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Editar en pandemia: la mirada de tres sellos independientes cordobeses

Alejo Carbonell (Caballo Negro), Barbi Couto (Ediciones de la Terraza) y Javier Montoya (Del Boulevard) cuentan cómo transitaron los meses de cuarentena sin librerías, cómo viven la reactivación del sector y cómo vislumbran la actividad en los próximos meses. En esta nota exclusiva para Babilonia hablan acerca de las decisiones tomadas sobre la marcha, el renovado debate sobre e-books y las nuevas dinámicas en el consumo de los lectores.

Desde nuestra página hemos querido reflejar -desde que comenzó la pandemia-, la reacción que han tenido los diferentes actores intervinientes en la industria editorial, tratando de entender cómo este tiempo -totalmente extraordinario- ha modificado algunas dinámicas tanto en la producción como en los consumos ligados a la cultura, en general, y la literatura, en particular.

Por eso hemos hablado con lectores, sobre las nuevas rutinas en este hábito durante las primeras semanas de cuarentena, también con escritores, consultándoles acerca de cómo había sido experimentado ese paréntesis de encierro a la hora de crear o pensar nuevos textos. También con libreros, cuando tuvieron que poner en marcha una sinergia de compra y venta de libros sin relación cara a cara con sus clientes, y llegó ahora el turno de hablar con editorxs, a quienes le consultamos sobre las problemáticas que la pandemia aceleró o puso sobre la mesa, debates que re-surgieron en este tiempo y también acerca de lo que -ellxs creen- se vislumbra de aquí en adelante.

¿Cuánto se ha desacelerado el ritmo de producción de libros en los sellos este año? ¿Cuánto influye que los títulos salgan sin tener una feria o un espacio concreto donde poder presentarlos?¿Han seguido de cerca los aumentos en la compra de e-books o el incremento en la circulación de libros digitales durante la cuarentena? ¿Tiene asidero preguntarse –una y otra vez- sobre la puja entre el libro virtual y el de papel?

El panorama editorial independiente de Córdoba es variado y heterogéneo, pero nos animamos a hacer un recorte, preguntando a tres sellos muy diferentes entre sí en lo que respecta a su catálogo. Así hablamos con los encargados de Caballo Negro, Ediciones de la Terraza y Del Boulevard, quienes contestaron a nuestras preguntas planteando además interesantes puntos de vista. 

Barajar y dar de nuevo

Si bien el año comenzó con rumores que llegaban de Oriente sobre algunos contagios de un virus desconocido, lo cierto es que el 2020 se perfilaba para quienes trabajan en la industria editorial como una de las grandes chances para remontar casi un lustro de profunda crisis en dicho sector. Después de cuatro años de estrepitosa caída en producción y venta, más una falta total de políticas públicas culturales a nivel nacional, editores pequeños y medianos anhelaban un repunte a corto, pero sobre todo a largo plazo, sumando eventos, festivales y encuentros de todo tipo. Sin embargo, la pandemia llegó y todos los planes fueron naufragando, o al menos, tuvieron que ser postergados.  

 “La primera etapa de la cuarentena fue un concentrado de macrismo: crisis, sin vender, sin publicar, sin cobrar y todo caro, una eterna pesadilla”, apunta Alejo Carbonell desde Caballo Negro una joven editorial surgida hace once años con un exquisito catálogo de poesía, narrativa contemporánea y reediciones, y agrega: “Nos habíamos preparado para tener un muy buen semestre con cinco novedades, que iban a salir una en marzo y las otras cuatro para la Feria del Libro. Trabajamos todo el verano en función de eso, dejamos cinco libros listos y apareció esto. De hecho, uno de los libros quedó en la imprenta hasta que pudimos retomar el trabajo”.

Esperar, observar y maniobrar en la tormenta. Eso fue, en pocas palabras, lo que hicieron desde Caballo Negro (y en otros sellos también) cuando se desató este tiempo de incertidumbre, aprovechando al capital que  ya tenían disponible. “Estuvimos 15 días paralizados, 15 días donde echamos mano al fondo editorial –ofreciendo una novela, un libro de poesía o e-book- y, cuando retomaron las librerías, sacamos el que había quedado en la imprenta y empezamos a trabajar con eso”, subrayó su director. Así, el sello cordobés recién en mayo inició el año de publicaciones, sumando esta última semana “La brasa en la mano”, reedición de Oscar Hermes Villordo y antes “Escribir no es importante”, poesía reunida de Vicente Luy + “Las hamacas voladoras y otro relatos”, de Miguel Briante.

Por otra parte, Barbi Couto, explica también que desde Ediciones de La Terraza -pequeño sello especializado en libros infantiles, poesía o libros objetos- tuvieron que hacer una pausa obligada a la hora de encarar lo proyectado para el año, aunque para ellxs fue fundamental entender las demandas particulares que se vivieron en el momento.  Comprometidos desde hace tiempo con la cultura de “libros libres”, sintieron entonces, la necesidad de aportar material digital de descarga gratuita a una sociedad que estaba imposibilitada de salir a buscar textos.

 “Cuando empezó todo esto la prioridad fue la familia y la producción de la editorial siguió, pero acomodándose. Lo que sí fue muy importante para nosotros, que venimos militando la cultura libre desde hace mucho tiempo, fue darnos cuenta que esta mirada podía hacer un aporte y que era muy importante que todo nuestro catálogo esté dispuesto y reunido de manera digital, para que pueda ser brindado a mediadores y docentes que estaban muy complicados para conseguir material. Fue una apuesta muy fuerte de parte nuestra, de correr el eje un rato de la edición y ponerlo en la circulación de libros”.

Couto cuenta así, que de estar sus libros simplemente “para hojear” en la red, de pronto todo el catálogo de PDF podía descargarse de manera digital, para que pueda girar “en grupos de Facebook o wp de docentes que estaban buscando material”. Una apuesta potente y alternativa, que atravesó (y sigue atravesando) el gran interrogante que muchas veces divide agua entre los editorxs y lextores: ¿libros digitales sí o no?

Analicemos la cuestión

Atravesado el mundo por un virus desconocido, «acuarentenada» la sociedad en su conjunto debido al temor por el contagio y cerradas las librerías por tiempo indeterminado, quienes somos lectores nos vimos de pronto impedidos de conseguir aquel texto ansiado y, por consiguiente, uno de los planteos que volvió a estar –nuevamente- sobre la mesa fue el consumo de libros digitales. Y no sólo los libros que se publican, venden y compran de manera digital, sino también aquellos que se pueden descargar de manera gratuita a partir de algunas plataformas o, los que circulan –queramos o no- sin un marco legal vigente entre cientos de grupos de lectura.

Dejando de lado este último punto (que da para otro gran debate), lo cierto es que estudios de marketing realizados por mutinacionales, análisis de mega empresas y sondeos a pedido entre grupos de lectura vienen señalando en los últimos meses que los e-books han crecido en el primer semestre del año de manera marcada. De hecho, uno de los últimos estudios señala que en EEUU el crecimiento en la venta digital fue del 31% y en España, 1 de cada 3 libros leídos durante la pandemia fue de manera digital.

Sin embargo, aun en estas circunstancias, lxs editorxs cordobeses en su conjunto no tienen una mirada amigable con la inversión en libros para leer de manera virtual, salvo quienes ya tenían una postura tomada de antemano.  

“Todo suponíamos que se pondría en la mesa lo del e-book y nada que ver”, apuntó de manera contundente Carbonell y agregó: “Pasó lo que venía pasando: muy poca gente compra y lee e-book. Sí hay gente que puede leer virtual, pero solo aquello que no puede comprar, aquello que no es una elección en papel. Es cierto que se puso en circulación mucho material; que se yo, de repente tenías 20 mil libros virtuales, pero lo cierto es que tus días siguen siendo de 24 horas. No es que la gente leerá 20 mil porque hay 20 mil. La gente va a seguir leyendo su libro semanal, mensual o anual de la misma manera. Y no sé si alguna vez acá realmente va a despegar el libro virtual”.

Acompañando esta postura, desde Ediciones del Boulevard -sello ligado a la novela histórica y el ensayo en Córdoba-, Javier Montoya también opinó: “Los e-book no han llegado acá y a nosotros, con la mentalidad tan pirata que tenemos, a los que vivimos de esto no se si nos convendría”. El editor, en tanto y convencido de que los lectores de papel volvieron a ese formato ni bien se pudo ir a las librerías, apuntó que la poca rentabilidad que implica para un autor que su libro salga en formato digital es una variable compleja. Así lo explicó: “Las grandes editoriales están empezando a modificar algo de eso, pero lo cierto es que los porcentajes que se le paga a los autores por libros digitales son bajísimos. Además, no hay mucha gente que tiene aparatos especiales para leerlos”.

Sin embargo, hay quienes sí buscan apostar al libro digital, a la libre circulación de textos y la posibilidad de que estos tiempos cruzados por la tecnología den lugar a nuevas dinámicas colectivas dentro de la compleja y heterogénea industria editorial. Y en este sentido aparece, otra vez la gente de La Terraza, que tal como planteamos anteriormente, corroboró durante la pandemia la puerta que se abre cuando los libros y los formatos se digitalizan.

“En el ámbito editorial creo que el debate, la creatividad y la discusión en torno a lo digital es un debate que llevamos atrasados, que podría haber sido factible desde años y por un interés prioritario al papel, se ha dejado de lado crear un mundo digital del libro con la debida atención”, señala Barbi Couto, quien se involucró mucho en el debate sobre la circulación de libros en bibliotecas digitales o grupos de lectura, tomando una posición sólida al respecto:

“Nuestra postura desde la editorial es que ese argumento de que la circulación digital complica o pone en jaque la circulación en papel es mentira. Mientras más circula un libro de manera digital, más se vende. Nosotros ahora le estamos prestando mayor atención a eso, con libros y pdf a los que le podemos pedir estadísticas. Por ejemplo, en nuestra escala -que es muy pequeña-, después del mes que estuvo todo cerrando, cuando se abrieron las oportunidades, la venta no bajó, sino que subió. Además, participamos del programa Libro Porciento de Conabip y el hecho de que nuestro catálogo estuviera on line y se pudiera ojear, permitió que los bibliotecarios lo compraran”.   

Por último, Couto quiso señalar lo importante que es abrirse a las nuevas herramientas y pensar colectivamente: “La clave es que nos pongamos a pensar otras formas de funcionamiento. Las formas tradicionales editoriales mostraron bastante sus falencias durante la cuarentena, hace tiempos que no es muy redituable para los autores y claramente las librerías son un eslabón muy frágil. Entonces, si uno se pone a hilar fino, salvo para las grandes corporaciones -que también estarán sufriendo-, no es redituables para ninguno de los eslabones de la cadena. Y habiendo herramientas nuevas tan poderosas, soy una convencida de que lo que hay que hacer es una lógica totalmente diferente, distinta, buscar otra forma”.

Y en ese sentido, Ediciones de la Terraza junto a La Gran Nilson, acaban de co-publicar de manera on line el libro de poesía “El nombre verdadero”, de Alejandra Correa y Matías Acosta, con descarga gratuita y la opción de hacer un depósito a beneficio de instituciones que trabajan con familias y niñxs.

 

Lo que vendrá

Con un primer trimestre tímido y un otoño paralizado (o casi), es fácil pensar que la situación de las pequeñas y medianas editoriales independientes cordobesas sea sumamente difícil. Y lo es, aunque señalan, entre la sorpresa y la eterna fe en su trabajo, que podría ser muchísimo peor, y que
esta permanencia de la literatura aun en pandemia -a diferencia de otras disciplinas artísticas como el cine, el teatro o la música- los ha salvado.   

“Lo único que está, en ese estado prepandémico es el libro. Por primera vez todo lo que se achicó se achicó hacia nosotros. Si antes ibas a comer, y al cine o al teatro y te comprabas un libro. Ahora, lamentablemente, solo te queda el libro. Este momento actual es casi como una primavera, que va a pasar muy rápido. Tenemos un ratito, que sirve a las editoriales pequeñas para hacerse visible y no frenar. Después no sé. Hacer balances ahora es muy difícil”, comenta Carbonell.

Montoya desde El Boulevard, en tanto, señala también han observado con satisfacción cómo los pocos libros sacados hasta el momento en el año funcionaron muy bien, a diferencia de lo que pensaban. “Me llamó mucho la atención, cuando volvimos, que presentamos el nuevo libro de Esteban Dómina sobre Manuel Belgrano (foto de arriba), que vendió más de lo normal. Pero nunca sabés bien por qué es”, cuenta el editor y aporta una supuesta explicación: “La idea que yo tengo es que la gente que compra libros y no perdió del ingreso, no tuvo ningún motivo para no comprarlo, aquellos que tienen sueldos fijos y no tienen otra cosa en qué gastarlo, entra en una librería y compra”.

Mirando a futuro, Montoya tampoco se anima a dar un pronóstico demasiado positivo, y aunque no se asusta ya de nada, aprendió a anticiparse a futuras crisis. “Esto no termina próximamente, ni siquiera sabemos si llegaremos vivos, hay que ir piloteándolo. Por lo pronto, hay que comprar papel, y estar cubierto para no encontrarnos con falta de suministro o falta de dinero, por ejemplo. Es el día a día de tomar decisiones y, para ser sincero, ya tenemos cierta resiliencia”. 

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