John Grisham mantiene el estilo por lo cual se hizo famoso, en una obra que critica el poderío del capital en más de una ocasión. Destacan los personajes y los diálogos. Sin embargo, los tecnicismos legales y la cantidad abrumadora de detalles pueden desalentar a muchos lectores.
“El secreto de Gray Mountain” es uno más de los thrillers legales de John Grisham. Por medio del relato sobre Samantha Kofer, el autor construye dos -o más- historias a la vez: una micro, de redescubrimiento personal por parte de la protagonista, y otra macro, sobre las injusticias e ilegalidades del sistema político, económico y judicial vigente, en este caso en lo que está relacionado a las compañías mineras de carbón y la sobreexplotación de los recursos naturales y humanos que conlleva.
La obra fue publicada en 2014, llegando a Argentina de la mano de Penguin Random House en diciembre de 2015. El contexto en que arranca el libro es la crisis inmobiliaria de 2008, que desató en una crisis económica general y global. La narración no deja de lado su punto de vista crítico sobre la situación tras la burbuja especulativa, que involucró desde funcionarios del gobierno, bancos de inversiones y bancos comunes y “Grandes Bufetes” de abogacía hasta la población en general. Nadie salió indemne.
El libro trata por un lado del intento de Samantha, una abogada asociada de tercer año en uno de los más grandes estudios jurídicos de EEUU, de reinventarse después de una “despido” enmascarado en forma de “permiso”. El acuerdo consistía en la renovación del contrato de la protagonista con el estudio “Scully y Pershing” por 12 meses, pero sin sueldo, a cambio de la manutención de su subsidio por enfermedad, siempre y cuando ella colaborase con una ONG reconocida.
Es cuando su vida da un giro y ella abandona Nueva York para verse trabajando gratis en un centro de asesoría jurídica a los más desfavorecidos en Brady, un pequeño municipio en el estado de Virginia. Samantha conoce entonces a Donovan Gray (sobrino de la principal abogada del centro de asesoría), desde el primer encuentro el más misterioso personaje de la trama. El también defensor será el primero en presentarla al mundo tóxico y nocivo -en todos los sentidos- de las compañías mineras de carbón que dominan la región. El poderío económico de estas empresas se extiende a influencias ilegales o turbias en el ámbito político y jurídico, lo que hace que de la naturaleza y de los empleados surjan algunas de sus víctimas. A través de su relación con Gray, Samantha se involucrará en este universo y se verá cada vez más absorbida hasta un punto de no regreso.
John Grisham
El escritor y ex abogado norteamericano se hizo famoso en 1991 con su primer bestseller “Tiempo de matar” – adaptado al cine en 1996 – y no paró más. Según su página oficial, desde la primera publicación en 1988, Grisham escribió una novela por año, de las cuales todas estuvieron en la lista de las más vendidas y nueve fueron transformadas en películas. En 1996, el autor dejó la pluma por un tiempo para volver a dedicarse a la abogacía.
Más sobre la historia
Los personajes principales -bien construidos- y los diálogos marcan la potencia en la escritura de Grisham. Las conversaciones son siempre sarcásticas, inteligentes y rápidas, algunas veces, bastante crudas y sinceras.
Samantha, por ejemplo, no se disminuye frente al temerario Donovan o su hermano Jeff, lo que la hace una protagonista fuerte y sorprendente por sus acciones y crecimiento a lo largo de la historia. La abogada no consigue distanciarse lo suficiente para no involucrarse personalmente con sus clientes o los amigos que hace en Brady. Su coraje no es desacreditado, ya que el autor hace un recorrido completo por su pasado familiar y profesional. La protagonista cambia mucho y se humaniza en el transcurso de las adversidades, volviéndose más segura y bien parada. La tensión entre ella y Donovan, bien como su relación con los dos hermanos Gray son otros de los puntos fuertes de “El secreto de Gray Mountain”.
Grisham demuestra que hizo bien su investigación de campo en lo que concierne al mundo de las minerías. Además, su background jurídico lo hace un experto en la construcción de ese mundo. Si por un lado los personajes al ser abogados, fiscales, jueces, etc. son todos bastante vivos e interesantes, las descripciones demasiado profundizadas pueden llegar a cansar al lector, hasta aquellos que dominan la jerga. El aspecto legal es a veces la fortaleza y otras la debilidad de la obra.
El suspenso crece a medida que avanza la historia, pero eso se da más bien después de la primera mitad del libro. Los lectores más ávidos podrán aburrirse ya que Grisham presenta Samantha, el municipio Brady y sus muchos personajes de manera lenta y paulatina. No obstante, el escritor asombra más de una vez. Las persecuciones quedan para el final, donde se construye el verdadero thriller tras un acontecimiento clave que constituye un giro conmocionado.
Un mensaje dejado para el final
“El secreto de Gray Mountain” está lleno de dicotomías. La metrópoli vs. los pueblos más chicos, las compañías mineradoras vs. los empleados, los grandes bufetes de abogacía vs. el centro de asesoría gratuita jurídico, los poderosos vs. los explotados. El posicionamiento en la narración se hace notar, con dos lados bien claros. Más allá de la ficción se puede observar más de una crítica al capital y sus inevitables víctimas en un sistema injusto por naturaleza. El dinero y poder político, económico o jurídico- hace frente y aplasta los más desafortunados y el medio ambiente. Si bien no hay un lado “bueno” al 100%, ya que mucho personajes dejan claro que para enfrentar el “lado malo” hay que jugar según sus reglas algunas veces, las últimas páginas de la obra con la decisión final de Samantha – que capaz se hace fácil predecir – asienta una postura.