Desde la ciudad de San Francisco, Córdoba, el joven escritor nos regala un fragmento de su novela «Un mundo fantástico bajo el agua», ganadora del certamen Latinoamericano infantil Edebé del 2018. La trama narra lo que le ocurre a Feco, un niño que experimenta durante el verano mudanzas y soledades, que de repente -junto a su nueva vecina Georgina-, descubre todo lo que puede regalarle la amistad.
«Hasta aquí todo puede parecer normal, con apenas una aparición misteriosa de peces en mi pileta, pero dentro de todo, creíble. Por ello, no estoy muy seguro de cómo debo contar lo siguiente, ya que al lector le parecerá cuanto menos sospechoso, si es que no empieza a dudar de mi cordura o aún peor, de mi honestidad. Sin embargo, me he propuesto ser fiel a todo lo que sucedió desde el día en que conocí a Georgina. Pues bien, lo de los juguetes pasó esa misma noche, y tuvo algo de pesadilla.
Estaba tan entusiasmado con todo lo ocurrido, que tardé mucho más que de costumbre en dormirme. Pero no pasó mucho tiempo hasta que sentí los primeros ruidos. Pensé que eran grillos o cigarras que cantaban, aunque al fin me convencí de que los sonidos surgían de mi habitación, como si algo se moviera lentamente, a pequeños pasos sobre el suelo de madera:
—Pack, pack, pack.
Entornando los ojos y ayudado por la claridad de la luna que se filtraba por la persiana, comprobé que unas figuras salían de mi habitación. En principio me tranquilicé con la certeza de que esas siluetas tan diminutas no eran ladrones. No obstante, cuando se me ocurrió que podían ser ratas, pegué un salto en la cama y me fui contra la ventana, lo más lejos posible de la puerta. Entonces… entonces… (¡vaya, esto es lo más difícil de contar!), la vi: la luz que entraba por la persiana dibujó la forma de una sombra sobre la pared, junto a la puerta.
—¿Sos vos, Mananoto? —se me ocurrió preguntar con un hilo de voz.
No sé por qué temí que se tratara de Mananoto, un monstruo que según mis papás raptaba a los chicos que no se portaban bien. Hacía tiempo que no me asustaban los fantasmas infantiles, sino que me ponían los pelos de punta las mucho más creíbles historias de aparecidos o, aún peor, de asesinos. Así y todo, por un instante pensé en Mananoto, en esa especie de cuco que inventaron mis papás. Luego descubrí que se trataba de mi propia sombra, sólo que ella no estaba hecha una estatua por el miedo como yo, ¡sino que se movía! Apurada al darse cuenta de que me había despertado, la sombra hacía gestos frenéticos y empujaba a las pequeñas figuras para que terminaran de salir de la habitación.
No pude soportarlo más y me arrojé de un salto sobre la lámpara que tenía en la cabecera de la cama. Cuando la prendí, la luz evaporó la sombra rebelde, pero me permitió observar la última de las siluetas que salían de mi habitación, lo cual no me sirvió para tranquilizarme, ya que fue tan increíble como lo de una sombra moviéndose independientemente de su dueño: el que se marchaba, asustado como yo, era el último de mis juguetes».
Manuel Montali nació en Córdoba, Argentina, en 1985. Es licenciado en Comunicación Social, periodista y escritor. En 2015 publicó “Crónicas de la ciudad que nació en los barcos” (Editorial Recovecos), su primera selección de cuentos, la cual fue elegida por el gobierno de la provincia de Córdoba en su programa de Estímulo a las Ediciones Literarias Cordobesas 2016, para ser distribuida en bibliotecas escolares y públicas de todo el territorio provincial. En 2018 se publicó su segundo libro, “Un mundo fantástico bajo el agua”, ganador del certamen Latinoamericano Infantil de Editorial Edebé.