Nuevamente esta columna me lleva a Europa, para descubrir a uno de los grandes escritores del género del terror y la fantasía. Estoy hablando del escritor escocés Robert Stevenson, y en particular del cuento “El sótano de la peste”, incluido en una edición de bolsillo de un diario nacional, que contaba además “La isla de las voces”, del mismo autor.
Si bien otros títulos fueron los más destacados de este notable escritor del siglo XX, como son “La isla del tesoro” o “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, es interesante entrar quizás por esta puerta chica, entendiendo cómo funcionaba la mente y la creación de Stevenson.
De niño, Stevenson sufrió de tuberculosis, y debido a esta complicada enfermedad, debió viajar durante muchos años, buscando un ambiente que le permita una mejor vida. Por eso, su literatura está plagada de lugares exóticos, algunos reales, otros imaginados, donde él ubicaba a sus personajes e historias.
Sin embargo, en “El sótano de la peste”, todo ocurre en un solo lugar. Quizás por eso también sea interesante realizar la lectura de este cuento, que fue escrito por Stevenson cuando tenía apenas 15 años.
Durante una fría noche, en un pueblo lejano oculto del paisaje europeo, un personaje deambula entre las sombras buscando la verdad. Es un ministro protestante que acudirá en la ayuda de un hombre al borde de la locura, que jura haber visto a un fantasma que lo prevenía de la muerte.
En un relato urgente y efímero, estas dos almas hablarán sin ponerse de acuerdo entre dioses, designios y secretos. Sin embargo, una visión futura aparecerá en el relato, ya que quien clama por su salvación, Ravenswood, le asegura al ministro –quien además es su tío-, que la salvación de la iglesia aparecerá del sótano mismo de su casa, lugar que desde hace años no se abre, por temor a la peste que alguna vez salió de allí y mató a su hermana y padre.
El bien y el mal serán entonces quienes protagonicen este relato de horror. Pero ¿quién es quién allí? ¿El loco y su discurso apocalíptico, o el ministro protestante con su egoísmo a cuestas? De todas maneras, poco sentido tendrá establecerlos, porque la trama planteada de Stevenson va más allá del propio relato, ya que siempre buscó el autor darnos finales inesperados y abiertos, que continuarán girando en nuestra mente.
Dotado de una gran capacidad para describir espacios, momentos y situaciones, Stevenson nos atrapa con su relato desde el exterior hacia el interior, y es capaz de hacernos entender lo que pasa por la cabeza de los personajes, sin utilizar el recurso de narrar en primera persona.
Cruzado por los misterios y leyendas que eran propias de su Edimburgo natal, el autor nos regaló un relato preliminar, de los comienzos de su carrera, que será fundamental para continuar con su trayectoria literaria.