babilonia logo

Lecturas de verano. Hoy recomienda Javier Quintá

El escritor asegura que 2020 fue un año de grandes lecturas. En primera persona, nos cuenta porqué vale la pena recorrer títulos como «Moby Dick», «El jardín de cemento», «Eichman en Jerusalén», «Érase una vez la lectura» y «Poeta chileno», entre otros. 

Este ha sido un año de grandes lecturas. Se hace difícil recomendar libros habiendo tanto para leer. Suele pasar que cuando uno piensa en recomendar algo, lo primero que se le viene a la mente sean las novedades; pero, en el tema  libros, las novedades pueden estar delante o detrás de la línea del tiempo.

Pagué una deuda, debo decirlo, y es lo mejor que leí este año: Moby Dick. Cuando escucho hablar de la novela contemporánea, de las posibilidades, del fin de la trama, de valerse de cualquier elemento para narrar, etc., bueno, eso es Melville, eso es Moby Dick, pero en el siglo XIX. Un tratado, una enciclopedia, un retrato, una historia de época, una ambición, una aventura. Una locura.  

 

Por otra parte, no puedo dejar de mencionar al grandioso Ian McEwan. Leí El jardín de cemento, su primera novela, sin saber que era su primera novela. Una novela tan oscura como corta. Habla de la relación de tres hermanos, niños repentinamente huérfanos, y de cómo hacen para sobrevivir y no terminar en un orfanato. Incesto, travestismo y el típico humor negro inglés.

También hubo tiempo para algún ensayo. Voy a citar dos solamente. El primero, Eichman en Jersulanen, de Hannah Arendt. Un libro que había comprado hacía muchísimo tiempo, pero que nunca había leído. Uno de esos libros que siempre dicen “hay que leer”, aunque no se sabe bien porqué… hasta que se lo lee. Arendt es enviada a cubrir el juicio a Eichman en Israel y termina haciendo uno de los mejores perfiles periodísticos que se hayan escrito. Una semblanza que habla de un personaje, pero que nos interpela a todos sobre el verdadero sentido del mal.

El segundo, de Carlos Skliar, es Érase una vez la lectura, editado por Eduvim. Este libro reúne varios textos, muy poéticos, donde se aborda la fragilidad de la lectura. ¿Qué se extiende de nosotros en cada libro y viceversa? ¿En los términos capitalistas/resultadistas con el que medimos el uso del tiempo hoy, hay alguna utilidad en el abandonarse a la lectura solo por el simple goce de leer? Bueno, Skliar nos invita a respirar cada página de manera diferente, a tomarse el tiempo, a degustar, a releer, a experimentar con el cuerpo la lectura, a tomar conciencia de todas las cosas que nos pasan cuando leemos un libro.

 

Párrafo aparte para la poesía y el cuento. En primer lugar, La desobediencia, de Claudia Masin. Este libro reúne gran parte de la obra de esta poeta chaqueña a la que vale la pena acercarse. Su poesía nos hace recordar lo que a veces olvidamos: las palabras tienen el sonido del viento.

 

Por otra parte, en relación al cuento, recomiendo dos libros que disfruté mucho. Uno de Mariano Quirós, también conocido por sus novelas, pero gran escritor de relatos breves. Tal como los que reúne el libro La luz mala dentro de mí. Y de Francisco Bitar, santafecino, Teoría y práctica, un libro de prosa cautivante. Ambos, además, reconstruyen un paisaje, como el del Chaco y Santa Fe, respectivamente, donde nos sumergimos a vivir la intimidad de los personajes de cada historia.  

Por último, si hay que hablar de novedades, seguramente Poeta chileno, de Alejandro Zambra, cumpla todas las condiciones para serlo. Para quienes lo veníamos leyendo, algo extraordinario. Para quienes no lo conocen, cualquier libro de Zambra es un buen comienzo.

Justo había empezado este año leyendo Bonsai, su primera novela. Luego, La vida privada de los árboles y Formas de volver a casa, esta última, algo así como un cierre de esta primera etapa, donde pueden verse los cimientos del mundo Zambra: cierta atmósfera, cierto sin sabor también, personajes en búsqueda constante, llenos de dudas sobre cómo encarar la vida. Y en todos, un tono característico que te cautiva desde la primera línea.

Bueno, Poeta chileno es todo eso y mucho más. No solo por la maestría narrativa del autor, que no te deja levantar la vista un segundo, sino también por la capacidad para ponerse en el lugar del otro, ese lector a quien no le interesa conocer todo lo que el autor sabe, sino disfrutar de una buena historia. Empatía, además, para bajar al mismo nivel de cualquiera, en un tour de lo más divertido por el mundo de la poesía chilena, quizá, la mejor poesía del mundo (dos veces campeones mundiales).

Me quedo entonces con una imagen como lector. Mientras leía Poeta chileno, tirado en la cama, en pleno aislamiento (a veces paraba, miraba un punto fijo en la pared) mi mujer entra a la habitación. Me mira. ¿Qué te pasa? ¿De qué te reís así? ¿Estás otra vez con el teléfono?

Sobre Javier Quintá 

Javier Quintá nació en Córdoba. Dicta talleres de escritura, es docente y trabaja como editor. Sus cuentos han sido publicados en distintas antologías, diarios y revistas culturales de Argentina. 

En 2017 publicó Defensa Personal (Ed. Recovecos), su primer libro de relatos.

Read Previous

Libros para viajar en tiempos de pandemia. Destino: Europa

Read Next

Bridgerton, la exitosa serie basada en la saga de Julia Quinn