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"Las aventuras de la China Iron", el lado B de la gauchesca

 

En “Aportes a la estética”, la filósofa húngara Marta Zatonyi plantea que el elogio del asombro proviene de la nueva mirada que podemos tener del universo que nos rodea. “El mundo dado”, dice, “su representación por las instituciones y el sistema de valores que le son propios, por su estructura cognitiva y universo simbólica, por su imaginario convenido e instalado, se nos presenta como el mundo ya legitimado, como la realidad. Motivado por las causas más diversas, el hombre, de repente, percibe algo que no cabe dentro de esta realidad o no coincide con su estructura, y se asombra”.

 

La narrativa planteada por Gabriela Cabezón Cámara, desde principio a fin, asombra.

 

Mostrando un lado B de la literatura gauchesca, esa que se valió de varias herramientas para retratar el país naciente en el siglo XIX y se convirtió en movimiento artístico describiendo el habitante de las pampas y los montes alejados de la institucionalidad creciente, la autora elige como protagonista de su novela a la mujer del gaucho Fierro. Por supuesto que en el relato desplegado por Cabezón Cámara no es “la mujer” de alguien sino una fémina con todo el poder que guarda ese concepto. La épica del género, claro está, es femenina. Ella es la China Iron, quien ante la huida de su esposo -ese que se la ganó por vencer una partida de naipes y luego la desposó sin otro propósito que poseerla- se aleja de su casa, abandona a sus hijos y se marcha por el camino en la búsqueda de algo o alguien que pueda salvarla.

 

Pero Cabezón Cámara no quiere tampoco contar la otra historia porque sí. No. Ella quiere demostrar párrafo tras párrafo que la literatura, como lenguaje, es capaz de devolvernos en historia lo que la historia nos quitó en prosa. La autora no sólo arremete eligiendo esa figura que pasó desapercibida durante décadas, sino que también se mete con el autor emblema del género gauchesco y sus prejuicios. En el camino, la China deja de serlo y se convierte en otro ser y de aliada encuentra a Liz, una inglesa que le propone morar en su carreta y desentrañar los enigmas de las pampas hasta encontrar a su husband. Con ella, la China aprenderá lo que es tener una voz y una boca para decir lo que quiere. Y la lengua le será propia, y entre castellano e inglés, defenderá la libertad que le queda. Y con ellas/os/es se suma Rosa, un gaucho desertor y Estreya, el perro fiel y compañero.

 

Al leer a Cabezón Cámara da la sensación de estar leyendo literatura viva, esa que nace en cada párrafo, en cada frase. La autora parece fundar en cada elección fonética y descriptiva una nueva forma de escribir y de pensar la literatura. La prosa de C. Cámara rinde homenaje a los des/clasados/esestimados/merecidos por el pueblo argentino, baraja y da de nuevo desde su propia perspectiva de los hechos y pone en el podio a quienes cree que merecen estarlo.

Renovada, la China Iron recorre mesetas, llega al fortín y finalmente a las tolderías, donde parece encontrar el sentido a todo. Mientras tanto, recordará de a poco su vida antigua como esposa de Fierro, relatando también sus amores pasados. Nuestro recorrido como lector será también su compañía, y mientras espiamos entre las letras que nos cuentan sus desdichas y placeres, el pasado aprendido será continuamente interpelado.

 

Sumamente poética, la narrativa propuesta por Cabezón Cámara parece quebrar con el binomio “civilización y barbarie” que le dio origen a la gauchesca, porque es tan salvaje como delicada y tan de la tierra como de las formas. Es un equilibrio de voces, palabras y ritmos, dentro de paisajes pocos explorados sin caer en las historias estereotipadas.

 

Reflexionando sobre la renovación del arte, el dramaturgo alemán Bertol Brecht decía allá por principios de 1920: “Sería un craso error tratar de determinar el grado de contacto que tiene una obra con el público basándose en su efecto actual”. Sin dudas la obra de Cabezón Cámara cruza temáticas actuales y las ubica en coordenadas históricas de un país en ciernes, por ende, es tan contemporánea como moderna y sin dudas seguirá en contacto con los lectores en perspectiva hacia el futuro, ya que sus obras abren un nuevo camino en las letras argentinas. 

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