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Entrevista a Horacio López das Eiras

 

El autor y periodista acaba de reeditar con La Central “Rey de los caminos. Ernesto Guevara antes de ser el Che”, un texto que recrea la figura del líder revolucionario durante aquellos años de la infancia y juventud, mucho antes de que se transformara en el mito.

 

 

 

Reeditado recientemente por La Central, Horacio López das Eiras publicó “Rey de los caminos. Ernesto Guevara antes de ser el Che”, un material biográfico que retrata a este personaje durante los años de su infancia y e inicios de su juventud.

Lejos del mito, y previo a esa etapa tan conocida de su vida pública durante la revolución cubana, el autor nos muestra a un Ernesto en el que ya se vislumbraba el hombre idealista y guerrero que sería después.

En diálogo con Babilonia Literaria, Horacio López das Eiras habla de este libro que cuenta además con una edición impecable y un diseño ágil y atractivo para el lector.

 

-¿Cuál fue el mayor desafío de retratar la figura de Ernesto Guevara, previo a que se transformara en el Che? 

-Te voy a hacer una especie de recorrido “prehistórico” de este proyecto. Yo viví al lado de la casa donde hoy es el museo. Vivimos con mi familia, en la calle Avellaneda que está en la zona del alto de Alta Gracia. Ahí jugaba con algunos chicos y en ese tiempo siempre surgía el comentario de que en ese mismo lugar había vivido el Che. Yo era un niño así que no tenía mucha idea del tema. Después pasaron los años, nos vinimos a Córdoba, pero siempre me gustaba recordar la infancia en Alta Gracia, un lugar del que tenía lindos recuerdos, entre ellos el de haber ido una especie de vecino tardío de los Guevara. Por ese tiempo, y ya rabajando en La Voz, propongo justamente hacer un informe sobre los años en los que Ernesto vivió en Alta Gracia. Finalmente publiqué una nota titulada “El Che cordobés”. Para eso había hecho una investigación importante: hablé con vecinos, amigos, su compañera de banco, la cocinera de la casa…. La intención era reconstruir la vida e historia de ese personaje en aquella época…

 

– Es decir el “Che” sin todo ese mito que lo rodeó después…

– Claro, pero de todas maneras yo nunca me abstraje de lo que él luego fue y significó en la Historia. De hecho, la idea era buscar a ese Che Guevara en este Ernesto que estaba reconstruyendo. Era como un juego de ida y vuelta en el tiempo, y la verdad es que me encontré con testimonios que fueron verdaderos tesoros.

 

-¿Qué encontraste en ese retrato de la infancia de Ernesto que te llevó a reafirmar «aquí se empezó a gestar el Che»?

– Cuando me contaban que quería subir a un caballo e imitar a Tom Mix (un cowboy de la época), yo veía allí a una persona que buscaba el desafío. O cuando construía un barrilete para que volara de noche con unas velitas de cumpleaños aparecía ese ser creativo que era. Cada anécdota mostraba a ese hombre que se animaba a los peligros, a encarar cosas diferentes…. Contaban que cuando jugaban a la pelota él siempre iba al arco, por el asma. Sin embargo, cuando le hacían un gol, pedía ir adelante para tratar de ganar el partido… Igualmente, Ernesto no era el caudillo absoluto del grupo aunque siempre estaba dispuesto a tomar riesgos. En eso ya se veía algo del Che.

 

– ¿Cómo fue el proceso de investigación?

– Fue una investigación larga, estuve más de 10 años con esto. Empecé en 1996 y a la primera edición del libro la saqué en el 2011. Hice muchísimas entrevistas, unas 50 de manera personal y después muchas otras por mail, por carta…

 

-¿Por qué decidiste reeditar el libro ahora?

– No me había dejado muy a gusto la antigua edición. Reconozco los méritos de lo que significó sacarlo en ese momento, pero surgió la posibilidad de reeditarlo con La Central y entonces pensamos en un diseño más actual. Ellos lograron una presentación más ágil, atractiva, pensando también en la llegada a un público joven.

Después surgió la posibilidad de que Pacho O’Donnell lo prologara, eso también estuvo muy bueno.

 

 

-¿Y el título? Porque es distinto al de la primera edición.

– “Rey de los caminos” es una especie de título que el propio Che se puso a sí mismo. En la contratapa del libro hay una foto en al que se lo ve en bicicleta. Retrata un viaje que él hizo por doce provincias de nuestro país, fue su recorrido por la Argentina profunda. Y -ya en una opinión personal- considero que ese viaje fue incluso más valioso que el otro que hizo después en motocicleta.

Ernesto adosó a la bici un motor y de allí viajó 4000 kilómetros. Fue una experiencia de supervivencia, de contacto directo con la gente y sus necesidades… Evidentemente marcó en él un cambio.

 

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