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Libros que traspasan el papel: The Handmaid’s Tale

La premiada serie de streaming está inspirada en la novela de Margaret Atwood de 1985. El distópico futuro al que hace alusión la trama incomoda por su cercanía con la realidad.

Las brillantes actuaciones y el cuidado estético la transforman en una de esas producciones imperdibles. Disponible en Argentina por el canal Paramount y Cablevisión Flow.  

 

 

La República de Gilead es un universo difícil de concebir (y los que ya vieron la serie entenderán el juego de palabras). La disminución de las tasas de fertilidad – al punto de amenazar el futuro de la humanidad – es una de las causas por las cuales un régimen totalitario se apodera de los Estados Unidos. Por medio de flashbacks se puede observar cómo el gobierno teocrático cercena gradualmente los derechos de sus ciudadanos, en especial de las mujeres que quedan reducidas a su rol de procreadoras. La historia es la adaptación de la obra de ficción científica feminista “El cuento de la criada” escrita por la canadiense Margaret Atwood hace más de 30 años.             

The Handmaid’s Tale va por el sexto episodio de su segunda temporada en los EEUU. Es producida por Hulu, la concurrente de Netflix y Amazon disponible apenas para los estadounidenses, y fue la primera serie dramática de streaming en ganar el Emmy, el año pasado.

La primera temporada llegó a Argentina por el canal de cable Paramount en marzo de este año. Y también la pueden ver los subscriptores de Cablevisión Flow.

 

The Handmaid’s tale: ¿tan lejana a la realidad?

 

June Osborne es la protagonista de la historia – interpretada por Elisabeth Moss, que se llevó el Emmy de mejor actriz en 2017 y es también productora de la serie – y, así como las demás ciudadanas que no logran escapar del país, tiene que sobrevivir al universo de Gilead bajo un nuevo rol determinado por su capacidad reproductora, orientación sexual, importancia política y/o poderío económico en aquella sociedad.

 

La mujer es despersonalizada en todos los sentidos, apartada de su empleo, su marido e hija. La renombran Defred (o Offred en inglés), pues pasa a ser propiedad del comandante Fred Waterford – el actor Joseph Fiennes conocido por su Shakespeare apasionado. Ella es una de las criadas fértiles, identificadas por el color rojo, que es entregada a una de las parejas de los altos mandos del gobierno para tener hijos. Debe mantener relaciones sexuales con el oficial, bajo ceremonias increíblemente bizarras en las cuales la esposa Serena Waterford – la actriz Yvonne Strahovski –  participa sosteniéndole las manos.

 

El apoderamiento del cuerpo de la mujer bajo un justificativo religioso no es el único elemento de “El cuento de la criada” que tiene resonancias en la actualidad. La escalada de gobiernos conservadores al poder, la pérdida de la libertad de expresión o  la sobreexplotación de los recursos naturales, son otras de las problemáticas que recorre esta serie. 

 

La trama hace reflexionar acerca de los límites morales que la sociedad puede traspasar o la regresión de derechos civiles fundamentales que se pueden suprimir en una situación de crisis. Es fácil acostumbrarse a las conquistas de los Estados democráticos de derecho considerados  intocables, pero que bajo condiciones extremas pueden ser obviadas en dictaduras como las perpetradas en Latinoamérica en un pasado no lejano.

 

En las palabras del prólogo introductorio de la edición 2017 de “El cuento de la criada”,  Margaret Atwood afirma “(…) sabía que el orden establecido puede desvanecerse de la noche a la mañana. Los cambios pueden ser rápidos como el rayo. No se podía confiar en la frase: ‘Esto aquí no puede pasar’.  En determinadas circunstancias, puede pasar cualquier cosa en cualquier lugar”.

 

 

 La mujer en el centro

 

Las criadas componen apenas una parcela del mundo predominante femenino de “The Handmaid’s Tale”. Juntas formarán una especie de ejército en lo cual sus acciones – u omisiones – demostrarán la resiliencia, el apoyo y la alianza que conforman el más grande mensaje feminista de la serie.

 

Arriba en la jerarquía están las esposas de los comandantes que visten de azul. Las ayudan las Tías, en especial la horripilante Aunt Lydia – actuación increíble de Ann Dowd – que como una profesora de primaria habla con las criadas como si fueran niñas, enseñándoles su lugar (a veces con tortura física o psicológica).

 

Las “Marthas” son las responsables de los labores domésticos y hay otras mujeres que se ganan la vida prostituyéndose. Finalmente, cierran el escalafón presentado hasta el momento, las consideradas “no mujeres”, cuyo destino en los campos de trabajo de residuos tóxicos, llamados Colonias, será mejor explotado en la segunda temporada.    

 

Los colores, explica Atwood en la Introducción de 2017, “proceden de la iconografía religiosa occidental”. Por ejemplo, el azul representa la pureza, de la Virgen, y el  rojo la sangre del nacimiento o metafóricamente a María Magdalena.

 

Se destacan Alexis Bledel en el rol de Deglen así como la ya mencionada Serena Waterford.

 

Los hombres de la historia

 

No apenas de mujeres vive The Handmaid’s Tale. Los hombres componen los altos puestos políticos que gobiernan el patriarcado. También componen los policías y espías que vigilan Gilead y que hacen con que el lugar se sienta siempre observado como el panóptico foucaultniano.

 

Despunta el personaje de Max Minghella, Nick Blaine. El chófer de la casa Waterford tendrá una relación fundamental con June. La pareja se muestra mucho más creíble que la conformada por el matrimonio de la protagonista con Luke Bankole, en esta consideración, el más débil de los componentes de la historia.  

 

Gentileza Facebook oficial The Handmaid's Tale

 

 

La composición visual también actúa  

 

El cuidado estético juega un papel crucial en la construcción de la República Gilead así como en el suspenso de las tomas. Se utiliza la simetría y ángulos cenitales – tomas desde arriba – para la construcción de imágenes con los cuerpos de los personajes, ofreciendo una marcada identidad escenográfica a The Handmaid’s Tale.     

 

 

Para ver y para leer

 

Así como la producción audiovisual, “El cuento de la criada” es una obra para reflexionar. El libro de 1985 está contado en primera persona y brinda, a partir de la visión y los monólogos de Defred grandes reflexiones acerca de los roles y abusos a los que la mujer está asignada.

 

Margaret Atwood empezó a escribirlo en Berlín Occidental, mientras el mundo y la ciudad todavía estaban polarizados por la Guerra Fría. La autora tomó como referencia otros hitos mundiales como el terrorismo de Estado argentino, marcado por el secuestro de bebés.

 

Dentro de lo que es exclusivo de la novela, están las “Notas Históricas del cuento de la criada”, epílogo que salta a una conferencia en el año 2195.

 

“The Handmaid’s Tale” ya fue renovada para una tercera temporada. El final de la primera parte cierra la historia del libro de Margaret Atwood con una interrogante con la que arranca la segunda temporada. A partir de entonces, los guionistas son los responsables por mantenerse fiel al espíritu de la novela bajo la consultoría de la escritora. Si los nuevos episodios pueden servir como base, la oscuridad y calidad del enredo de Bruce Miller se mantiene.   

 

 

 

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