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«En camping-car», celebración del viajero

Sabemos que en cuarentena los viajes parecen ser -sencillamente- una novela de ciencia ficción. Pero esperando a que pase la tormenta y honrando nuestros espíritus inquietos, te recomendamos esta bella lectura del francés Ivan Jablonka que habla de cómo las travesías que elegimos hacer suelen marcar nuestra vida.  

 

    Por alguna razón este libro fue postergado varias veces dentro de mi biblioteca y, por otra extraña razón, quedó a mano en tiempos de verano. Casi clausurando mi período de vacaciones lo tomé y desde el primer momento comencé a revivir hacia atrás no sólo el último –y austero- periplo a la costa atlántica con mi familia, sino todos y cada uno de los viajes realizados desde que tengo memoria.

    Realmente entusiasmada mientras lo iba leyendo, fui apuntando lo interesante que sería recomendar su lectura a aquellos viajeros incansables o a quienes hacen, de cada pequeño o gran itinerario fuera de rutina, toda una odisea. Pensaba que sería como una forma de celebrarlos y también de animar a otros a que salgan, descubran, disfruten de la posibilidad de conocer nuevas realidades.

    Sin embargo, aquí me ven, escribiendo este comentario en plena cuarentena, cuando viajar está –quién lo hubiera pensado- en la lista de acciones prohibidas. Porque lejos de posponer la reseña y añorar otros tiempos de libertad de acción, preferí hablar de eso que parece irreal, de soñar aun en estas condiciones y proponer su lectura como forma de honrar no solo el espíritu viajero que habita en nosotros, sino también de contagiar a otros –y este contagio está permitido- el sano ejercicio de contrarrestar el tiempo de aislamiento con remembranzas de descubrimientos a recónditos lugares.

    Planteado a partir de una trama híbrida que mezcla ensayo y biografía, que articula historia, arte, antropología  y otras tantas disciplinas de las ciencias sociales, “En camping-car”, del francés Ivan Jablonka es un libro que recopila una década de viajes familiares en autocaravana de combis, y se construye a partir del recuerdos desde el presente y anotaciones -en primera persona- de su autor cuando fue niño. Por momentos diario personal, por momentos el apunte de un estudioso de las conductas humanas, la propuesta literaria de su autor hilvana con maestría hitos fundacionales de él como sujeto viajero y plantea así su punto de vista sobre cómo esa tradición familiar universal marca las coordenadas de toda una vida.

  En camping-car

    Ivan Jablonka, referente de la literatura de francia y profesor de historia de la Universidad de París escribe su libro sabiendo que su experiencia personal fue única y que viajar durante un mes entero todos los veranos por ser su padre académico fue una posibilidad que pocos han tenido. Sin embargo, es consciente que aquella tradición que se repetía cada año fue también una forma de explicar cómo en la década de los 80 se modificaron las dinámicas familiares en diferentes puntos del planeta, poniendo la idea de la travesía como un “capital simbólico” de la clase media universal.

    Y desde allí parte.  

    Y tal es la importancia del autor de poder llevar el plano personal al colectivo, que comienza con un planteo universal: ¿Cuándo somos realmente felices? Y para responder, se retrotrae a su niñez. Durante gran parte de su infancia, el autor creció convencido que parte de la fórmula en la alegría de vivir se encontraba en sus viajes familiares, no por su capacidad para disfrutarlos ni por los lugares visitados, sino porque su padre, el gran hacedor de los circuitos, era feliz consiguiendo movilizar a su mujer y sus hijos por destinos recónditos, logrando, de alguna manera, hacer realidad eso que él jamás había podido tener en su infancia cruzada por la Segunda Guerra Mundial. Por eso para Jablonka viajar es sinónimo de felicidad, y es a partir de allí que comienza a tirar del ovillo de sus experiencias personales.  

    Los viajes de Jablonka son envidiables. De chico se pudo dar el lujo de recorrer Italia, Portugal, España, Grecia, Marruecos e inclusive EEUU por estar su padre trabajando una temporada allí. Pero ese no es el punto. El punto es, y el autor lo relata de manera formidable, cómo ese universo de viajeros, que se pone en marcha cada vez que tenemos la posibilidad de alejarnos de nuestra rutina y lanzarnos a la aventura, nos marca para toda la vida.

    Orgullosa de mi país, desde otro lugar del planeta, pienso también que cualquiera podría envidiar nuestra cercanía con paisajes que nos parecen tan usuales como los cerros cordobeses, o el Río de la Plata o la pampa húmeda. La idea es descubrir qué se pone en juego de nuestra personalidad cada vez que nos ponemos la mochila al hombro y dejamos que nuevas realidades nos atraviesen.

    “El viaje es tan buena escuela porque es una fuente de fascinación y, a su vez, una lección de modestia”, dice Jablonka y propone pensar así cómo los recuerdos de experiencias en otros sitios, de sabores inusuales, de sonidos extranjeros quedan latentes y prendidos en nuestra memoria permitiéndonos estar seguros de una cosa, que el mundo es bello.

    Diverso y reflexivo “En camping-car” es un interesante libro para quienes gustan de leer relatos que combinan lo personal y colectivo, lo íntimo y social, lo que su autor llama “la sociohistoria” de cada uno, donde el recorrer la vida de alguien, en este caso haciendo foco en las vacaciones familiares, detallando modos de vestir, de moverse, listas de canciones, juegos de mesa desplegados o lugares visitados, explican el devenir de toda una sociedad.

 
 

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