La elegida para esta semana es la escritora cordobesa Beatriz Grinberg con su reciente novela «Aquellos días en Varsovia» (El Emporio), historia que cuenta sobre un amor nacido en los oscuros y difíciles años de la Segunda Guerra Mundial.
Varsovia, octubre de 1942
«Yo espero la noche para verlo. Porque ese es el momento en el que todos podemos salir de las jaulas donde permanecemos durante el día y donde debemos guardar silencio total.
Eryk Gorsky se llama. Así me dijo.
Cuando nos vemos parecemos fantasmas. El sol está muy lejos de nosotros. La luz también. Pálidos, nos desplazamos por el living de la casa. Hay mucha gente.
Es el zoológico, me dijo Antonina. Vives acá ahora. Hasta que podamos ubicarte en un lugar seguro.
Me pienso como sanguijuela, duermo por la mañana y salgo por la noche.
Ella nos anunció que si tocase el piano durante el día estaríamos en peligro.
A la noche los acordes me hacen soñar.
Miro a través de un pequeño espacio que quedó liberado en una de las ventanas: la nieve cubre todo el predio, los árboles tienen forma extraña cuando están desnudos; en el cielo estrellado hay una luna nueva, el vapor de mi boca en el vidrio dibuja una burbuja que mis dedos intentan en vano atrapar. La música que ejecuta Antonina me conmueve.
“Es el nocturno ópera 9 nro. 2 de Chopin”, me dijo y me sonrió.
Yo sentí que por mis mejillas corrían lágrimas sin parar.
Y eso que creí que mis ojos estaban secos.
Eryk Gorsky me acercó una tela para que me limpiara.
Pero me tocó. Me tocó el pelo y luego una mejilla. Después toda la cara.
Sus manos me parecieron ásperas.
Yo me acerqué un poco más. Entre él y yo había una corriente densa, eléctrica.
Me dio un poco de vergüenza, pero nadie reparaba en nosotros.
Antonina seguía tocando esa conmovedora melodía y yo seguía llorando.
Entonces, él me abrazó.
Yo sentí su olor a hombre y mis piernas flaquearon.
Algo se movió en mi vientre, abajo…
Hundí mi mejilla en su cuello.
En esa rústica sala, dentro del zoológico, mientras deambulábamos como fantasmas en la noche, ocultos durante el día, con incierto destino, llena de piojos y helada desde el corazón hasta los huesos, mientras a mí alrededor todo moría, yo temblé con mi primer beso».
Datos de la autora: Beatriz Grinberg nació y vive en Córdoba, Argentina. Licenciada en Ciencias Biológicas, Magister en Antropología por la Universidad Nacional de Córdoba. Investigadora en áreas de la Antropología Sociocultural y Organizacional. Entrenada en Mediación en Florida, EEUU, es master en (PNL) Programación Neurolinguística y Coach profesional. Se desempeñó como mediadora en sede judicial y extrajudicial, coach ejecutivo y formadora de grupos humanos en empresas, universidades, fundaciones e instituciones en áreas de la antropología sociocultural, comunicación, desarrollo personal, negociación, abordaje y conducción de conflictos.
Autora de los libros: ¨Situaciones familiares reveladas en mediación- Un análisis antropológico-¨ 2010, de la novela ´Lazos Invisibles¨ 2015 en Segunda Edición, ambos declarados de interés legislativo por la provincia de Córdoba. Integró la Antología ¨Historias que enamoran¨ 2016, la novela ¨Mi nombre es Lídice¨ 2018 todos ellos editados por El Emporio Ediciones. Obtuvo el premio ¨Osik Rosemblat¨ 2018 Homenaje a los niños de la Shoá, que otorga la Asociación por el Progreso de la Educación junto al Inadi y la Unesco por el aporte en la lucha contra la discriminación.