
Hace casi dos años, emergía de los sellos locales un libro con nombre fuerte y contundente: “Puto cáncer”. Su contratapa, invitaba a los lectores a ingresar a un relato que se mostraba crudo y doloroso, pero que prometía humor y realismo en dosis equilibradas. Admito que sentí una gran curiosidad cuando lo tuve en mis manos, y con ese mismo ímpetu comencé a leerlo. Grande fue mi sorpresa. Su autora, Mayra Sánchez, se abría como un abanico mostrando su pasado reciente repleto de malos diagnósticos médicos, contando cómo fue que había muerto y renacido en el intento, después de pasar por esa “penosa enfermedad” que muchos hasta quieren silenciar. Todos menos ella. Porque ella no sólo la repetía hasta el cansancio, sino que hasta quiso convertirse en escritora, para que la palabra se convierta en una especie de catarsis.
En ese momento, me pregunté cómo continuaría la carrera de Mayra en las letras, y si la temática “cáncer”, seguiría acompañándola en su segundo material.
Dos años después, otra vez grata fue la sorpresa, al descubrir que Sánchez parece tener siempre un az bajo la manga.
Con su nombre nuevamente en las vidrieras de las librerías, la escritora cordobesa nos presenta a “Doña Gómez”, un relato original, donde piensa como humana y escribe como su entrañable gata, o justamente al revés.
Mezclando ficción, realidad, literatura y ecología, Mayra Sánchez se atreve con este libro a romper los esquemas, y llevarnos al mundo animal, del que dice, deberíamos entender mucho más.
– Tu primer libro «Puto Cáncer», se leyó como una experiencia sumamente personal, aquí en cambio, nos invitas a ver desde tus propios ojos, pero hacia afuera, a tu entorno cotidiano, ¿cómo fue trasladar como escritora ese registro?
– Fue muy divertido. Escribir lo que Doña Gómez, que es una gata, piensa o dice, o intentar explicar el por qué hace lo que hace me obligó a tener que subir a techos y escaleras para mirar. Quizás fue así porque mi fuerte es narrar y reflexionar sobre lo que observo, pero no soy buena creando mundos imaginarios. Me encantó jugar a que era Doña Gómez mirando las conductas de los humanos y de otros animales.
En Puto Cáncer el desafío fue el de recrear una experiencia dolorosa y convertirla en un libro que me permitiera el uso del humor, que evitara acercarse a la autoayuda y que no se convirtiera en un golpe bajo para el lector. Tuve que usar un lenguaje lo más coloquial posible, un formato de diario íntimo, muchas vulgaridades que relajen frente al dolor. En Doña Gómez el desafío está en hacer creíble que un gato pueda llegar a pensar lo que el personaje dice.
– ¿Qué te motivó a escribir “Doña Gómez”?
– Doña Gómez fue proyecto antes que Puto Cáncer y en un trabajo conjunto con el editor decidimos postergarlo. De cualquier manera siempre escribo cosas sobre animales y sobre familias, sobre solidaridad y sobre concepciones del poder. Siempre lo pienso desde los espacios “serios” en los que trabajo. Doña Gómez me permitió decir algunas cosas que quiero decir sobre la convivencia con animales y sobre las nuevas conformaciones de las familias en este mundo globalizado y consumista, pero de una manera relajada, sin solemnidades.
– Puede que muchos se sorprendan ante un relato que no tiene que ver en cuanto a lo temático con tu primer libro, ¿lo pensaste para un público específico amante de los animales?
– No, no lo pensé para nadie. Escribí lo que tenía ganas de contar. Algunos fragmentos de Doña Gómez son sobre las relaciones humanas, otros son relatos sobre particularidades de algún perro o algún gato, otros son reflexiones sobre la convivencia entre animales humanos y no humanos. Todos están tejidos por la vida de la gata desquiciada.
Las personas que elegí para prologar y escribir a contratapa del libro son, a mi criterio, talentosos escritores. Ambos viven en casas sin patio y sin bichos . Más allá de mi admiración por ellos, lo elegí por eso. Me interesaba la mirada de personas que no son mascoteros o amantes de los animales. Creo que fue una buena idea. Ambos hablan del libro y de sus personajes sin destacar que son animales o personas. Hablan del amor, del humor, de la ironía, de la vida y la muerte sin importar quién la sufre.
– Después de tu desembarco en la literatura, ¿Cómo fue el proceso de escritura de este segundo libro? ¿Qué aprendiste del proceso anterior?
– Es difícil ser sintética es ente punto. Aprendí desde cómo funciona el negocio editorial o los concursos, hasta de literatura y gramática. También aprendí que los lectores son generosos y que uno puede aprender de sus devoluciones. Avancé sobre mi estilo, confirmé cuánto quiero ser escritora. Legitimé internamente que escribo sin intenciones de escribir bonito. Quiero que las personas se conmuevan, se diviertan y puedan ver al menos en un rengloncito algo nuevo, no importa si es una pavada o es un debate trascendente.
Doña Gómez decidió ella cuando escribirse. Salió sola y yo adoro este libro.
– ¿Qué es lo que más te gusta de este personaje Doña Gómez?
– Lo mejor de esta gata desquiciada es que bien podría ser mi alter ego. Dice muchas cosas que a mí me gustaría decir pero no me atrevo. Es mala sin culpa, es engreída, es narcisista y lo grita a los cuatro vientos. También es irónica y divertida con sus patoteadas.
– ¿Qué deberíamos aprender de ella?
– Que no somos perfectos, que los humanos no somos hechos a la semejanza de los dioses y que no somos dueños del universo ni de los seres que lo habitan sino simplemente compañeros de ruta. También que tenemos deudas pendientes con los seres a los que históricamente hemos maltratado y que debemos saldar esas deudas y dejar de mirar a los árboles o a otros animales como nuestros esclavos. Si me pongo “doñagomeceana” te diría que es una novela con afanes ecologistas más que literarios y que el megáfono de la gata es la que más lo grita.
– Quedó demostrado que tu camino en las letras recién empieza, ¿cómo te proyectás en este oficio?
– Otra pregunta difícil. Por ahora voy a marchas y contamarchas, pongo primera, paso a quinta y de pronto planto freno de manos. Ando como un niño que intenta aprender a caminar. Vomito letras en Facebook, edito lo que puedo en revistas, no escribo más textos académicos y procuraré sacar un libro de literatura cada año y medio como meta. De todo eso, veremos que sale.