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Escribir en tiempos de pandemia

Cuatro autores argentinxs fueron consultadxs por Babilonia por sus rutinas en tiempos de cuarentena. ¿Qué están escribiendo por estos días? ¿Se puede crear, leer, construir ficción mientras se atraviesa una realidad cruzada por la incertidumbre? Perla Suez, Mayra Sánchez, Sergio Olguín y Mercedes Giuffré nos cuentan sobre sus días en tiempos de coronavirus.

En estas últimas dos semanas he escuchado y leído muchas cosas
por allí: 

Que plumas de la literatura universal escribieron obras inolvidables estando en cuarentena. Que la mejor forma de abstraernos de la incertidumbre del afuera es viendo series, películas o leyendo libros. Que lo mejor es dormir, o comer, o descansar por todo lo que no pudimos cuando andábamos viviendo apurados.

Solo basta abrir Instagram, Facebook, Twitter, WP o cualquier medio de difusión para toparse con recomendaciones de todos los colores, porque pareciera perseguirnos una imperiosa necesidad de encontrarle sentido productivo a todo esto.

Sin embargo, ¿somos capaces de hacer todo aquello que hacíamos antes si no somos los mismos? En “Inundación”, Eugenia Almeida dice “cada vez que hay escritura, es un cuerpo el que escribe”. Y desde hace días, gira en mi cabeza cuál será la realidad de tantos cuerpos que andan con su oficio de escribir a cuestas cuando el mundo se ha puesto patas para arriba.  Sobre cómo estarán transitando este tiempo poblado de inquietudes, y, por consiguiente, cuáles serán aquellas narrativas que surgirán a partir de todo esto.  

Llena de interrogantes, decidí abrir el juego y convocar a quienes trabajan con, por y desde la palabra y golpeé la puerta virtual de cuatro escritores argentinxs, consultándoles sobre su producción artística y su capacidad para conectarse con la lectura por estos días. Ellxs son: las cordobesas Perla Suez y Mayra Sánchez más los bonaerenses Sergio Olguín y Mercedes Giuffré y esto contestaron.

Perla Suez

Perla Suez, escritora cordobesa Perla Suez /caption]

         –Los escritores suelen ser personas acostumbradas a trabajar puertas adentro, sin embargo, ¿cómo transitas la creatividad en tiempos de cuarentena?  

         – Tu pregunta es para mí rara y al mismo tiempo muy explícita porque contradictoriamente tengo todo el tiempo del mundo para escribir y, la verdad, no me sale una palabra. No se me ocurre sentarme en la computadora más que para ver correos, para googlear o ver una película. Me parece que me voy directamente al silencio total que es bueno.

Es bueno en cuanto a que la escritura no se puede forzar. A mí no me interesa ese tipo de escritura que tengo o debo escribir. Se ve que es tan fuerte lo que estamos viviendo que no tengo esa necesidad.

Sí matizo con otras cosas. Estoy empezando a borronear con tinta china. Soy muy mala para el dibujo, sin embargo empecé a trabajar con puntillismo con tinta china y casi que lo hago como un camino de expresión que necesito para mí, para -tal vez-, enfrentar esta dura realidad que nos toca a todos.

         – Hoy parece haber más tiempo para leer, y en este sentido abundan las recomendaciones. En tu caso, ¿pudiste leer más en este tiempo? ¿se vio modificada esa costumbre?  

– Estoy releyendo, por momentos, sin mucha atención, una o dos páginas. Tuve una necesidad de volver a los clásicos. Volví a Dostoievksy, un libro viejito de cuando yo tenía 16 años que es “Humillados y ofendidos”, y de verdad que me conmueve. Pero muy lentamente las lecturas, como si realmente el tiempo se hubiera detenido.

          ¿Cómo crees que recordarás este momento/paréntesis que parece detenido en el tiempo? Si tuvieras que escribirle un título a esta realidad, ¿cuál sería?

          Me parece que un título a esta realidad, es tan difícil encontrar una palabra, tal vez la única que se me aparece sea “Peste negra”, “Punto cero”, “Empezar de nuevo”.

Perla Suez es cordobesa y cuenta con una extensa y premiada trayectoria tanto en literatura de adultos como infantil y juvenil. Sus libros se editan en diferentes sellos y fueron traducidos en distintos idiomas. Algunos de sus relatos inolvidables son “Humor rojo”, “Trilogía  de Entre Ríos», «Memorias de Vladiir» y su última obra  “Furia de invierno». 

Mayra Sánchez

Mayra Sánchez«El trabajo de la puesta en papel puede ser una labor solitaria y casera pero las musas que inspiran el proceso creativo, para mí, andan en la calle, en las cosas que veo, caminando con la gente con quien me encuentro, en las charlas que tengo. En cuarentena la actividad social se limita al teléfono y la virtualidad. Son actividades sin olores y con menos sabor que la “vida real”. 

Son momentos en que las musas también están sufriendo la reclusión forzosa y se esconden tras las letras de las pantallas.

Me gusta escribir en tintes de humor y los tiempos en que estamos dolidos, tiempos de crisis, siempre son una excelente oportunidad. No recuerdo otra situación en que se hayan opinado al mismo instante tantas idioteces juntas de un mismo tema. Detrás de cada una de esas estupideces yo encuentro una musa.

– ¿Hubo una mayor conexión con la posibilidad de escribir? ¿Por qué?

– Estoy escribiendo mucho más de lo que me gustaría pero no necesariamente de los temas que anhelo escribir. De todos modos son tiempos en los que voy punteando ideas que podré desarrollar cuando termine el encierro. Donde sí escribo cosas que adoro escribir es en redes sociales. Ahí tengo habilitado un espacio que no me dan los libros (ni académicos ni literarios) y que resulta vital para mí: el de una escritura con funciones catárticas y con posibilidades de interactuar con los lectores del texto.

         –  ¿Podés leer más en este tiempo? ¿se vio modificada esa costumbre? ¿Qué leíste, estás leyendo?

          – La pandemia genera emergencias de lecturas también. Estuve leyendo mucho texto académico porque necesito soporte de la docencia “virtual”. También porque estamos trabajando en el lanzamiento de un nuevo seminario para la Facultad de Psicología sobre Maltrato animal e indicadores de psicopatías y sociopatías. Cuando no estoy trabajando en esta emergencia docente y psicológica lo que leo son novelas y algunos ensayos. Ahora estoy leyendo “Biografía del hambre”, que es la tercera novela de Amelie Nothomb que leo desde que empezó la cuarentena. Es una autora que me divierte mucho, sus novelas son cortas y así las prefiero en estos días: breves y que me hagan reír.

 ¿Cómo crees que recordarás este momento/paréntesis que parece detenido en el tiempo? Si tuvieras que escribirle un título a esta realidad, ¿cuál sería?

– Ay, esta sí que es una pregunta difícil. Primero porque no veo paréntesis ni detención. Al contrario, veo una vertiginosidad inusual y hasta siniestra en lo que nos pasa. Es tanto lo que podemos sentir en estos tiempos reclusiones sobre nosotros mismos, sobre los lazos sociales, sobre las necesidades reales y las ficticias (propias y ajenas), sobre el valor del amor, el odio, la solidaridad y el egoísmo.

La pandemia nos está obligando a desnudarnos y a pararnos frente al espejo, no solo como personas, también como comunidad. De a ratos, en los que me enojo con nosotros como especie, pienso que si no aprendemos de oportunidades como esta quizás el desarrollo de este planeta solo sea posible prescindiendo de la humanidad.

En los momentos en los que estoy esperanzada y optimista, siento que todavía podemos hacer grandes cosas para revertir el daño que hemos  hecho y nos hemos hecho. En ambos, si esto fuera un libro,  pensaría en titularlo igual que la novela escrita para lectores adolescentes hace pocos años por Andrew Butcher.  Por un lado porque parece que estamos plagiando el argumento y, por otro, porque estoy convencida de que nuestra siega (sea paz o tragedia) será gracias a nuestra siembra. Lo llamaría “Tiempos de cosecha”.

Mayra Sánchez, docente, psicóloga y escritora cordobesa publicó su primer libro en 2013, abriendo un género híbrido entre la narrativa autobiográfica y el ensayo psicológico con “Puto cáncer” a partir de una experiencia personal. Desde entonces, sus producciones siempre plantean problemáticas contemporáneas cruzadas por el humor. Otros de sus títulos son “Doña Gómez» y “Lenguas filosas”. 

Sergio Olguín

Sergio Olguín

         «La cuarentena no cambió mucho mis hábitos, porque trabajo en casa y huyo de las reuniones sociales. Evidentemente, extraño la posibilidad de salir o de juntarme con gente que quiero, pero en cuanto a lo profesional es casi lo mismo. A fines de enero tenía armado un plan de trabajo  de escritura para febrero y marzo, y lo sostengo todavía.

          ¿Hubo una mayor conexión con la posibilidad de escribir? ¿Por qué?

          – El mayor problema es el de la concentración. Al menos yo estoy gran parte del tiempo (ahora no tanto, pero los primeros días sí) viendo canales de noticias, o leyendo sobre el Coronavirus, acá o en cualquier parte del mundo. Eso hace que uno pierda posibilidad de concentrarse en el trabajo cotidiano. Pero, sin embargo, pude escribir ficción.

Cuando veo que mis personajes salen, se juntan con amigos, van a lugares multitudinarios, pienso que por primera vez estoy escribiendo ciencia ficción.

         Hoy parece haber más tiempo para leer, y en este sentido abundan las recomendaciones. En tu caso, ¿pudiste leer más en este tiempo? ¿Qué leíste, estás leyendo?

– Enero y febrero leí muchísimo. Marzo bajé bastante, pero igualmente leo todo el tiempo. Me di cuenta de que me quedan, en el mejor de los casos, unos treinta años de lectura y no voy a llegar a leer todo lo que quiero, así que desde hace tiempo descarto los libros que no me interesan y me pongo a leer (o releer) lo que tengo ganas. Por ejemplo, leí hace poco «Ruido de fondo», una novela de Don DeLillo, una maravillosa reflexión sobre la muerte, las conspiraciones, el control mediático, la posibilidad de enfermarse por contaminación que hace huir a poblaciones enteras, la fidelidad, los estudios culturales, etc. Es una novela de mediados de los 80 y parece escrita este año.

¿Cómo crees que recordarás este momento/paréntesis que parece detenido en el tiempo? Si tuvieras que escribirle un título a esta realidad, ¿cuál sería?

– Si tenemos la suerte de zafar del coronavirus, lo vamos a recordar con nostalgia y espíritu épico. Por supuesto que todo depende de cómo lo estés viviendo. El encierro no me parece grave, al menos para mí no lo es. Escribo, cocino, leo, veo series, contesto algunos cuestionarios. Yo que soy fóbico a las reuniones sociales, esto me da la excusa perfecta para no salir. El título te lo debo. O me lo guardo para un texto futuro.   

    Escritor, periodista, editor, narrador. Sergio Olguín (Buenos Aires) es uno de los nombres fuertes de literatura argentina. Trabajó en medio como Página 12, La Nación, Diario Crítica y El País (Montevideo) y fundó  la revista V de Vian. Publica desde los `90 y entre sus libros imprescindibles se encuentran: “Lanús”, “Filo”, “Oscura monótona sangre”, “La fragilidad de los cuerpos” y  su reciente “Los hombres son todos iguales”. 

Mercedes Giuffré 

Mercedes Giuffré

         «La cuarentena se decretó tres días antes de que empezaran las clases en la universidad donde trabajo, por lo que los primeros días fueron una vorágine de actividad en casa. Así que recién a fines de esta primera semana de cuarentena logré vivir algo similar a la tranquilidad para crear. Fue un shock inicial para el que me venía preparando. Sabía que iba a llegar y temiendo la inevitable cuarentena, me dediqué a abastecerme de medicamentos y comida para no tener que salir. Ahora que ya no tengo que salir y que las cosas se ordenaron y organicé las rutinas de trabajo.

  ¿Pudiste leer más en este tiempo? ¿se vio modificada esa costumbre? En caso de que hayas leído, ¿qué leíste, estás leyendo?

        Lo que me pasó fue que necesité volver a otro tipo de lecturas que me conectaran con la adolescencia y con la sensación de seguridad que me brindaba la lectura entonces, cuando era mi refugio contra todo. Así que me puse a revolver en el desván los libros de esa época y encontré algunas novelas que fui comprando por décadas en ferias y kermesses, y que nunca leí. Muchas sobre la Segunda Guerra Mundial, que salvando las distancias de la violencia me parecen un espejo, en cierto punto, de lo que vivimos, con el sacrificio de muchos, el confinamiento de otros, la ruina económica y la necesidad de levantarse y reconstruir. Estoy aprendiendo mucho de la gente que vivió y escribió sobre eso. Agradecida por sus testimonios.

En cuanto esto, estoy leyendo, por ejemplo, un libro sobre la compañía Easy de paracaidistas estadounidenses que participó del día D y llegó hasta el Nido del Águila de Hitler. También estoy leyendo la novela Love and War, de la escritora Dee Williams, que transcurre en la Londres cotidiana de los bombardeos y el racionamiento.   

– ¿Cómo crees que recordarás este momento? Si tuvieras que escribirle un título a esta realidad, ¿cuál sería?

– Espero sobrevivir a la pandemia y recordar este tiempo como un momento de prueba, como el que les tocó a muchos de nuestros abuelos europeos y los impulsó a venir a la Argentina. Un momento de replantearnos qué es lo importante y qué no. Y en particular, creo que debería servirnos a todos para repensar el mundo que queremos para nosotros y para las próximas generaciones. Puede que sea nuestra última oportunidad. Deberíamos aprovecharla.

En la literatura, desde los griegos hasta el siglo XX, la peste física ha sido siempre la manifestación o metáfora de la peste moral, del desequilibrio. Quizá la realidad y la ficción no están tan desconectadas.

Por lo que un buen título para lo que vivimos tendría que ver con ese paralelo: Nuestra última chance.

    Mercedes Giuffré vive en Capital Federal y además de escritora es docente de letras universitaria. Su primera publicación fue el libro de cuentos  “Lo único irremediable”, pero la popularidad a nivel nacional llegó con la saga que inició la novela “Deuda de sangre”, serie detectivesca ambientada en la Buenos Aires colonial, con el protagónico del investigador Samuel Redhead, de origen español y británico, que llegó a nuestro país en las primeras invasiones inglesas. 

 

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