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Tres bellísimos libros internacionales para leer en familia

A la espera del Día de las Infancias, desde Babilonia seleccionamos un puñado de relatos escritos en otras partes del mundo y editados por sellos nacionales con interesantes debates para hacer con lxs niñxs. Y de yapa, una propuesta imperdible de una editorial española.

Sabemos, porque lo señalamos cada vez que podemos, que la producción de literatura infanto juvenil en nuestro país es vasta y diversa y que nos debemos sentir más que orgullosos de los referentes provinciales y nacionales que dio y sigue dando Argentina.

Y como cierto es que en los últimos años se han multiplicado felizmente los escritores, escritoras, ilustradores, dibujantes y diseñadores argentinos, también lo es que se han sumado a este universo literario editores y editoras que afinan el ojo y seleccionan de otros horizontes preciosas producciones para luego traducir y ofrecer nuestros pequeños lectores.

Hablamos de todas en general y de dos en particular en esta nota, los sellos Limonero y Pípala, para hacer foco en un par de libros que llegaron a las librerías en los últimos años y que narran historias de identidad, relatos con picardía y cuentos que nos invitan a pensar el mundo de otra manera.

Aquí les presentamos un breve comentario de cada uno.

“Achimpa”

Con textos e ilustraciones de la portuguesa Catarina Sobral se puede leer, por ejemplo “Achimpa” (Limonero), traducido al español por Tiago Tenuta y Paula Pérez.  

Es este un cuento para niños desde los 4 años que narra lo que ocurre un día en una ciudad importante con destacados investigadores, cuando alguien en un libro descubre una “nueva” palabra. Atónitos por la sorpresa, comienzan a preguntarse cómo se usa, para qué sirve y quién puede saber acerca de un vocablo que hacía mucho tiempo había dejado de emplearse.

Algunos aseguran que “achimpa” es un verbo, otros un sustantivo, algunas señoras aclaran que es un adjetivo y hay quienes ya quieren aprovecharlo como adverbio. Las discusiones van y vienen, mientras la palabra hace su propio camino en la sociedad.

Al leer será imposible no recordar la tan querida “Plapla” de María Elena Walsh y por supuesto que este eco literario será clave para terminar el libro con una pregunta que abre el debate: ¿quién decide cómo se usan las palabras?

“Cartas escritas con pluma y pelos”

De Francia llega esta hermosa “petit” novela para niños y niñas a partir de 8 años, escrita por Phillipe Lechermeier e ilustraciones de Delphine Perret, de la mano de Pípala.

Aquí los personajes son animales que deciden expresarse por escrito ante determinadas situaciones de la vida. Tenemos entonces, por ejemplo, un astuto zorro que comienza a enviar a una gallina elocuentes misivas para conseguir la mano de una de sus hijas, ya que está profundamente enamorado.

Es interesante ver cómo las letras escritas en un papel a veces parecen absolutamente inofensivas y se disfrazan de amor cuando buscan otra cosa. Carta va, carta viene, se va construyendo una historia entretenida y ocurrente donde no falta el humor y la picardía.

Pero no sólo un zorro es el que escribe pidiendo lo imposible (casarse con una gallina) sino también leeremos las cartas de una hormiga obrera a la Hormiga Reina por estar agotada de su rutinario/agotador/aburrido trabajo o de un caracol a una babosa.

Inteligentes, divertidos y profundos planteos hacen estos animales vía papel, y sus textos nos invitan a pensar el mundo desde un lugar totalmente diferente.

“Mexique, el nombre del barco”

Editado por el sello catalán Libros del Zorro Rojo, también se puede conseguir en las librerías del país “Méxique, el nombre del barco”, de la chilena María José Ferrada e ilustraciones de la española Ana Penyas.

Se trata de un relato profundo, sentido, atravesado por la nostalgia y el dolor de las despedidas, que narra la historia de “los niños de Morelia”, niños y niñas de padres republicanos que fueron trasladados desde España a México durante la Guerra Civil Española para salvar sus vidas, con la promesa de volver cuando la contienda acabe, pero que jamás pudieron regresar a su tierra natal.

Con pocas pero agudas, concretas y certeras frases, como en un hilván poético, más ilustraciones monocromáticas que acompañan amorosamente, Ferrada va contando de manera sencilla esta dolorosa situación vivida por más de 400 niños, y para hacerlo se pone en la piel de uno de ellos, buscando interpretar en primera voz lo que habrá acontecido en ese barco ese 27 de mayo de 1937 cuando zarpó el trasatlántico de Burdeos rumbo a América.

Un libro precioso por sus narraciones y dibujos, pero sobre todo por la valentía de contar a los más pequeños episodios reales de la historia mundial, que sigue interpelando en el presente.    

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