Los talleres y clubes de lectura no pierden vigencia. Más aún, en tiempos de virtualidad han ampliado sus fronteras.
Agustina Bazterrica, Javier Quintá y Florencia Vercellone comparten sus experiencias sobre estos espacios diseñados para los y las amantes de los libros.

Taller de lectura. Club de lectura. Espacios de Lectura. Mesas de Lectura…. Pueden cambiar los nombres. Pueden cambiar las metodologías. Pueden cambiar los contenidos. Pero lo cierto es que todos tienen algo en común: son espacios que reúnen a gente que ama leer y que quiere hacer de esa práctica individual una experiencia colectiva.
En el #MesLector que estamos llevando adelante desde Babilonia, hablamos con algunos referentes locales y nacionales que llevan adelante este tipo de actividades que cada vez ganan más adeptos y que han crecido notablemente en estos tiempos de pandemia.
Agustina Bazterrica, Javier Quintá y Florencia Vercellone nos cuentan cómo es esa lectura conjunta.
–¿Por qué creen que la gente se suma a estos talleres o clubes de lectura, qué buscan en estos espacios?
-Florencia Vercellone: Es una pregunta que yo me hice antes de poner en marcha el club de lectura. Y lo cierto es que hay algo que nunca deja de sorprenderme: el espíritu gregario de las personas, ese deseo de reunirse por algún motivo en especial. Es como una continuación de esa antigua práctica de juntarse a escuchar historias. Ahora sería compartir lecturas. Otra motivación es la de buscar las miles de lecturas posibles que puede tener un libro. Y otro punto que me resulta interesante es que la gente que se suma a estos espacios no se conocen entre sí, sin embargo están unidos por ese placer a la lectura, por ese deseo de abrir esa actividad tan solitaria y compartirla con otros.
–Javier Quintá: Creo que la sobresaturación de información, el estar buscando sentido siempre y explicaciones a las cosas, tantas noticias (malas), novedades, nos ha vuelto a despertar el interés por las historias. Esas que parecen no tener tanta «importancia» para la vida actual. Leerlas, escucharlas y por qué no, animarse a contar algo. El arte tiene un efecto muy liberador. El trabajo con el lenguaje nos hace percibir las experiencias a otra velocidad, una velocidad más cercana a nuestra condición humana, menos tecnológica y fragmentada también.
–Agustina Bazterrica: Lo que la gente dice con respecto nuestras clases es que les enseñamos a leer más allá. Somos como antropólogos de los libros, vamos buscando esas pistas que escritores y escritoras fueron dejando para hablar de otras cosas. El famosos iceberg de Piglia, esto de de que ves la punta con claridad pero debajo hay infinidades de simbolismos, metáforas… Entonces vamos buscando esa información. Y eso hace que el libro adquiera otro peso. Nos pasa que a algunos asistentes no les gusta un libro, no los interpela y después de ese análisis entienden el valor de la obra, entiende porqué a tanta gente le fascinó. Entonces ahí hay algo muy positivo.
–Rotando un poco la perspectiva de la pregunta anterior, ¿qué creen ustedes que estos talleres aportan a los lectores?
-Agustina Bazterrica: Leer en conjunto es muy valioso porque genera una comunidad lectora, la gente se recomienda libros, habla de algo que los apasiona… Por ejemplo, nosotros ya no tenemos más cupo en esos cursos. En el caso de nuestra propuesta, otra de las cosas positivas es esto de invitar a autores, autoras y especialistas. Por ejemplo para la lectura del Quijote (que es un libro difícil y complejo) invitamos a una doctora en Letras de la UBA y también a Federico Jeanmaire –que sabe mucho de esa obra- y la experiencia fue fantástica. Por ejemplo el año pasado la pudimos invitar a Claudia Massin, una poeta argentina que me encanta. Este año tuvimos algo increíble porque leímos “Mi abandono” de Peter Rock (que es un autor estadounidense). Le escribí hablándole maravillas de su libro, me contestó y aproveché para que lo tuviéramos en el taller. Una de las asistentes –que vive en Londres- nos hizo de intérprete y tuvimos un Zoom que fue increíble. También lo hicimos con Diego Muzzio, Valeria Correa, Pamela Terlizzi Prina, Juan Mattio… Invitamos a un montón de gente. El Zoom nos ha permitido eso. De todas maneras, hay que admitir que antes de la pandemia cada reunión presencial era una fiesta: llevábamos vino, comida, incluso algunas veces aunábamos el análisis del libro con la película… Era una celebración.
–Javier Quintá: Cuando uno comienza un taller, se da cuenta el enorme trabajo colectivo que significa el sentido. La lectura y la escritura requieren cierta soledad, pero, al mismo tiempo, son actividades relacionadas a la comunicación, al intercambio, al compartir. Y una lectura colectiva nos hace ver cosas nuevas, nos hace entender que un mismo hecho, será leído de distinta manera por cada persona, y eso es enriquecedor. Uno siente que aprende al escuchar y estar mejor con otros.
–Florencia Vercellone: El Club de Lectura tiene como concepto “el camino lector” de Laura Devetach. Buscamos bucear sobre los textos internos, todos esos textos que fuimos descubriendo desde que éramos chicos y que están adentro de uno. Entonces algo que estamos leyendo nos conecta con ese texto interno. Por eso el club propone trabajar sobre las cosas que nos despierta la lectura de un libro, estamos todo el tiempo abriendo puertas y ventanas que nos convocan a la relectura de los textos internos.
–En estos tiempos de pandemia, los talleres por plataformas online son una constante. ¿Cómo es la experiencia de trabajar de manera virtual?
-Javier Quintá: Bueno, esta es la otra pata de este despegue: un mejor uso del tiempo. En Argentina está mal hablar de tiempo ocioso. ¿Imaginate que se plantee como un derecho acceder a ciertos consumos culturales? ¿Tiempo para lectura, para el cine, para ir a un museo? ¡Qué locura es esa! La gente tiene que trabajar y trabajar. Leer y escribir son privilegios. La cuarentena hizo que haya más gente necesitada de un espacio para estar con otros. Y la virtualidad acercó autores, libros, experiencias, que antes solamente ocurrían en las grandes ciudades como Buenos Aires, y Buenos Aires. Yo tengo una alumna de Río Turbio, por ejemplo.
–Agustina Bazterrica: Nosotros tenemos talleres anuales que con la pandemia se dictan por Zoom. Eso habilitó a que gente que vive afuera se pueda integrar. Tenemos asistentes que viven en Londres, Suiza, Mendoza, Mar del Plata, Uruguay… Algo que no sería posible si fuera presencial. Y también tenemos talleres online donde no se requiere horarios precisos sino que lo hacemos por Classroom. De todas maneras, como dije antes, los encuentros presenciales eran una celebración.
-Florencia Vercellone: La virtualidad le aportó dos cosas interesantes. Por un lado esto de poder sumar a gente que no es de Córdoba capital (tenemos una tallerista de La Plata). Y por otro lado la facilidad que brinda la virtualidad con respecto a los traslados. Gente que por ahí no tiene tanto tiempo para esto, ahora puede hacerlo. De hecho este año les propuse si querían pasar a la presencialidad, y las alumnas eligieron seguir desde la virtualidad.
Próximos talleres
“El 23 de octubre vamos a tener otra temporada del ciclo ‘Lectores en busca de un autor’. Es un ciclo en el que durante un mes analizamos la obra de un autor o autora al que después invitamos para hacer un cierre por Zoom. El año pasado lo hicimos con Claudia Piñeiro, Mariana Enríquez y Gabriela Cabezón Cámara. Este año lo hicimos con Mónica Ojeda y ahora, en octubre, lo vamos a hacer con Martín Kohan. El año que viene queremos abrir un cupo más de lectura, tener tres talleres. Nos dimos cuenta que la lectura funciona mucho mejor por Zoom”, cuenta la escritora Agustina Bazterrica, autora de libros premiados como “Cadáver exquisito” y “Diecinueve garras y un pájaro oscuro”. Por su parte, el cordobés Javier Quintá (editor y autor de «Defensa pesonal»), nos adelanta: “Mi taller es anual, tanto el espacio de lecturas como el de escritura. Funcionan los días martes, miércoles y jueves por la tarde. Y las puertas siempre están abiertas. Este año, además, armamos con otros talleristas, Maricel Palomeque (Córdoba) y Rafael Bezerra (Curitiba, Brasil) un intercambio literario internacional, que va a concluir con selección de algunos textos y la publicación de un libro. El objetivo era que se conocieran los asistentes, que nos leyéramos entre nosotros, que compartiéramos lo que se lee en cada lugar y termináramos juntos en una lectura compartida”. Vale destacar que muchas de las propuestas que lleva adelante Javier pueden seguirse a través de la página www.somosbardos.com
Por último, Florencia Vercellone continúa con el Club de Lectura de Babilonia que actualmente está con la lectura de “La hija del caníbal” de Rosa Montero y que seguirá en los meses de octubre y noviembre con “Patria” de Fernando Aramburu y “Un amor” de Alejandro Palomas, respectivamente.
Más info en nuestra web www.babilonialiteraria.com.ar
Invitación especial
En este #MesLector estamos realizando distintas actividades con Babilonia y mañana viernes tendremos un nuevo encuentro del ciclo «Fisgonas. Una mirada por bibliotecas ajenas». La invitada de esta edición será justamente Agustina Bazterrica quien nos permitirá ingresar de manera virtual a su biblioteca para recorrer algunos de sus libros favoritos.
La cita es a las 19 a través de nuestra cuenta de IG @babiloniagl