popurrí de personajes estereotipados, que incluyen un sabiondo bohemio que hasta realiza citas en griego, putas, soñadores y pendencieros. Se juntan a beber de un charco regentado por una perra que nació en Argentina y llegó allí como mascota de un tanguero. Su rutina perruno es retratada en detalles: gestos, lamidos, gruñidos, ladridos o aullos, peleas callejeras, o persecuciones a gatos. Eso sí, los felinos no tienen nombre propio.

 

Esta galería de personajes se completa con un muestrario de segmentos sociales presentes en nuestros tiempos: una xoloitzcuintle de pura raza, contrabandista mexicana (un guiño a La Reina del Sur, incluso con un perro-corrido en su honor), un grupo neonazi liderado por un dóberman (con collares adornados con svásticas), cánidas de clase alta que se pavonean frente a ejemplares machos callejeros, en búsqueda de aventuras y experiencias fuertes. También hay un perro moro inmigrante, presuntamente ilegal, víctima de persecución racial y del rigor de las autoridades.

 

En la narración se enumeran situaciones que ponen de manifiesto la lealtad canina y la amistad como símbolo que motiva la heroicidad. Esta historia, en definitiva es atrapante desde la trama y abrumadora en detalles de razas, modos y actitudes caninas, que despiertan en los lectores múltiples sentimientos hacia la vida de esos perros.

 

La lectura entretenida, está fuertemente impregnada de reclamos sociales y una reivindicación al buen trato a los animales, una causa que Pérez Reverte ha asumido como propia y realiza una defensa activa desde sus redes sociales.

 

Los amantes de los animales, de los policiales negros y de Pérez Reverte, estarán de parabienes con esta historia que deja pensando y que, quizás, nos haga preguntar:  ¿»qué querrá decir este perro que me mira así»?

 

 

 

Read Previous

#Lo que se viene

Read Next

Para chicos… y no tan chicos