La autora – referente de la literatura romántica contemporánea- acaba de publicar “Temporada de romances”, un texto con el que regresa a la época de la regencia. La Inglaterra del siglo XIX es el escenario para esta historia en la que tres jóvenes romperán con ciertos mandatos culturales impulsadas por el amor.
María Border es una autora audaz. De esas que transitan con sutileza el erotismo, de las que se permiten jugar con el humor y de las que siempre construyen personajes que tienen el poder de conquistar a las lectoras (y por qué no lectores).
En los últimos años, títulos como “Siete motivos para no quererte”, “Aunque me resista” o “”Amar se conjuga de a dos”, le instalaron como uno de los nombres fuertes de la literatura contemporánea romántica. Sin embargo ahora asume un nuevo desafío: regresa a la época de la regencia (lo que fue tal vez su origen a nivel literario) para desplegar una trama atravesada por la siempre avasallante fuerza del amor.
En diálogo con Babilonia, Border cuenta cómo surgió “Temporada de romances” que ya está disponible en todas las librerías del país.
-En los últimos años tus obras se enmarcaron en la narrativa contemporánea, ¿qué te motivó a regresar a la época de la regencia?
-Las dos primeras novelas que publiqué, en 2012, estaban ambientadas en la época de la regencia. Se cumplen diez años y quise agradecer a aquellos primeros lectores regresando al origen. No es que dejé de lado la novela romántica contemporánea, Temporada de romances es una excepción, una celebración de aniversario; y agradezco mucho que Penguin Random House me haya permitido este recreo.
Desde el punto de vista literario, ¿qué atractivos ofrece esa Inglaterra aristocrática del siglo XIX?
-Es una época sumamente interesante, tanto dentro como fuera del círculo aristocrático; y nos ha regalado maravillas como las de Jane Austen, Mary Shelley, Lord Byron.
-Como es de esperar el tema del matrimonio (o más bien el de alcanzar un “buen matrimonio”) está muy presente en la historia, pero tus protagonistas rompen el molde. ¿Qué podrías contarnos sobre Melody Hardy, Louise Richardson y Victoria Howard?
-En la aristocracia, así como en la burguesía, la mujer era considerada un bien que servía para tejer alianzas. En general, las solteras eran una carga para sus parientes ya que no podían ganarse el sustento por sí mismas; luego, de casadas, dependían del marido y debían procrear para continuar el linaje del varón. Había un elevado interés y apremio, tanto para las damas como para los caballeros, por acordar matrimonios convenientes.
Estas tres debutantes descubren que su futuro matrimonial ya está decidido mucho antes de que comience la temporada, eso se convierte en un desagradable inconveniente ya que Melody ha hecho denodados esfuerzos por convertirse en la mejor debutante y con eso ganar el favor de cierto caballero del que está secretamente enamorada. Por su parte Louise desea elegir por sí misma a su esposo y Victoria no tiene ningún interés en casarse porque no soporta estar bajo las órdenes de nadie. De manera que todas ellas recurrirán a la astucia y al coraje para defenderse de tal imposición.
Como es una novela escrita por mí, el diablito del amor mete la cola y deberán leerla si quieren saber si lo consigue.
-¿Qué desafíos implica escribir sobre “los mandatos” de siglos pasados desde los tiempos actuales (donde las mujeres buscan romper e incluso han roto ya muchos de esos mandatos)?
-Fue todo un desafío intentar introducirme en los pensamientos de aquellas mujeres que vivían sometidas a esos mandatos que mencionás, mientras se sucedían grandes escándalos amorosos, muchos de los cuales ocurrían dentro de la misma realeza.
Pero no olvidemos que la prédica de la Revolución francesa sobre libertad e igualdad dejó su huella; e incluso Mary Wollstonecraft ya había publicado Vindicación de los derechos de la mujer poniendo en marcha el movimiento feminista. En Orgullo y prejuicio la propia Elizabeth Bennet se niega a contraer matrimonio con el señor Collins, lo que desata la desesperación en su madre que teme que sus hijas queden en la calle.
Como escritora me resulta una etapa muy rica para recrear, tratando de sentir sus furias, miedos, frustraciones y anhelos.
-¿Qué podrías contarnos sobre las historias de amor que se tejen en esta trama?
-Temporada de romances describe los distintos caminos que, aunque inesperados, pueden llevar al amor. Estas tres debutantes saben lo que quieren y pondrán en juego cada herramienta que esté a su alcance para conseguir sus objetivos. Los caballeros que realizaron los pactos matrimoniales que las involucran pretendían asegurar el bienestar de ellas y el propio, sin reparar en que los sentimientos son un factor fundamental. Y es allí donde radica la trama, en lo que los varones consideraban suficiente y las mujeres imprescindible. Como suele ocurrir en mis novelas, hay amor, sensualidad, amistad, picardía y también un recorrido por algunos de los conflictos sociales como el trabajo infantil, la precariedad económica del sector de los artesanos en pleno auge de la Revolución industrial, la prostitución y el constante estado de alerta militar porque Napoleón no dejaba de ser un problema aunque estuviera en Elba. De manera que no solo bailaremos en suntuosos salones, sino que también echaremos una mirada a los suburbios y seremos cómplices de un espía que atraviesa un gran dilema.
-Una novela siempre es un desafío… ¿Qué expectativas tenés con “Temporada de romances”?
-Espero que el público reciba con agrado Temporada de romances, y se entretenga leyéndola. Confío en que es una historia amena y, aunque afortunadamente hemos superado muchos de aquellos mandatos, notaremos que siguen existiendo diferencias por las que debemos continuar luchando.