El fin de semana pasado se realizó en el Centro Cultural Borges el Festival «Historias que enamoran» en el que participaron referentes del género como Florencia Bonelli, Gloria Casañas y Gabriela Margall, entre otras.
Organizado por Penguin Random House, unas 350 personas -entre lectoras y escritoras- fueron las encargadas de crear un encuentro que reflejó el mágico universo de las novelas románticas.
Llegaron entusiasmadas y muy temprano con la intención de acreditarse. Es que no fue sencillo conseguir el pase para asistir al Festival «Historias que enamoran». Aunque era con entrada gratuita, las inscripciones por internet agotaron la capacidad de la sala en pocas horas y fueron muchas las que, a lo largo y ancho del país, se quedaron con ganas de asistir. De todas maneras, las que fueron se encargaron de viralizar fotos y videos, dando cuenta de esa camaradería que caracteriza al género romántico. Una camaradería que no solo se construye entre las lectoras sino entre las autoras.
El punto de reunión fue el Centro Cultural Borges, muy bien ambientado para la ocasión. Flores, velas, libros y adornos decoraron el living que hizo las veces de escenario para las seis actividades que comenzaron a las 10 de la mañana y que se extendieron hasta pasada las 18. Allí, las editoras Julieta Obedman y Silvia Sitkin dieron la bienvenida al público para luego dar paso a la muy buena entrevista que el periodista Patricio Zunini compartió con Gloria Casañas. Hablaron de su nueva novela «La mirada del puma» pero también de sus otros libros, esos que la audiencia conocía en detalle.
La impronta cordobesa llegó de la mano de Graciela Ramos y Fernanda Pérez, encargadas de dar un workshop en el que hubo lugar para el humor, algunos tips de escritura y lecturas de ciertos párrafos que instalaron el componente erótico en la sala. «No podemos dar una fórmula para escribir una historia de amor, pero sí podemos decir porqué a veces una historia de amor no funciona… Debemos trabajar en las particularidades y no en las generalidades», afirmaron las autoras de «La boca roja del riachuelo» y «Los paraísos perdidos», respectivamente.
Tras el almuerzo, le tocó el turno a Gabriela Margall quien con su solidez habitual habló de esa fusión entre la literatura y la Historia. «Una vez le dije a un profesor: soy una escritoria. Fue un acto fallido porque en realidad es así como me siento», comentó la autora de títulos como «La princesa de las pampas», «La hija del tirano» y su reciente «Huellas en el desierto».
Posteriormente María Border, Anabella Franco, Camucha Escobar, Carolina Macedo, Mirta Pérez Rey, Andrea Milano y Mariana Guarinoni develaron sus «secretos» en una especie de juego literario con preguntas (algunas geniales y muy divertidas) a las que debían responder con «Yo nunca» o «Yo sí». Bajo esa consigna fueron contando anécdotas, experiencias e incluso primicias sobre sus próximas publicaciones.
Al cierre llegó Florencia Bonelli, la figura central del festival. Habló de toda su obra y dio algunos detalles sobre «Aquí hay dragones» su nueva novela que saldrá a la venta el 1 de septiembre y que tiene como protagonista a La Diana, un personaje que sus lectoras ya conocieron en «Caballo de fuego». En el espacio de preguntas abiertas, hubo emoción, agradecimiento, lágrimas, humor…. La complicidad y el cariño genuino se apoderaron de la sala.
Hasta aquí esto podría ser solo una crónica más. Pero lo que nadie sabe es lo que se vive y se siente fuera de esa grilla, detrás del escenario. En esos «otros escenarios» se genera el encuentro de lectoras con lectoras: las que se conocían solo por redes y que tienen la oportunidad de finalmente verse cara a cara; las que hace mucho que no se ven y se abrazan como si se tratara de una amistad indisoluble; las que se hicieron compinches gracias a los libros; las que se saben compañeras de esta loca aventura.
En esos otros escenarios también están las autoras compartiendo el camarín, hablando de cosas que van mucho más allá de la literatura, sonriendo por recuerdos y anécdotas vividas, buscando el momento de compartir al menos un café entre actividad y actividad.
Y en el medio de todo eso, un capítulo especial es aquel que marca el encuentro de lectoras y autoras. Las firmas de libros, las selfies y los regalos, dan muestra de ese mundo literario tan especial que se da casi exclusivamente en este género.
Es algo así como la «sororidad» de las letras, la «sororidad» de las románticas. Porque tal vez solo quienes están en esa sintonía saben lo que ha significado para casi todas ellas dar con el libro indicado. «A mí un libro me cambió la vida» afirma Florencia Bonelli cada vez que se refiere a «El árabe», un texto que despertó en ella el deseo de escribir.
Es que un libro modifica, impulsa, hace pensar, imprime coraje, pero sobre todo nos acerca unas a otras y eso nos hace más poderosas…. ¡Larga vida al festival «Historias que enamoran»!