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“La hija única”, una bella novela coral que indaga sobre las diferentes formas de maternar

La escritora mexicana Guadalupe Nettel, destacada en los últimos

años dentro del mapa de voces latinoamericanas, ofrece en este libro un relato con forma de camino en el cual convergen tres historias femeninas que parecen estar contrapuestas, pero comulgan en diferentes puntos de su trama para reflexionar sobre el profundo sentido de maternar.

Desde hace ya varios años, como reflejo, consecuencia o continuación del movimiento feminista que atraviesa el mundo, se comenzó a hacer foco en el real significado de la palabra maternidad.

Aquel sustantivo tan asociado a la mujer, y sobre todo al instinto mismo de las hembras, comenzó a ponerse en jaque cuando muchas señalaron (y señalamos) que esos mandatos que recibíamos desde el nacimiento y que nos imponían a ser (buenas/entregadas/abnegadas) madres podía ponerse en duda.

¿Todas las mujeres quien ser madres? ¿Es una bendición tener un cuerpo que permite engendrar una nueva vida y un pecado no aprovecharlo? Y por el contrario, ¿hay un castigo para aquellas que desentierran la simple idea de no tener hijos?

Algunas posturas, sabemos, vienen desde hace siglos, de la mano y el pensamiento de muchas mujeres que se atrevieron a desnaturalizar su destino en la tierra. Pero es cierto también que es en el siglo XXI cuando el colectivo feminista logró parir (como una respuesta refleja a tanto sufrimiento) un nuevo empoderamiento en forma de neologismo sobre la maternidad. Y el sustantivo se convirtió en verbo para dejar de hablar de maternidad y pasar a hablar del deseo de maternar.

Maternar, entonces no se refiere tanto aquello que se alcanza cuando uno es madre, sino que habla del vínculo central que establecerá una mujer con sus futuros hijos, incluso antes de tenerlos. Maternar es procrear, pero también cuidar y criar durante toda una vida.

Guadalupe Nettel (El cuerpo en que nací / Pétalos) se toma entonces de este verbo para construir una novela coral y profundamente femenina, donde diferentes mujeres se ven atravesadas por el deseo, la idea, la negación e incluso la obligación de tener hijos.

El primer relato tiene como protagonista a Laura, una mujer profesional e independiente, que se desenvuelve en el mundo sin ninguna atadura y que decide, luego de una crisis amorosa, no tener hijos. Su decisión es contundente e irreversible, tanto que provoca un distanciamiento con su propia madre. Laura cree que ha tomado la decisión correcta, y que todas

 las mujeres que comulgan -como ella- con la lucha de liberación feminista estarán de acuerdo, hasta que su mejor amiga, Alina, le cuenta, orgullosa, que espera una hija profundamente deseada.

La maternidad se presentará entonces para Laura como aquello que dividirá la compatibilidad y los universos entre las mujeres. Ella, piensa, seguirá desandando el camino de vivir sin descendencia, su amiga, la de dejar un legado. Sin embargo, a poco de acostumbrarse a esa idea, Alina descubre que su embarazo no llegará a buen puerto y que ese bebé no podrá vivir luego del parto. ¿Desde cuándo y hasta cuándo una mujer es madre? Se preguntarán ahora en conjunto Laura y Alina.

Y por último, Laura se topará “casualmente” por esos días con Doris, su vecina, una joven más o menos de su edad, viuda y con un hijo que asoma en la pubertad, que lidia no solo con una tremenda soledad y un trabajo que no le permite llegar a fin de mes, sino con un pasado de violencia doméstica que le arrebató, entre otras cosas, su deseo de maternar.

Laura, Alina y Doris (y otras mujeres secundarias también) irán trenzando sus historias página tras página de la mano de una prosa difícil pero narrada de manera gentil y amigable. Resultado que se logra particularmente porque Nettel tiene la capacidad de ir construyendo escenas que exponen emociones profundamente dolorosas, pero con palabras que parecen estar hechas de material volátil y que, por lo tanto, no lastiman. Sus oraciones son -a veces- agujas que no pinchan, cuchillos que no laceran, llamaradas que no queman. Un drama (actual) con todas las letras, pero sostenido con una voz narrativa tan serena que nos lleva de la mano para que no naufraguemos ante lo irremediable.

En “La hija única”, Nettel señala, escarba y se anima a contar el lado b de la maternidad, aquel que se emparenta con el dolor, la desesperación, el abismo e incluso –la locura-, de la mano de personajes sumamente humanos con los cuales uno siempre creerá conocer de toda la vida.

“La hija única” es una hermosa invitación a pensarnos como mujeres conscientes no sólo de nuestro momento para luchar, sino también de nuestros cuerpos y lo que decidimos sobre él. Sobre el mundo que queremos construir y la vida que queremos llegar. Y sobre todo, una invitación a soltar todas aquellas viejas ideas, conceptos y mandatos que arrastramos desde que nacemos.

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